La religiosidad y el hecho religioso son factores sociales que preocupan por diversos motivos, y periódicamente suelen salir estudios que nos ofrecen una visión del panorama religioso actualizado en nuestra sociedad. Y desde hace años los datos se reiteran en una misma dirección.  

El Observatorio Vasco de Inmigración-Ikuspegui en colaboración con el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto han publicado este año un estudio del que se ha hecho eco la Consejería de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno Vasco a través de su consejera, Nerea Melgosa. Este estudio se basa en datos recogidos en los años 2022 y 2023.

Según este trabajo, el 57,2 % de la población creyente es católica, mientras que el 7,3 % pertenece a religiones minoritarias.

Entre estas denominadas  “religiones minoritarias”, la más numerosa es la musulmana, que supone el 4 % de la población residente en Euskadi, le sigue la evangélica, con el 1,1 %, y la ortodoxa, con el 1 %.

En cuanto a las religiones que practican los migrantes, la mayoría son católicos (42,9 %), no obstante otras religiones como la musulmana (17,9 %) o la evangélica o protestante (9,8 %) tienen un mayor peso entre esa población llegada a Euskadi que entre el resto de la ciudadanía.

Un dato que viene preocupando desde hace tiempo a los obispos es el que refleja este estudio: El 35,5 por ciento de la población vasca no se identifica con ninguna religión y se declara atea, agnóstica o no creyente.  

Los centros de culto de adscripciones religiosas minoritarias más numerosos son, en primer lugar, las iglesias evangélicas; le siguen las mezquitas; y, en tercer lugar, los salones del Reino de los Testigos de Jehová.

Otro dato que aporta el estudio es que los fieles de estas “religiones minoritarias” sienten que afrontan “situaciones de indiferencia ante sus creencias y su propia presencia por parte del conjunto de la sociedad vasca, o de un claro y directo rechazo a su religión”.

Declaran que a menudo la imagen que la población general tiene sobre ellas es estereotipada y notoriamente alejada de la realidad.

Y un dato importante, la mayoría considera que no pueden ejercer su derecho fundamental a la libertad de religión y que todavía falta camino hasta llegar a un pleno conocimiento y reconocimiento de la realidad de las minorías religiosas en el País Vasco. 

En el área de las acciones llevadas a cabo por las instituciones locales y autonómicas el informe hace un repaso general y por capitales. Así por ejemplo respecto de la capital de Euskadi señala los siguientes datos: “En cuanto a Vitoria-Gasteiz, desde su ayuntamiento se venían abordando varias cuestiones y demandas provenientes de las entidades religiosas minoritarias, pero a partir del año 2021 se impulsan una serie de iniciativas con las que se da comienzo a una vía de acción en torno a la gestión de la diversidad religiosa en el municipio. En el marco de la labor que se lleva a cabo desde el Observatorio de la Convivencia se elabora un estudio diagnóstico sobre la diversidad religiosa en el municipio, que es presentado en julio de 2022 en una jornada pública sobre la materia. Recientemente el ayuntamiento ha puesto en marcha dos iniciativas relevantes en lo que respecta a la gestión de la diversidad religiosa: la apertura de un espacio de enterramiento para la población musulmana, así como una mesa de la diversidad religiosa, similar a la de Bilbao. En lo que respecta a la gestión municipal de la diversidad religiosa, es preciso indicar que los ayuntamientos de Bilbao y de Vitoria-Gasteiz han sido dos de los primeros en adherirse a la iniciativa de Municipios por la Tolerancia impulsada por la Fundación Pluralismo y Convivencia, con la que se pretende apoyar a los municipios en la gestión de la diversidad religiosa de una manera democrática, inclusiva y plural.”

Non solum sed etiam

Creo que este estudio que analiza las adscripciones religiosas podría verse complementado con otro que “midiese” también las necesidades espirituales de la población. Me explico. Es un hecho que las religiones en general, y la católica en particular han hecho méritos propios, del que se han aprovechado, también hay que decirlo, los sectores críticos y que alimentan la fobia religiosa, para crear un caldo de cultivo donde la religiosidad pierda interés, suscite un rechazo a todo lo que sea institucional religioso y genere una impresión social de “libertad” el apartarse de todo lo que sea “religión”. Así han ido ganando terreno los defensores de una retirada de la clase de religión de las aulas, posibilitando generaciones de incultos religiosos más fácilmente manipulables; los detractores de toda manifestación religiosa en el ámbito público, cargándose sin pudor tradiciones ancestrales y herencias culturales que son el poso de lo que somos como sociedad, o más bien éramos hasta hace cuatro días; y cancha abierta para todos los que hacen una confesión de la existencia de Dios intentando acabar con Él. 

Pero como digo, si bien esta sociedad nuestra está perdiendo adeptos en su militancia religiosa, ello no supone que la inmensa mayoría de las personas no sienta unas necesidades espirituales que cubrir, sobre todo en momentos críticos de soledad, de enfermedad, de problemas. Las personas seguimos necesitando dar respuesta a muchas preguntas trascendentales, vitales y hoy las intentamos dar respuesta desde la Naturaleza, las prácticas orientales que siempre han estado presentes de alguna manera; la magia, o incluso hoy ya desde la tecnología y la IA. 

Las religiones en general, y la católica en particular, tenemos un gran reto por delante, volver a ilusionar, a dar esperanza a la gente y a creer que de verdad hay un Dios que nos ama con locura y que desde la aceptación de la libertad con la que Él nos creó nos espera siempre en la esperanza de que podamos ser fieles a su voluntad que no es otra que la de un mundo mejor.