La oración de Jesús en el monte de los olivos

Estos días, he leído un libro de Anselm Grün, benedictino alemán. Este autor tiene una forma de escribir que penetra. Ahora que estamos en Semana Santa, y en este tiempo en que la Iglesia pone como una de las prácticas de la misma, la oración, quisiera trasmitir como presenta este benedictino la oración de Jesús en Getsemaní:

“Lucas narra la escena de la oración en el monte de los olivos con el trasfondo de la necesidad, que tanto antiguamente como hoy tiene mucho que ver con la oración. En la oración experimentamos a menudo oscuridad. Tenemos la impresión de que nuestra oración está vacía, de que no es provechosa, de que no ocurre nada en ella. Dios se esconde tras un grueso muro. Se muestra silencioso. Y como no avanzamos hacia Dios, nos ocurre a menudo como a los discípulos, nuestra oración se adormece. Y Jesús tiene que despertarnos diciendo: ‘Orad, para que podáis hacer frente a la prueba’ (Lc 22,46). Nosotros tenemos que pasar por las mismas tribulaciones que Jesús: soledad, miedo, abandono, necesidad y sufrimiento. La oración es para nosotros igual que para Jesús, el camino para superar las tentaciones que nos permite permanecer ante Dios en las extremas dificultades. La oración de Jesús en el monte de los olivos le procuró la fuerza para recorrer el camino de la pasión.

Le otorga el conocimiento de que, incluso en la muerte, Dios no le va a dejar de su mano. Jesús llega a la cima de su oración en la cruz. Colgado de la cruz, Jesús no sólo reza por sí mismo sino por sus asesinos: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Lc 23,24). Y Jesús muere con la oración en los labios. Es un verso del salmo 31 de la oración judía de la tarde. Como un judío piadoso, Jesús ora al final de su vida diciendo: ‘Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu’ (Lc 23,46). Pero añade a las palabras del salmo su tratamiento habitual, Abba. Jesús incluso desde la cruz, se dirige cariñosamente a Dios como su padre. Y en las manos amorosas de su padre entrega su espíritu. Con la muerte el vuelve a su Padre. La oración ilumina su muerte”.

Me gustaría que estas líneas nos sirvieran a todos en las horas bajas de nuestra existencia. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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