El Corpus, la fiesta que reivindica la presencia real de Cristo en la Eucaristía Eduardo Segura: “Si Dios se ha hecho materia, todo cambia.”
El libro “¿Símbolo o sustancia?” recoge las tesis protestante, anglicana y católica sobre la Eucaristía
“quizá nos habíamos acomodado a ir los domingos a misa”
Eduardo Segura es profesor titular del departamento de filología Inglesa y Alemana en la Universidad de Granada, y también es un estudiosos de la vida y obra de Tolkien.
Eduardo fue elegido para prologar la versión en castellano del libro de Peter Kreeft “¿Símbolo o Sustancia?” una ficción novelada de lo que podría haber sido una tarde de tertulia entre tres personajes muy singulares: un protestante, Billy Graham, un anglicano, C.S. Lewis, y un católico, J.R.R. Tolkien.
El autor coloca sobre la mesa, junto al té y las pastas, un tema muy importante, la Eucaristía, el Sacramento de la Eucaristía.
En el marco de la celebración del Corpus de este año nos acercamos a esta obra de la mano de Eduardo Segura, a quien preguntamos también sobre la singular experiencia que los católicos hemos vivido durante el confinamiento en relación precisamente a este mismo tema, el Sacramento de la eucaristía.
¿Qué pretende esta obra en la que se pone voz a los autores de las Historias de Narnia y el Señor de los Anillos?
En la tradición europea no es tan habitual este tipo de obras que tiene como recurso el diálogo socrático, es más frecuente en la cultura anglosajona. El autor ha escogido tres voces autorizadas para hablar de la Eucaristía desde la perspectiva del mundo protestante, el anglicano y el católico. Es una obra muy al gusto del lector anglo americano y canadiense diría que también.
¿Se podría resumir la tesis de cada uno de los personajes?
No creo que ninguno de ellos defiendan tesis propias. Lo que más bien hace Peter Kreeft, profesor de filosofía en la Universidad de Boston, que además hace 30 años se convirtió al catolicismo, lo que hace es poner en boca de cada uno de los personajes las posturas que desde el principio del cristianismo han existido sobre el tema de la Eucaristía, que en síntesis consiste en defender si la Eucaristía es presencia real, sacramental y sustancial de Cristo en las especies del Pan y del del Vino, o bien si su presencia es solo simbólica. Fundamentalmente es el diálogo entre Lewis y Graham donde se recoge toda la gama de opiniones nacidas desde la Reforma. De hecho la parte más débil de la obra se la lleva las intervenciones de Tolkien, quizá sus intervenciones pretendan solo dejar clara la postura de la ortodoxia católica. Esto puede explicarse también porque el autor es un especialista en la figura de Lewis y a Graham lo llegó a conocer personalmente, y con Tolkien sus conocimientos no son tan bastos como con los otros dos. Cuando más se acerca al personaje real de Tolkien es cuando le deja hablar a través de sus cartas, como la que escribió a su hijo hablándole precisamente de la Eucaristía.
¿Entonces podemos decir que la obra si refleja fielmente a los personajes?
Diría que sí. Quizá en el caso de Tolkien me lo imagino hablando más desde una intimidad más personal. Piensa que a partir de la postguerra, la II Guerra Mundial, Tolkien tuvo una vida sacramental muy intensa, comenzó a ir diariamente a misa, y pasaba largos ratos ante el Santísimo, y en sus cartas se desprende que vivió experiencias de tipo místico, no digo raptos ni cosas extraordinarias, pero sí una fuerte intimidad con Jesús Sacramentado.
¿Podemos encontrar en esta obra aportaciones al diálogo ecuménico?
Por supuesto. Creo que es una de las grandes virtudes de este libro, y lo señalo en el prólogo. Creo que Peter Kreeft ha sido muy hábil al plantear el diálogo sobre la Eucaristía y no sobre el primado de Pedro, donde las diferencias son mucho más radicales a partir de Lutero. Sin duda la Eucaristía puede ser un punto de encuentro para ese hogar común, ese ecumenismo. El lugar común para todo cristiano es Cristo, y sobre su presencia en la Eucaristía se podría recorrer un camino de comunión. No obstante el libro deja entrever una realidad, la del encuentro en la oración al mismo Padre.
