El monte Sinaí era un monte que provocaba respeto y temor a los israelitas: Fuego, rayos, truenos. Todo un espectáculo impresionante (Cfr. Ex 19,16). Dios da en él las tablas de la ley a Moisés. Es un código que les ayudará a caminar por el buen camino.
Jesús, el nuevo Moisés, proclama en otro monte las Bienaventuranzas, conjunto de ideales centrados en el amor y la humildad. Son características de un u otro personaje justo.
Solamente Jesús encierra en sí mismo todas ellas. Jesús las ha vivido todas en plenitud. La felicidad que proclama Jesús no promete únicamente una recompensa futura de los que viven pobremente, es decir sin vivir apegados a las riquezas, los pacíficos que intentan serenar el ambiente, que no guardan rencor ni odio; los que lloran al comprobar tantas desgracias; los limpios de corazón que en ellos no hay doblez ni engaño, su sí es sí y su no es no; los que trabajan por la paz que no es sólo ausencia de guerra, los perseguidos por causa de la justicia, muchos en nuestro mundo no son justos y no quieren que ésta se establezca porque va contra sus intereses.
El meollo de este texto (Ma 5, 3-12) es parecerse a Jesucristo y practicarlo nos dará la autentica felicidad. Texto: Hna. María Nuria Gaza.