Iniciamos hoy nuestro viaje por la serranía de Cuenca, de espectacular orografía, donde conviven amplios valles junto a abruptos cañones formados en el curso de espectaculares ríos. Contemplamos, en imagen, esculturas naturales que la erosión ha ido moldeando sobre la corteza rocosa calcárea. En esta geografía nació hace un siglo, por los áridos y bellos riscos de Pajaroncillo, el protagonista de los versos de hoy, Leonardo Martínez Bueno.
EL INVITADO DE HOY:
LEONARDO MARTÍNEZ BUENO
Nacido en Pajaroncillo, Cuenca, en marzo de 1915, Leonardo Martínez Bueno jamás se alejó afectivamente de sus orígenes. Como bellamente describe Carlos de la Rica, se esculpió su talento artístico “bajo los frisos de las pedrizas de Pajaroncillo”, contemplando y asimilando “los raros prodigios escultóricos del paisaje natal”. Estudió Leonardo escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid y, sobreviviendo a la guerra civil, terminó sus estudios en 1942. Su contacto con Henry Moore en Londres -nos explica su amigo De la Rica- le hace regresar a la geología “incorporando esa variante tan suya que fuera llama o viento esculpidos, sumiéndose en el hacer más moderno y reciente”.
En el interesante artículo que publicó “Artrevistas”, y podréis reproducir en pdf pulsando aquí, así describe Carlos de la Rica al consumado artista conquense: “Leonardo luce con su calva monumental su bigote, su gran cabeza, la risa de carcajada y el creciente rojo de su rostro, ayudado por la bocanada de humo de su pipa…” Presentamos gráficamente, a continuación, tres de sus fascinantes obras.
BOMBARDEO
Una de las esculturas más impresionantes que he conocido en mi vida: una madre, envolviendo por completo en su manto y su ternura al pequeño que cobija sobre latidos del corazón, eleva en vertical su angustiosa mirada hacia el oscuro cielo que amenaza su vida y destruye sus sueños. No se observa con claridad en esta reproducción, pero también el niño, o niña, imitando a la madre, eleva su curiosa, su inconsciente mirada, al despiadado, injusto, cielo que anuncia destrucción.
DESPERTAR
El aprendizaje del oficio en Barcelona le ayudó a recrear en muchas de sus obras el desnudo femenino. Acaricia, en la imagen, Martínez Bueno una de sus exquisitas realizaciones. Pero escribamos algo de “Despertar”, figura en piedra con la que obtuvo en 1943 la tercera Medalla del Concurso Nacional, y fue instalada en el Parque de Santa Ana de la capital conquense.
La hermosa escultura, bautizada popularmente como “la bella durmiente”, fue salvajemente agredida por gamberros (“cosa de maníacos” sentenciaba Leonardo): pedrada en la nariz, mutilación de un pecho… Tuvieron que retirarla. Pero en 2007 el escultor Javier Barrios entregó al ayuntamiento de Cuenca una réplica en bronce, realizada aumentando hasta ocho veces el tamaño original, sobrepasando los dos metros de altura. Si os apetece conocer la nueva escultura y el relato pormenorizado de su transformación, pulsaraquí.
JESUCRISTO RESUCITADO
La imagen de “Nuestro Señor Jesucristo Resucitado”, firmada en 1953 por Leonardo Martínez Bueno, representa el triunfo sobre la muerte del Nazareno. En actitud de caminar, eleva Jesús la mano derecha en señal de saludo y victoria. Aunque desnudo, le rodea la cintura, como nube, un flotante paño. Soporta la mano izquierda el estandarte de la resurrección: cruz roja y fondo blanco. La cruz está vacía. Cristo, Luz del mundo, nos ha salvado de la muerte y nos abrió las puertas de la Gloria. El rostro sereno y bello de Cristo sugiere bienaventuranza. No os perdáis cómo presentan en su Cofradía la presencia del Resucitado el Domingo de Resurrección (YouTube), pulsando aquí.
Cierra Carlos de la Ricasu hermoso artículo sobre Leonardo, fallecido con 62 años en 1977, evocando su presencia en la supervivencia de su obra y el recuerdo de sus amigos: “Los que fueron sus amigos, sus íntimos, le llevan al poema, a la cuartilla, porque saben que Leonardo sigue hablando en medio de sus cosas, en ese pequeño museo de su taller madrileño que cuida el mimo de la esposa y del perro que ladra sus ausencias. Dejamos acá constancia del hombre y del artista cuyo lenguaje lleva en piedra y en bronce, cuaderno o mármoles la señal de los elegidos.”
Una de esas amistades fue, es, Acacia Uceta, que así lo evoca y materializa en el intenso homenaje “Creador de formas y perfiles”. Como, al contemplar hoy sus esculturas, le hacemos nuestro y él nos hace suyos, nos adentraremos, con Acacia, en su taller y en su creación, en la comunión de los santos, en el concierto universal de la familia humana…
CREADOR DE FORMAS Y PERFILES
Al escultor Leonardo Martínez Bueno
Sí, Leonardo, te vas hacia la tierra,
a un sueño lento y cósmico regresas.
Frisos de roca -los que ayer tallabas-
esperan tu esqueleto fugitivo.
Un levísimo, un suave movimiento
te va acercando al centro del origen
dispersando tu canto en sus metales.
Tú, creador de formas y perfiles,
deshaces tus contornos uno a uno.
Renovador del gesto,
del ritmo y la cadencia de la vida,
hoy te haces artesano de la muerte,
te haces humilde artífice
del caos y de la Nada
para ir destruyendo
tu propia estatua y tu ademán seguro
en el último hacer de todo hombre.
Pero aquí está tu obra recordándonos
la brava forma de tu tierra herida,
el volumen pletórico y transido
de la maternidad, de su alborozo.
Las costureras a que diste aliento
han de seguir mañana
frente a gentes distintas
zurciendo eternidades con olvidos.
Ellas fueron tus hijas,
en piedra y bronce y mármol levantadas,
erguidas frente al mundo
pregonando tu eterna maestría.
La belleza nacida de tus manos
imprimirá en el tiempo su victoria.
La juventud sin fin que tú le diste
será un soplo inmortal de primavera.
El taller de tu casa está vacío.
Triste dormita el barro
esperando el latido de tu arte.
Tu mujer, hilandera de tus días,
siembra rosas en torno a tu memoria
e intenta modelar con su ternura
tu imagen en el yeso del recuerdo.
Yo sé, Leonardo, que mañana cuando
la incesante tormenta de la vida
destruya para siempre
este pequeño grupo
de leales amigos,
continuarán viviendo
las suaves formas que tu amor creara,
estáticas y puras,
alargando sin tregua tu presencia.
