“Estamos profundamente conmocionados por los hechos de abusos sexuales a las víctimas de Marko Rupnik. El trauma y los daños causados en todas las dimensiones de sus vidas son abrumadores. Las delirantes justificaciones místicas y espirituales son lo contrario del mensaje de San Ignacio que tanto insiste en el respeto y la libertad”.
Quien así se expresa es François Boëdec, provincial de la provincia jesuita de Europa Occidental francófona, quien, en declaraciones a La Vie, asegura que, “aunque no sea miembro de nuestra provincia, nos sentimos traicionados, porque un jesuita compromete a toda la Compañía de Jesús. Reiteramos el llamamiento lanzado por la Curia General de los Jesuitas en Roma, que invita a todas las personas, testigos o víctimas, a presentarse”.
En opinión del provincial, en cuanto a las lecciones que hay que aprender, “las respuestas a los abusos a mujeres adultas deben evolucionar, como ha ocurrido con los malos tratos a menores. Las palabras de estas mujeres deben ser escuchadas y creídas. El derecho canónico debe proteger a todos y prever sanciones proporcionales a los abusos cometidos”.
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