El látigo de Jesús

Cuaresma
Todos los evangelistas nos narran la expulsión de los vendedores y cambistas del templo por Jesús. Estas gentes con la excusa de facilitar a los peregrinos las ofrendas que hacían al Señor, hacían sus buenos negocios. Jesús entró en el templo y al ver todo aquello, hizo un látigo con cuerdas y los echó fuera del templo (Cfr. Ma 21,12-13; Mar 11,15-17; Lu 19, 45-46; Jn 2, 15- 16). Y dijo: “Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis hecho una cueva de ladrones”.

El tiempo de cuaresma es un periodo en que la Iglesia nos pide hacer ascesis para prepararnos a la Pascua. Por esta razón invitemos en nuestra oración a Jesús para que venga a poner orden en nuestra vida y con su látigo eche fuera todas las malas costumbres para que nuestro templo interior sea verdaderamente una casa de oración donde lo más importante sea precisamente esto: un lugar donde el Señor se sienta que lo más nos importa en nuestra vida sea Él. Pues con frecuencia ocurre que hacemos como los vendedores del templo que con apariencia de prestar un servicio, lo que hacemos es buscar nuestros intereses.

Jesús pondrá orden en nuestro interior sin ira, con dulzura, como era su costumbre habitual con los que se relacionaba. Lo que no soporta el Señor es la hipocresía, esto lo que tenemos que evitar a toda costa. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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