Probo Vaccarini fue a la Guerra, se casó y conoció al padre Pío El cura que cumplió cien años... y lo celebró con sus cuatro hijos (que también son curas)
“Estoy enamorado del Señor, nadie me empujó, es algo que sentía, yo lo pedí y me lo concedieron”
Su hijo Giuseppe: "Es un apasionado de Jesús, siguiendo los pasos de Padre Pío, y muy devoto de la Virgen"
El obispo de Rimini: "El padre Probo es para nosotros un verdadero patriarca, que ha registrado en el curso de su vida hasta hoy el ambicioso objetivo de varios récords, incluso Guinness"
El obispo de Rimini: "El padre Probo es para nosotros un verdadero patriarca, que ha registrado en el curso de su vida hasta hoy el ambicioso objetivo de varios récords, incluso Guinness"
| Jesús Bastante /Vatican News
Probo Vaccarini cumplió este martes cien años. Un siglo de vida da para vivir toda clase de experiencias, ir a la guerra, conocer a un santo, amar y ser amado, encontrar tu vocación... Pero pocas vidas como la de este sacerdote, que eligió el camino del sacerdocio en 1988, 18 años después de quedar viudo de Anna María. Hoy, Vaccarini, padre de siete hijos, celebra una misa de acción de gracias. Junto al altar, cuatro de sus hijos, también sacerdotes.
La Eucaristía tiene lugar lugar en la catedral, y junto a sus hijos, el cura centenario concelebra con el obispo de Rimini, monseñor Lambiasi. “Estoy enamorado del Señor, nadie me empujó, es algo que sentía, yo lo pedí y me lo concedieron”, explica por teléfono don Probo a Vatican News.
Uno de sus hijos, el padre Giuseppe, resalta que “muchas personas han pasado por el ministerio de mi padre, quizás en algunas etapas particulares de su vida, en momentos críticos, y todos lo recuerdan con gran placer”.
Soldado en Rusia en la II Guerra Mundial
Nacido en 1919, Probo conocía el horror de la guerra y fue enviado como soldado a Rusia a principios de los años 40, y cuando regresó a casa se convirtió en geómetra y se casó. Enviudó en 1970 y, tras varios años, se hizo acólito, más tarde diácono permanente y finalmente hizo sus votos perpetuos.
El hijo de Probo asegura que su padre “es un apasionado de Jesús, siguiendo los pasos de Padre Pío, y muy devoto de la Virgen”. De hecho, los nombres siete hijos están vinculados a la Virgen: Juan María, Francisco María, María Celeste, María Pía, José María, Joaquín María, María Luisa.
El anciano conoció siendo joven a San Pío de Pietrelcina. “Cuando el padre Pío se enteró de que quería casarse, lo orientó decididamente hacia el matrimonio, diciéndole: Deprisa, y mencionándole también una familia numerosa y santa”. Y fue allí donde, más tarde, cuando ya se le había confiado la parroquia de San Martino en Rímini, Probo intuye su propio futuro, porque aún escuchaba en su interior “la voz de Padre Pío” que le decía: “Tú serás sacerdote”.
La llamada al sacerdocio, “seguramente maduró después de la muerte de su madre: él – explica su hijo – nunca pensó en un segundo matrimonio. Como viudo, crió a sus hijos y mientras tanto esta vocación también maduró”, hasta el punto de que el primero en hacerse sacerdote fue su hijo Francisco en 1979, seguido por Juan en 1981, y luego el propio Giuseppe en 1983. Luego Probo en 1988 y finalmente su hijo Gioacchino después del 2000.
"Un verdadero patriarca"
Tener cuatro hermanos sacerdotes, de un padre sacerdote es algo único, tal y como resalta monseñor Lambiasi. “El padre Probo es para nosotros un verdadero patriarca, que ha registrado en el curso de su vida hasta hoy el ambicioso objetivo de varios records, incluso Guinness”.
“El primer récord – subraya el Prelado – es que P. Probo es un sacerdote con cuatro hijos que son sacerdotes. El segundo récord es que P. Probo recibió los siete sacramentos, porque primero estaba casado, luego viudo, luego fue ordenado diácono y finalmente sacerdote y también recibió la unción de los enfermos varias veces. La tercera primacía es que P. Probo es el primer hijo espiritual de San Pío de Pietrelcina que recoge los dos récords anteriores”.
Intercambio padre-hijos
Los hermanos Vaccarini, que también han elegido el camino del sacerdocio, viven esta experiencia “con gran serenidad – asegura Giuseppe – y hay también un hermoso intercambio, cada uno realiza su propio ministerio y compartimos la Eucaristía con gran alegría sobre todo”.
“A sus cien años, sigue transmitiéndonos su pasión por el Señor, viviendo la vida cristiana con entusiasmo y dedicación plena, sin reservas. Sigue yendo al cuidado de la parroquia, para celebrar la Misa y confesar. Seguramente su ministerio ha sido siempre precioso y es actualmente precioso, en su esencialidad”.
Como esposo, padre y luego sacerdote, la contribución de P. Probo a la Iglesia es, en palabras de P. Giuseppe, la de la “fe que lo movió en el matrimonio, en la crianza de los hijos, en el afrontar la muerte de mi madre, un momento – recuerda – muy duro, con nosotros, los niños pequeños. Esta fe ha asumido diferentes implicaciones según las situaciones en las que se ha encontrado”. P. Giuseppe testimonia cómo, a lo largo de los años, su padre ha recordado siempre la figura de su madre, repitiendo a menudo: “Mi mujer me decía...”.
Dar gratis lo recibido gratis
“Tal vez la gente que no lo conocía al principio – sonríe P. Giuseppe – lo miraba un poco extraño. El hecho de que haya estado casado, de que haya criado a sus hijos, es ciertamente para muchos una aproximación diferente a la Iglesia”, pero – añade el obispo Lambiasi – precisamente “la aportación de una vida humana, plenamente humana porque es cristiana”, es lo que distingue a la figura de P. Probo.
“Creo que la nota fundamental es la de la gratitud por haber recibido tanto y la gratitud, como sabemos, es un poco la hermana mayor de la gratuidad. Se crea un círculo virtuoso entre gratitud y gratuidad, un círculo que P. Probo vivió en primera persona y que contagia un poco a toda nuestra Iglesia”, concluye el prelado.