Acacia Uceta 4. MEMORIAL DE AFECTOS
El Índice contiene tres grandes grupos: LOS POETAS, LOS OTROS y LOS MÍOS. Se abre Los poetas con Pablo Neruda, Teresa de Jesús, Vicente Aleixandre… (así hasta 15 autores). En la lista de Los otros se incluyen, por ejemplo, un compositor, un guitarrista, un escultor, un pintor, un minero… Para la sección más íntima, Los míos, podemos encontrar A mi padre, A mi madre, A mi hija, A mi nieto Enrique, A mi nieto Alejandro, A Acacia, mi nieta… A los que habrá que añadir los dos poemas que hoy incluimos en esta entrega: “A Enrique” y “A mi hijo”… Casi todos estos títulos se integrarán en la definitiva "Poesía Completa" de 2014.
Y HOY VAMOS POR UN RÍO DE MISTERIO
El matrimonio de Acacia Uceta y Enrique Domínguez Millán llegó a celebrar bodas de oro y disfrutar la prolongación de su amor en la presencia luminosa de dos encantadores descendientes: Enrique y Acacia Domínguez Iceta. Ya conocimos un hermoso poema de Acacia titulado A Enrique (pulsar). Disfrutamos hoy un segundo escrito con el mismo título. En ambos, el cariño, la creatividad, el respeto, el erotismo, la espiritualidad nos conmueven y aleccionan.
Hace memoria la poeta de alegrías y gozos en la convivencia, en la fusión de almas y cuerpos (“y llevo tu semilla en mis entrañas”, “estás latente en mí, latente y vivo”). Frente a la implacable amenaza de la muerte y la nada para ambos, promete la supervivencia en el recuerdo, y la sorpresa ilusionante de un más allá esperanzado. (“Y hoy vamos por un río de misterio / hacia la gran verdad que nos aguarda”.)
A ENRIQUE (2)
He comido del pan que te alimenta
y habito bajo el techo que te guarda;
te he visto reflejado en mis pupilas
y llevo tu semilla en mis entrañas.
Estás latente en mí, latente y vivo,
irremediablemente prisionero,
girando por mi pulso y mi contorno,
cautivo de mi esencia y de mi cuerpo.
No servirán el tiempo ni la muerte
para borrar de ti mi eterna huella:
te quedarás prendido en esta urdimbre
en que el hijo nos funde y nos moldea;
te quedarás unido a mi recuerdo
y, aunque el recuerdo a su final llegara,
el gozo y el dolor que te produje
habrán sido la forja de tu alma.
Nuestra raíz común -raíz de tierra-
la siento que se injerta y que se agranda
permitiendo que tengan más perfume
las flores que ofrecemos a la nada.
Nuestros cauces se mezclan en el punto
en que el amor fue vida y fue palabra.
Y hoy vamos por un río de misterio
hacia la gran verdad que nos aguarda.
TIERNO SONETO DEL ESPOSO DE ACACIA
Escribió el siguiente poema Enrique Domínguez Millán, esposo de Acacia, periodista cultural para Radio Nacional de España y Televisión Española, y también poeta como su madrileña esposa. Pensaba entregárselo el día 12 de diciembre de 2002, fecha en que se cumplía el 51 aniversario de su boda. La muerte se la llevó el día 10 y no pudo cumplir su deseo.
AMOR ETERNO
Para Acacia
Si volviera a nacer, mi vida entera
otra vez, con pasión, te entregaría,
que mi vida otra vez sería mía
sólo para que ser tuya pudiera.
Si volviera a nacer, tal vez yo fuera
un ser distinto, pero no querría
tener más horizonte ni más guía
que tus brazos de amante compañera.
Si hay una eternidad, yo no la quiero
si no es para vivir siempre a tu lado
en un renacimiento lento y ciego.
Y si esto no es posible, amor, prefiero
acabar a tus plantas inmolado,
quemado y consumido por tu fuego.
ROBAR LAS ESTRELLAS PORQUE NO TUVIERAS NUNCA OSCURIDAD
Tiernos y estremecedores versos de Acacia Uceta escritos para el hijo. El incondicional amor de la madre quisiera absolutamente la felicidad del hijo. Pero descubre que su protagonismo de madre debería ser haberle transmitido la vida (y con la vida la muerte) y no sustituirle en las encrucijadas oscuras del vivir. Le contempla en la distancia con amor y miedo, casi diría con espanto. Preocupa en el fondo saber qué predomina en el Corazón de Dios, si la bondad o la justicia (“¡Hijo, solo mi paz conseguiría / viendo que te he creado para Dios!”).
Giuseppe Ungaretti ha escrito un tremendo poema, en el que su madre, que nunca ha renunciado a la maternidad, intercede por el hijo en la suprema hora de la verdad existencial del creyente (pulsar).
A MI HIJO
Troncharía todas las flores del mundo
si sólo con ellas pudiera alfombrar
el viejo camino manchado de lodo
por donde mi hijo tendrá que pisar.
Es pura su planta como la azucena
y sus ojos nuevos buscan la verdad.
¡Hijo, quién pudiera robar las estrellas
porque no tuvieras nunca oscuridad!
¡Qué dolor-y qué gozo- es este mío,
imposible de ahogar o de vencer,
de saber que te tengo y que te pierdo
en tu constante, rápido crecer!
¿Hacia dónde camina tu corriente
que no puedo apresar ni retener
yo, que te condené a muerte segura
dándote el privilegio de nacer;
yo, que al darte la luz te he dado el llanto,
que con la risa te ofrecí el dolor,
que al brindarte la carne y la materia
te hice débil y humano pecador?
¿De qué sirven mi fuerza y mi experiencia,
de qué mi inteligencia y mi saber
si no puedo allanarte los abismos
que tendrás en la vida que vencer?
¡Deuda que nunca pagará mi esencia
a la tuya surgida de mi amor!
¡Hijo, sólo mi paz conseguiría
viendo que te he creado para Dios!
ACACIA UCETA
"He procurado llegar a lo metafísico
a través de lo cotidiano"
1.El corro de las horas
FECUNDIDAD
A ENRIQUE
2. Al sur de las estrellas
ÚNICA RESPUESTA
DESESPERADO INTENTO
3.Árbol de agua
EMPEZÓ A ANDAR UN DÍA
TRAS VENTANAS ABERTAS POR LA CIENCIA...
PUEDO ESTAR SOLA
4.Memorial de afectos
A ENRIQUE (2),
AMOR ETERNO, de Enrique Domínguez Millán
A MI HIJO,
5.Pajaroncillo
CREADOR DE FORMAS Y PERFILES