Prólogo de 'El silencio y la palabra' de José Alegre Vilas Adviento y Navidad...silencio y palabra
"Dios está en su templo, “Dios está en su casa, en su casita”, que dice santa Isabel de la Trinidad, para morar con nosotros"
"Para prepararnos a esta venida de Dios a nuestra casa en Navidad, empieza el tiempo de ADVIENTO. Es necesario, pues, permanecer en silencio, para esperar, para recoger su palabra, y dejarnos educar por ella, dejarnos emocionar"
"En este ejercicio santa María es una referencia única. María es el 'silencio del Evangelio'”
"En este ejercicio santa María es una referencia única. María es el 'silencio del Evangelio'”
| José Alegre Abad emérito de Poblet
“El Señor está en su templo santo:
Silencio en su presencia todo el mundo
(Hab 2,20)
Callad ante mí naciones, esperad mi palabra
(Is 41,1)
El Señor, tu Dios, está dentro de ti,
como soldado vencedor,
se goza y se alegra contigo
renovando su amor
danza por ti con gritos de alegría,
como en días de fiesta….
(Sof 3,14)
Sí, Dios está en su templo, “Dios está en su casa, en su casita”, que dice santa Isabel de la Trinidad, para morar con nosotros, para estar permanentemente con nosotros y educarnos, pues nos dice por medio del profeta: Serán todos enseñados por Dios, y tendrán gran paz… (Is 54,13) Para prepararnos a esta venida de Dios a nuestra casa en Navidad, empieza el tiempo de ADVIENTO.
Es necesario, pues, permanecer en silencio, para esperar, para recoger su palabra, y dejarnos educar por ella, dejarnos emocionar. El ADVIENTO es un tiempo especial para escuchar la Palabra y dejarnos educar por ella. La mejor escucha siempre va precedida de un buen SILENCIO…
Algo que también nos recuerda santa Teresa en su diálogo orante con Dios:
Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y mi morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada…
En definitiva, todo viene a ser invitaciones a ejercitarnos en volvernos hacia nuestro espacio interior, a no quedarnos en las prácticas sensibles, externas, muchas veces vacías, sino que toda nuestra vida exterior proceda de una sintonía con nuestra vida interior; en este sentido toda nuestra vida debería estar animada de este ejercicio profundo… de SILENCIO y ESCUCHA…
En este ejercicio santa María es una referencia única. María es el “silencio del Evangelio”, su presencia física en las páginas del Evangelio aparentemente es ´mínima”, pero sucede que el Evangelio fue escrito para despertar nuestra fe, como da testimonio san Juan:
Otras muchas señales, hizo Jesús, en presencia de sus discípulos que no están en este libro. Hemos escrito éstas para que creáis que Jesús es el Hijo de Dios, y con esta fe tengáis vida gracias a Él… (Jn 20, 30)
O sea que el Evangelio recoge las palabras, el mensaje fundamental para nuestra vida de fe, pero sugiere que también debe haber un silencio receptivo de esas palabras, de ese mensaje de vida.
Y en esto santa María es nuestro modelo, una perfecta referencia con su gesto subrayado en el evangelio:
María se preguntaba qué saludo (el del arcángel Gabriel) era aquel (Lc 1,29)
“María conservaba el recuerdo de todo, meditándolo en su corazón (Lc 2,19)
Ellos (María y José) no comprendieron lo que quería decir… (Jesús) Su Madre conservaba en su interior el recuerdo de todo aquello… (Lc 2,50)
A santa María la contemplamos siempre en “su casa interior”, receptiva a la palabra, que envolvía en su silencio, cuando su sentido la desbordaba, Y en su interior vive una amistad íntima con Dios, que, como nos enseña el profeta, va renovando su amor en una “lucha”, que acaba en una fiesta, en una danza gozosa, fruto de un mecerse en los brazos amorosos de Dios, un Dios Amor.
Nosotros, pues, al empezar el ADVIENTO se nos presentan con una fuerza singular dos voces: SILENCIO y PALABRA. Son dos palabras fundamentales también en la relación humana, que se desequilibra cuando falla una de ellas, o las dos. Es decir, que para escuchar y acoger una palabra debo hacer silencio. Lo mismo a la hora de hablar. Decir palabras sensatas, cargadas de sabiduría, requiere un silencio previo, para no caer en la superficialidad.
El ADVIENTO es la víspera, una víspera larga de la humanidad, de la fiesta del NACIMIENTO DE DIOS HECHO HOMBRE. Es una víspera que viene precedida de muchos siglos en los que se ha ido alternando el SILENCIO y la PALABRA, tanto por parte de Dios, como por parte de la humanidad.
Después de este largo recorrido histórico en la humanidad se llega a un ”equilibrio” entre el silencio y la Palabra. Y la Palabra planta su tienda entre nosotros, como nos enseña el libro de la Sabiduría:
Un silencio sereno lo envolvía todo,
y al mediar la noche su carrera
tu palabra todopoderosa se abalanzó como paladín inexorable
desde el trono real….
