El prefecto viaja de nuevo al país de los cedros invitado por el patriarca maronita Cardenal Czerny: "El Líbano es un ejemplo para un mundo que tiende a la xenofobia"
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Del 19 al 23 de febrero, el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral parte hacia Beirut para visitar y animar proyectos de la Iglesia local y de organizaciones humanitarias
"El mensaje es que el Santo Padre recuerda, reza, es solidario y envía su afecto al Líbano. Este es el principal mensaje que me complace llevar al país"
Se reunirá con el Gran Mufti y con un grupo de refugiados sirios: "El reto de los refugiados es grande, tanta inseguridad y tantos niños sin papeles, expuestos por tanto al tráfico de seres humanos y al trabajo infantil"
Se reunirá con el Gran Mufti y con un grupo de refugiados sirios: "El reto de los refugiados es grande, tanta inseguridad y tantos niños sin papeles, expuestos por tanto al tráfico de seres humanos y al trabajo infantil"
| Salvatore Cernuzio
(Vatican News).- De los muchísimos viajes realizados por todo el mundo en los últimos años, la misión al Líbano que el Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, se dispone a emprender desde mañana 19 hasta el domingo 23 de febrero, promete ser la más exigente e intensa. No sólo por la apretada agenda, como los encuentros con la Asamblea Plenaria de Patriarcas y Obispos Católicos del Líbano (APECL) y con el Gran Mufti (primer cardenal que se entrevista con la máxima autoridad jurídica islámica del país), sino también por el impacto emocional que supone ver de cerca a una población desgastada por la crisis económica, un largo estancamiento político y los bombardeos israelíes que, además de devastar el Sur, han agravado la emergencia de desplazados y refugiados.
En el País de los Cedros, el cardenal jesuita -según consta en el programa hecho público por el Dicasterio- celebrará un momento de oración en el puerto de Beirut en recuerdo de la dramática explosión del 4 de agosto de 2020 que causó miles de muertos y heridos.
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A continuación, entre otros compromisos previstos, se reunirá conjóvenes que participan en un curso de formación para la paz, visitará una escuela que acoge a niños de distintas confesiones y viajará aAl Manhaj, conocida como "la favela del Mediterráneo" por su altísimo índice de pobreza y drogadicción.
Por último, verá a algunos inmigrantes, desplazados internos y refugiados asistidos por Cáritas y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). A los medios de comunicación vaticanos, que participarán en la misión, el propio cardenal Czerny explica el sentido del viaje. Dice que partirá con un pensamiento en el corazón para el Papa, hospitalizado en el Gemelli: "Le confiaremos a él y su recuperación a Nuestra Señora del Líbano".
-Eminencia, ¿cuál es el motivo de su viaje al Líbano?
-Voy por invitación del Patriarca de Antioquía de los Maronitas, el cardenal Bechara Boutros Raï. La invitación fue el pasado mes de noviembre, pero no fue posible ir, ahora estoy feliz de ir y dar testimonio del trabajo realizado por la Iglesia local, sobre todo después de la guerra que obligó a desplazar durante tres meses a un millón de personas del sur del país.
-Líbano es una tierra de sufrimiento que atraviesa desde hace años una crisis económica, social y política, esta última aliviada actualmente por la elección de un nuevo presidente. Luego la guerra que devastó la zona sur y ahora una nueva tregua cada vez más frágil. Con su presencia, ¿qué mensaje quiere llevar?
-El mensaje es que el Santo Padre recuerda, reza, es solidario y envía su afecto al Líbano. Este es el principal mensaje que me complace llevar al país. Creo que el sufrimiento experimentado por el pueblo libanés y la Iglesia durante estos años es también un mensaje de esperanza. Lo es por el coraje con el que han afrontado tantos y tantos desafíos. Desafíos que continúan, pero que viven con inteligencia y creatividad. Virtudes que son importantes para tantos lugares del mundo donde se lucha por vivir con las diferencias.
-El programa de su viaje está repleto de reuniones. También habrá un momento con un grupo de refugiados sirios, que representan al millón y medio que residen en suelo libanés. ¿Qué espera de este encuentro?
-Es importante llevar la cercanía del Santo Padre a los refugiados y a todos aquellos que los representan. Y también es importante hacer un gesto de agradecimiento y apoyo al pueblo libanés que, proporcionalmente, soporta la carga más pesada de todos los países del mundo. En el Líbano, uno de cada cuatro residentes es un refugiado. Es un ejemplo para un mundo que tiende a la xenofobia. Pero el reto de los refugiados es grande. Hay mucha inseguridad y se da un hecho bastante terrible, a saber, que la mayoría de los niños nacidos en los campos no están registrados. Así que muchos menores están indocumentados y, por tanto, son vulnerables al tráfico de seres humanos y al trabajo infantil.
-Entre los sufrimientos en Líbano que usted menciona está la explosión de 2020 que devastó el puerto de Beirut...
-Sí, esto sigue siendo una gran tragedia. Iremos a rezar por las víctimas y sus familias, como hizo el Santo Padre en agosto, cuando se reunió con los familiares y prometió recordar a sus seres queridos y mezclar sus lágrimas con las de los desplazados.
-También figuraba en su programa su conversación con el Gran Mufti, la suprema autoridad jurídica islámica suní del Líbano.
-Estoy muy contento de poder reunirme con él. Parece que soy el primer cardenal que tiene este encuentro y que habla directamente con él. Me da alegría saber que el Líbano es un país de diálogo en el que existen proyectos -que visitaré- en los que musulmanes y católicos trabajan juntos para afrontar los retos y las dificultades. Me parece un bello ejemplo de fraternidad en acción.
-El Papa Francisco, y antes que él Juan Pablo II, llamaron al Líbano más que un país "un mensaje". "Un país que es un mensaje de convivencia y de paz", dijo Francisco en su discurso a los embajadores acreditados ante la Santa Sede el pasado mes de enero. ¿Qué esperanzas tiene para este país?
-Para mí, la gran esperanza del Líbano es que pueda avanzar, que tenga el valor de afrontar sus problemas, no huir y no dejarse llevar a los extremos. Encontrar soluciones no es fácil, debemos esforzarnos por hacerlo juntos. Esto es lo que genera la auténtica esperanza, la esperanza cristiana, la fe en la resurrección y la vida que Cristo nos ha traído.
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