Los cristianos acabamos de tener con el confinamiento una experiencia particular, la imposibilidad de acudir a los templos a la eucaristía y comulgar físicamente, que ha sido vivida desde distintas sensibilidades. ¿Cómo crees que puede acabar afectando esta experiencia vivida al tema de la Eucaristía?
Más que un análisis general puedo hablarte de cómo lo he vivido yo. Y a mí esta experiencia sí que me ha servido para preguntarme cuál es el lugar que ocupa la Eucaristía en mi vida. Y puedo reconocer con gozo que yo añoraba al Señor. No poder recibirlo durante tanto tiempo me ha supuesto tristeza, no amargura, pero sí tristeza. Y he sido consciente del valor que tiene recibirlo sacramentalmente con el regreso físico a la iglesia. Yo haría una lectura positiva. A lo largo de la historia se pueden encontrar muchos momentos en los que los cristianos no han podido acceder a la comunión sacramental, en situaciones de guerras, de persecuciones, de catástrofes, … este parón debería servirnos a los cristianos, que quizá nos habíamos acomodado a ir los domingos a misa, qué lugar ocupa Cristo en nuestras vidas. Veo esta experiencia como un aldabonazo del Espíritu para hacernos valorar lo que tenemos.
¿El protagonismo que ha adquirido en estos días la Comunión Espiritual podría reforzar las tesis protestantes?
No, para nada. La validez de la comunión espiritual en el protestantismo se fundamenta en una cotidianeidad, es decir en la negación previa de una presencia real y sustancial de Cristo en el pan y el vino. En el catolicismo es una excepcionalidad. Nosotros lo hemos tenido que hacer porque no teníamos otra opción. Los católicos no damos el mismo valor a la comunión espiritual y a la comunión sacramental. La comunión espìritual es un sucedáneo.
En todo caso es un tema sobre el que no se habla en el libro
Sí, porque no es un libro escrito para situaciones extraordinarias. Si se hubiese escrito después de la pandemia quizá sí se habría tenido en cuenta.
Otro tema relacionado con la Eucaristía que no he visto que se toque es el de los milagros eucarísticos. A lo largo de los siglos se han ido sucediendo y hay constancia de unos cuantos.
Bueno, los milagros son hechos excepcionales, y la base del diálogo en este caso no se hace sobre cuestiones excepcionales sino sobre la normalidad, lo cotidiano. POr ello creo que acudir a los milagros en el debate que plantea el libro sobre la Eucaristía no tendría mucho sentido. En todo caso la Eucaristía es el Milagro de los milagros, todo parte del milagro de la Encarnación. En este caso los milagros eucarísticos no aportarían nada al debate sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía. El mIlagro de la encarnación es lo que da la originalidad al cristianismo respecto del resto de religiones: Si Dios se ha hecho materia, todo cambia. Los corporales de Daroca u otros milagros eucarísticos a los cristianos no tiene por qué suponer nada extraordinario, de hecho nos bastaría con creer el milagro de la consagración que se realiza en directo, delante de nuestros ojos en cada eucaristía. Quizá nos falta fe para verlo. Y ese milagro podemos verlo directamente o a través de la televisión o la tablet como nos ha ocurrido en los días pasados. Debemos revisar nuestra concepción y el valor que damos a la Encarnación.
Y para cerrar la entrevista ¿Crees que Lewis, Graham y Tolkien podrían celebrar juntos la festividad del Corpus?
Tokien y Lewis seguro. Graham guardaría un respetuoso silencio.
Non solum sed etiam
Bienvenido el libro que pone sobre la mesa la oportunidad de hablar sobre la Eucaristía. Siempre he pensado que experimentar la presencia real de Cristo en la eucaristía tiene que ser, aceptarme que digo con respeto la expresión, ¡La Hostia!
Yo puedo decir que parte de mi camino en la Iglesia lo hice de adolescente y de joven en el seno de la Adoración Nocturna, y me sigo considerando adorador aunque ya no vaya a las vigilias. Y siempre he deseado poder tener un día esa experiencia. De momento me quedo con la admiración y la fe ciega de que eso es real, y que la custodia me ayuda a recordar a todo cristo viviente que camina a mi lado. Al que puedo dar un vaso de agua, dar de comer, visitar en la cárcel o el hospital, …