(Sab 18, 14)
“Y la Palabra se hace carne y habita entre nosotros”….
Planta su tienda entre nosotros, para proseguir su relación de amor con el hombre, con la humanidad…
Para reconciliar consigo todo el universo, lo terrestre y lo celeste, haciendo la paz con su sangre derramada en la Cruz…. (Col 1)
Y así aparece con luz meridiana que el UNIVERSO es el lugar donde se desarrolla un drama de amor. Un Dios que es, todo Él, Amor, ofrecido gratuitamente al hombre, a la humanidad, y esta humanidad que no siempre encuentra el camino de esta seducción divina.
Esta llamada del Amor a la criatura, Dios la pone de relieve con su Encarnación en un corazón humano por medio del Espíritu del Resucitado. Y a partir de aquí será importante entrar en un diálogo vivo con la Palabra de Dios. Un Dios vivo, Amor, que pide, espera una respuesta de amor por parte del hombre, un ENCUENTRO:
Los caminos de encuentro pueden presentarse con matices muy diversos.
Te conviene entrar dentro de ti y reflexionar en ese espacio interior, conocerte y descubrir que algo hay en ti que te lleva más allá de ti mismo. Es necesario permanecer en silencio y esperar que la palabra te envuelva y haga vibrar todo tu ser hasta experimentar una profunda emoción… ¡Es la emoción de la presencia de Dios!
Los senderos del silencio y de la palabra son diversos. Unas veces puede ser un deseo que de repente te nace dentro, como me comenta una amiga en una carta:
…algunos días siento el impulso y la necesidad de contemplar la salida del sol en el horizonte infinito de la mar… En silencio camino junto al agua que acaricia suavemente la arena en estos días de calma…El frío de la mañana provoca la evaporación, por encima un azul intenso en constante movimiento… La luz se va despertando desvaneciendo la oscuridad y crea en cada momento una infinita explosión de formas y colores… La Belleza es manifiesta y se hace presente la Presencia… Si cierras los ojos un instante, seguro que con un poco de imaginación podrás gozar…
La CREACIÓN es una obra muy bella de Dios. Escuchar en silencio, pasear sin palabras, una inmersión en esta belleza única de la naturaleza nos hace experimentar la viva emoción de una Presencia.
En otro momento el sendero puede ser la relación con otra persona. Cada encuentro interpersonal es un verdadero germen de un acontecimiento humano, capaz de enriquecernos a nivel de amistad, de familia,… donde también es trascendental la relación palabra y silencio, para vivir lo mejor del otro en la abertura y comunicación del misterio personal que es cada uno de nosotros, un misterio profundo, insondable y muy desconocido por cada uno, pero que viene a ser conocido a medida que vivimos dicha comunicación, que imperceptiblemente nos va abriendo a otra dimensión trascendente: la dimensión religiosa. Desgraciadamente, el ritmo de la vida actual no facilita la inmersión en la naturaleza, ni la inmersión en una relación humana. Más bien el ambiente está favoreciendo la crispación.
Y en la crispación la persona no madura, no llega a tener una abertura profunda de su vida. La superficialidad, difícilmente capta la presencia divina. Dios es Amor, y el Amor envuelve toda la naturaleza humana, y si no hay una vibración de toda la persona, configurada para vivir el amor, muy difícil será nuestro acceso a la vida de Dios.
Y a esto nos quiere preparar el ADVIENTO y la NAVIDAD: a la presencia de un Dios Amor que quiere, que espera, de nosotros una correspondencia de amor.
Para ayudarnos a dar esta respuesta tenemos la 7 ANTIFONAS MARIANAS de ADVIENTO, directa y profundamente unidas a la persona de santa María, la llena de gracia, la que siempre tiene a Dios con ella.
Por esto, a partir del día 17 de Diciembre, a la mitad de este tiempo de ADVIENTO, cada día, hasta el día 23 tenemos la oportunidad de hacer una reflexión, acompañados por la presencia de la Virgen María, contemplando como ella vivió este Amor divino en su vida, como vivió su relación humana… Tenemos la oportunidad de hacer una oración especial en estos días para que el “Señor esté con nosotros”, como lo estuvo con ella, y como ella, con santa María, sigamos concibiendo y dando a luz el Amor divino en nuestra sociedad.
Estas son las palabras claves de las ANTÍFONAS de los días sucesivos:
Día 17: SABIDURIA, casa, camino…
Día 18: ADONAI, Señor, desierto, ley, norma…
Día 19 RENUEVO, primavera, Pascua…
Día 20: LLAVE, Palabra, silencio, casa, cerradura
Día 21: SOL NACIENTE, Luz, Oriente
Día 22: REY, Reconciliación
Día 23: EMMANUEL, Dios nosotros
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