Crisis... Otros tiempos
Muchas cosas van cambiando no solo a nivel de hábitos o rutinas diarias sino también a nivel espiritual.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Estamos en días de reconocimiento de la pandemia que azota a una parte del mundo. Todo parece continuar igual y sin embargo muchas cosas van cambiando no solo a nivel de hábitos o rutinas diarias sino también a nivel espiritual.
El mundo ha vivido muchas epidemias a lo largo de la historia. Unas son bien conocidas por su violencia, otras solo la sufrían en silencio unos pocos habitantes de la región infestada.
Como Congregación, las Dominicas de la Presentación iniciamos nuestra historia allá por fines del siglo XVII en Francia. Nuestra fundadora, Marie Poussepin, dedicó su vida y su naciente congregación a ayudar a la gente que mal vivía en pequeños pueblos empobrecidos por las guerras, las enfermedades, las malas cosechas y por tanto el hambre. No fue ella sola quien intentó eliminar de su alrededor la enfermedad y la ignorancia. Enseñar a reconocer las virtudes farmacéuticas de las plantas, los síntomas de las enfermedades, la higiene necesaria fue para ella y para otros santos de aquella época una finalidad importante en sus vidas, además de ayudar a reconocer el amor de Dios que se manifiesta aun en tiempo de graves enfermedades, de frío y de miseria.
¿Qué hacemos hoy los que creemos en Dios? ¿Es que no podemos hacer nada? ¿Se nos olvidó rezar? No solo a nivel personal sino pública y comunitariamente. Algunas iglesias se cierran por miedo, para no contagiarnos, y la gente se queda sin poder ir a una iglesia a rezar, a pedir a Dios que nos libre del mal en una sociedad marcada por el secularismo y la increencia.
Ojalá supiéramos hoy, como en otros tiempos, dirigir nuestra suplica a Dios para podamos recuperar la paz y Él nos dé el consuelo a quienes estamos perdiendo de repente tantas cosas: personas que mueren a causa del virus, mientras se desploma una forma de vida familiar y social a la que estábamos acostumbrados.
Ahora nos corresponde, con la ayuda de Dios y como hicieron tantos santos en otros tiempos, trabajar para lograr una sociedad nueva, con valores más humanos y cristianos, menos egoísta y ocupada en conseguir un desarrollo estable para todos.