El obispo siro católico lleva adelante el proyecto de la Academia de Liderazgo por la Paz Monseñor Jules Boutros y los jóvenes: "Trabajamos por la justicia y los derechos en el Líbano"
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Monseñor Jules Boutros, de 43 años, obispo siro-católico del Patriarcado de Antioquía, lleva adelante el proyecto de la Academia de Liderazgo por la Paz que forma a jóvenes católicos de todo el país en el compromiso político y social
"En medio de la guerra nos preguntamos qué hacer. Ayudamos a los jóvenes a entender que la política no es algo sucio sino un lugar que debe ser habitado por la Iglesia"
No sólo lecciones sino también acciones: algo está cambiando, y para mejor, empezando por los mismos jóvenes
No sólo lecciones sino también acciones: algo está cambiando, y para mejor, empezando por los mismos jóvenes
| Salvatore Cernuzio-Beirut
“Algo inimaginable”. Así describen los libaneses el flujo de jóvenes que han emigrado del país en los últimos 5-6 años en busca de un futuro que su patria no parece tener medios para garantizar. Los países del Golfo, Chipre, Grecia y luego Europa, incluido el norte de Europa, son los destinos desde los que ayudan a sus familias aún presas de la pobreza y la crisis económica.
Pero algo está cambiando, y para mejor, empezando por los mismos jóvenes -sobre todo los cristianos- que se lanzan cada vez más al compromiso político para transformarlo de un "lugar de corrupción" en una plataforma donde transmitir los valores y principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Todo esto a través de la formación de la Academia de Liderazgo para la Paz, un proyecto apoyado por el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, para católicos menores de 35 años en Oriente Medio.
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Algunos de estos chicos y chicas se reunieron ayer con el cardenal Michael Czerny, en misión en Beirut del 19 al 23 de febrero, y compartieron sus testimonios. Los acompañaba el jovencísimo obispo siro-católico del Patriarcado de Antioquía, Jules Boutros, de 43 años, quien contó a los medios vaticanos los detalles de la iniciativa.
-Monseñor Jules, ¿en qué consiste esta Academia que educa para la paz?
-Todo comenzó con una pregunta: en el Líbano, ante lo que está sucediendo, ¿cómo podemos reaccionar? Con otros obispos pensamos en trabajar con jóvenes que aspiran a la política, que tienen sueños, intereses… Jóvenes cristianos con los que llevar adelante los valores cristianos, la Doctrina Social de la Iglesia Católica al mundo político. Un cambio que veremos quizás dentro de diez años y quizá no sólo en nuestro país, Líbano, sino en todo el Medio Oriente. En medio de la guerra nació esta Academia que tiene como objetivo transmitir las enseñanzas de la Iglesia en tres niveles.
-¿Cuáles son?
-El primer nivel fueron tres escuelas católicas cerca de Beirut. Luego, en segundo nivel, el trabajo con los profesores de la escuela; tercer nivel, precisamente, la Academia. Nos acercamos a 80 jóvenes cristianos libaneses, la mayoría de los cuales tenían títulos en ciencias políticas o relaciones internacionales, y algunos ya eran abogados. Fue una experiencia muy exitosa y esto es gracias a Dios, gracias al Espíritu Santo que sopló en nosotros para llevar a cabo tal iniciativa en medio de la guerra.
-¿Qué equilibrios cambió la guerra también entre los jóvenes? ¿Fue un momento de estancamiento y mayor desánimo o dio un mayor impulso para seguir adelante?
-El cambio esencial que hemos podido ver y tocar con nuestras propias manos es que los jóvenes han encontrado en la política una vocación, una vocación sagrada, algo en lo que nunca habían pensado antes. En el Líbano, de hecho, la política se considera un lugar de negocios, de intereses personales, un canal hacia el éxito y una vida de lujo. En cambio, la política es servir al bien común, eso es lo que hizo Jesús y lo que nos llamó a hacer, convirtiéndonos en constructores de paz, de justicia y de fraternidad.
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¿Dónde se puede lograr esto? No sólo en el altar o el púlpito, sino también en el mundo de la política. La Iglesia no sólo debe proclamar la palabra de Dios, sino también trabajar por la justicia. Trabajar por la caridad es fácil, trabajar por la justicia es mucho más difícil. Dar algo de dinero a un pobre, visitar a los enfermos y a los presos, podemos hacerlo y regresar a casa en paz. Intentad ir y trabajar por la justicia, poneos en medio de un mundo del que no salgáis corruptos, sino que llevéis luz a las sombras.
-Entonces, ¿qué se hace realmente en esta Academia por la paz, por el diálogo, para erradicar también la corrupción que, como denuncian muchos jóvenes, ha habitado y habita la política libanesa?
-En la Academia de Liderazgo para la Paz damos voz a la Iglesia que tiene su propia palabra, que es responsable y corresponsable del mundo político. La Iglesia debe estar en el Parlamento, debe estar en las redes sociales, debe abordar los casos de abuso, de violencia, de poder. Y en la Academia vemos cómo esta misma Iglesia ya ha estudiado, pensado, escrito, compartido y desarrollado una enseñanza social y política muy, muy práctica. Es decir, los niños descubrieron el mundo de la Doctrina Social de la Iglesia. Y descubrieron que ellos, como cristianos, como libaneses, pueden transmitirlo. Si no ellos ¿quién?
-¿Entonces primero viene la enseñanza, luego la puesta en práctica?
-Sí, una vez terminada la clase en el aula, se crean pequeños grupos y cada uno de ellos trabaja por una causa humanitaria: personas abandonadas, refugiados, desarrollando derechos donde hay un grave vacío. También perseguimos casos como la explosión del puerto de Beirut, un crimen enorme del que, después de cinco años, nadie habla. Más de 300.000 casas han sido destruidas, miles han resultado heridos, cientos han muerto, un número increíble de personas han abandonado no sólo sus hogares, sino también el Líbano. Y muchos han abandonado a sus familias porque ya no creen en ello, ya no quieren vivir en un país así. Ante semejante tragedia, ¿quién debería continuar la causa sino nosotros, sino ellos? De lo contrario, será como una página olvidada de la historia.
Estamos aquí para promover la causa y trabajar en los sindicatos. Así que no sólo damos clases en la Academia, sino que pasamos a la acción, creamos redes de amistad entre jóvenes desde el extremo norte hasta el extremo sur. Creemos que amistades como ésta logran un bien mayor en el futuro. Solos somos pobres y débiles, poco podemos hacer. Dos, tres, cuatro, muchas personas que realizan iniciativas juntas también ganan importancia en las redes sociales y en la opinión pública.
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