Algunos títulos y expresiones demandan renovación y reforma profunda y urgente Carlos III, ungido ¿por la gracia de Dios?

Carlos III, proclamado rey
Carlos III, proclamado rey AoW

¿No constituye una soberana e indecorosa provocación la sola y escueta referencia a que, además de "Rey por la gracia de Dios”, es y ejerce Carlos III de “Gobernador Supremo de la Iglesia? ¿De qué Iglesia? ¿De la verdaderamente inspirada por el Evangelio, siguiendo la doctrina y el comportamiento de Jesús?

En el contexto de “una de las más altas, nobles y exultantes solemnidades que vieron y verán los siglos”, y desde perspectivas sobre todo religiosas, decidí espigar por esos mundos de Dios un manojo de preguntas. Por el momento, este es un breve resumen   de tan significativa cosecha, a propósito de la coronación de SM el rey Carlos III de Inglaterra, “Gobernador de la Iglesia Anglicana“ y su Jefe y Jerarca Supremo, como sucesor que es de Enrique VIII, su primera y principal cabeza, proclamado como tal en el año 1534.

¿Es posible que, tal y como están hoy las cosas, de cuyas noticias nos llegan puntual, dramática y documentada referencia, en una parte -Londres-,  se den cita los representantes de multitud de países, muchos de ellos democráticamente elegidos, para protagonizar y participar en un festejo de tales características y dimensiones?

Derroche y provocación

¿Qué argumentos pueden aportarse para justificar tales derroches? ¿No constituye  además una soberana e indecorosa provocación la sola y escueta referencia a que, además de "Rey por la gracia de Dios”, es y ejerce Carlos III de “Gobernador Supremo de la Iglesia? ¿De qué Iglesia? ¿De la verdaderamente inspirada por el Evangelio, siguiendo la doctrina y el comportamiento de Jesús? ¿Se concibe pecado mayor que el de suplantar el nombre de Dios, su actividad, acción y misión salvadora del mundo, acaparando su representación divina, a la vez que humana, aun sirviéndose para ello de obispos, arzobispos y clérigos  -ellos y ellas- vocacionados, o sin vocacionar, para administrar catedrales, parroquias, organismos, instituciones y organizaciones “religiosas”, como referentes ético-morales de cuanto presupone la relación entre Dios y los seres humanos, tanto personal como colectivamente?

Carlos III tras su coronación
Carlos III tras su coronación Pool

Sí, ciertamente, la ceremonia de la citada consagración parece haber sido programada  protocolariamente como ejemplo de ecumenismo entre la variedad de Iglesias que forman y conforman la de Jesús, también con respeto a los cánones y a las liturgias de cada una de ellas, sin exclusión de las de otras religiones no cristianas. Al menos, en estos momentos solemnes, es posible que el testimonio de pacificación y de coincidencia  de sus dirigentes allí presentes, tache y haga olvidar el dato sangrante, actualizado, por ejemplo, entre cristianos ortodoxos rusos y los ucranianos.

A lo largo y ancho de tantas “cruzadas”, entre  fracciones diversas, con dolorosos  y vergonzantes recuerdos del hecho de que el número de muertos provocados por motivos “religiosos”, aún eclesiales, fue y sigue siendo, superior al de los que justifican razones comerciales, políticas, culturales o sociales. El sacrosanto título, y la consideración, de “mártires”, ha sido y es acaparado especialmente por los católicos, si bien otros cuentan  exacta o aproximadamente igual bajo distintas liturgias y advocaciones, fiestas, ornamentos y salmodias.

¿Tiempos pasados?

¿No resulta al menos extraño y chocante que, a estas alturas de la desclericalización sana y descontaminante que se impone en la Iglesia, ceremonias como la de la coronación tengan ya que ser consideradas y recordadas como un capítulo más de la historia de  tiempos y culturas irreversiblemente pasados?

“Por la gracia de Dios”, “Defensor de la Fe”, “Cabeza y Gobernador Supremo de la Iglesia”, “Vice-Dios”, en anglicano, o con las debidas limitaciones y reservas, en católico, demandan renovación y reforma profunda y urgente.

Unión sin supremacías

La unión entre unos y otros en igualdad de derechos y deberes, sin supremacías  humillantes y humildosas, es lo que precisa ya el pueblo fiel al margen, o en contra, de su propia jerarquía, por lo que trabajan y colaboran en la construcción de la ciudad temporal y la eterna, sin siquiera tener que peguntarse entre sí en qué Iglesia o a qué religión pertenecen o están inscritos sus nombres.

La coladura “por falta de comunicación” de la reciente celebración de la misa anglicana en la iglesia-basílica de san Juan de Letrán -¡la catedral del Papa, Obispo de Roma!-, fue y es bastante más que una admonición-“palabra de Dios”-, pronunciada por el pueblo.

Mientras tanto, entre misteriosos velos de regias unciones “sacramentales”, Carlos III de Inglaterra es coronado “Rey por la gracia de Dios” y “al servicio del pueblo”.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba