Al otro lado

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“Hablamos a Dios desde donde estamos. Desde la alegría de unos momentos y con el corazón encogido en otros. Desde la gratitud por las cosas que van bien o la frustración cuando no conseguimos lo que soñamos. Desde la certeza o la duda. Pero la verdad que a veces intuimos es que, estemos como estemos nosotros, Dios siempre está al otro lado de la oración” (Bailar con la soledad. Jose Maria Rodriguez Olaizola, SJ).


Estas palabras extraídas de un capítulo de este libro, la verdad que dan luz, esperanza y me llevan a decir sí, es cierto, o así intento hacerlo realidad en la vida, teniendo la confianza en que esté como esté, Dios siempre está al otro lado de la oración ¡Nos espera siempre! Es una llamada a ponerse ante Dios desde lo que somos, sin caretas, sin medias tintas, sino sencillamente lo que ve es lo que hay en mí.

La oración no es solamente para los momentos en que estoy bien, donde todo va más fluido, donde incluso es más fácil conectar con Él sino que lo tiene que ser siempre, también sabiendo estar cuando la luz está apagada, cuando hay sequedad e incluso la duda acecha el encuentro. Al otro lado nos espera, está y es ahí donde siempre va a estar, esperando que sus hijos vengan a descansar en su regazo, a alimentarse, a darles un abrazo, a presentarles sencillamente lo que viven.

Ahora pienso en las veces en que recibo alguna llamada o mensaje en el móvil en el que me digo: ahora no, por el motivo que sea. Puedo rechazarlo en el momento o dejarlo para más tarde. También hay ocasiones en que hacer una llamada a alguien sabes que es un descanso, un regalo ese compartir y te hace bien. Por eso, miremos de estar receptivos, abiertos, disponibles también para los que confían en que al otro lado estaré, daré una respuesta cuando alguien viene a mi encuentro.

Cuando vayamos a la oración, Dios va a estar, no creo que no nos coja la llamada, o no nos acoja cuando vamos a su encuentro, su cobertura, disponibilidad es total, al otro lado. Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.
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