El sacerdote lidera la Comisión pospandemia: novedosa, variada y rápida Augusto Zampini: "Queremos que los líderes aprieten el botón de 'resetear'"
Sergio Rubin dialoga con Augusto Zampini, el sacerdote argentino designado por el papa Francisco para coordinar la pospandemia
"El coronavirus no es un castigo de Dios, sino una autopunición", asegura Augusto Zampini, a quien el pontífice puso al frente de la task-force vaticana que busca estrategias para "salir del túnel" de esta crisis mundial
"Todas las semanas la Comisión trabaja sobre respuestas concretas a la crisis: coordina la asistencia a las regiones más necesitadas del planeta, junto a Caritas Internationalis y examina temas relevantes que se están debatiendo a nivel global"
"Estamos aprovechando este momento de confinamiento para elaborar alternativas que integren las áreas de ecología, salud, economía y seguridad, y por supuesto espiritualidad, con una visión del largo plazo"
"Me parece utópico creer que podemos tener una vida y una sociedad más sana sin cuidar de nuestra Casa Común. Como dijo la primer ministro de Nueva Zelanda, necesitamos más empatía y menos fuerza bruta"
"Entendemos que la respuesta a esta crisis debe provenir de una perspectiva integral que aborde todas las dimensiones de la crisis, y así fortalecer la resiliencia de personas y sistemas, y evitar crisis similares en el futuro"
"La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las personas y de los sistemas que hemos creado, poniendo en jaque todo, y forzándonos a ir a las fuentes, a los valores más esenciales del ser humano"
"Todas las semanas la Comisión trabaja sobre respuestas concretas a la crisis: coordina la asistencia a las regiones más necesitadas del planeta, junto a Caritas Internationalis y examina temas relevantes que se están debatiendo a nivel global"
"Estamos aprovechando este momento de confinamiento para elaborar alternativas que integren las áreas de ecología, salud, economía y seguridad, y por supuesto espiritualidad, con una visión del largo plazo"
"Me parece utópico creer que podemos tener una vida y una sociedad más sana sin cuidar de nuestra Casa Común. Como dijo la primer ministro de Nueva Zelanda, necesitamos más empatía y menos fuerza bruta"
"Entendemos que la respuesta a esta crisis debe provenir de una perspectiva integral que aborde todas las dimensiones de la crisis, y así fortalecer la resiliencia de personas y sistemas, y evitar crisis similares en el futuro"
"La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las personas y de los sistemas que hemos creado, poniendo en jaque todo, y forzándonos a ir a las fuentes, a los valores más esenciales del ser humano"
"Me parece utópico creer que podemos tener una vida y una sociedad más sana sin cuidar de nuestra Casa Común. Como dijo la primer ministro de Nueva Zelanda, necesitamos más empatía y menos fuerza bruta"
"Entendemos que la respuesta a esta crisis debe provenir de una perspectiva integral que aborde todas las dimensiones de la crisis, y así fortalecer la resiliencia de personas y sistemas, y evitar crisis similares en el futuro"
"La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las personas y de los sistemas que hemos creado, poniendo en jaque todo, y forzándonos a ir a las fuentes, a los valores más esenciales del ser humano"
"La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las personas y de los sistemas que hemos creado, poniendo en jaque todo, y forzándonos a ir a las fuentes, a los valores más esenciales del ser humano"
| Sergio Rubin
(Valores religiosos).- ¿Qué llevó al Papa a crear una comisión para pensar el mundo de la post pandemia?
Ante el rápido avance del virus, el Papa Francisco, como pastor universal de la Iglesia, sintió la necesidad urgente de dar un gesto de compasión y apoyo a todas las personas que están sufriendo, a las iglesias locales, y a todos los líderes que hoy tienen que tomar decisiones difíciles, decisiones que afectarán el futuro de la humanidad. Ante tanta incertidumbre, la Iglesia puede ser un foco de esperanza y también una guía moral para el escenario complicado que se viene. La tentación es querer salvarnos solos de esta tormenta -mi grupo, mi región, mi nación, mi empresa, etc. De allí que la Iglesia quiere proponer la brújula del bien común para poder salir como familia global. "Anticipen el futuro", nos dijo el Papa. Así que analizamos las consecuencias socioeconómicas, culturales, políticas y espirituales de la pandemia, con ciencia y fe, con lo mejor de nuestra tradición, pero con imaginación, pues esta es una crisis nueva que requiere de respuestas novedosas.
¿Quiénes la integran y cómo trabaja?
La comisión es en sí novedosa por su variedad. La conforman instituciones y personas católicas y no católicas, institutos de investigación y movimientos sociales, asesores políticos internacionales y nacionales, académicos y activistas, todos conectados con el Dicasterio (ministerio) para el Desarrollo Humano Integral del Vaticano, presidido por el Cardenal Peter Turkson. También es novedosa por su celeridad. Todas las semanas la Comisión trabaja sobre respuestas concretas a la crisis. Por un lado, coordina la asistencia a las regiones más necesitadas del planeta, junto a Caritas Internationalis. Por el otro, examinamos temas relevantes que se están debatiendo a nivel global, como la deuda interna y externa, las reacciones de organismos internacionales, políticas económicas de rescate, inseguridad cibernética y alimentaria, conflictos y la pandemia, desempleo y asignación universal básica, el futuro del trabajo, la salud integral (física, mental, emocional), etc.
¿De qué diagnóstico parten? Hay presidentes que niegan la gravedad de los riesgos sanitarios...
Quienes niegan los riesgos sanitarios o los económico-sociales, son ciegos que no quieren ver, como dice el Evangelio. Pero también lo son quienes desean volver al “business as usual”, y hacer como si nada hubiera ocurrido. Nuestros diagnósticos parten del “ver” la realidad desde la ciencia y desde los que más sufren, antes de juzgar o proponer. Y vemos que el coronavirus ha remarcado las contradicciones y las debilidades inherentes en nuestras estructuras e instituciones sociales. Al ver todo esto, entendemos que la respuesta a la pandemia requiere de sistemas económicos y sociales menos desiguales, de una salud pública concebida de modo distinto, de una relación con la naturaleza más armónica, y de políticas públicas nacionales e internacionales acordes. Es decir, que la respuesta debe provenir de una perspectiva integral que aborde todas las dimensiones de la crisis, y así fortalecer la resiliencia de personas y sistemas, y evitar crisis similares en el futuro.
Todavía no se ve la luz al final del túnel. ¿Ya se pueden diseñar propuestas?
Hay parálisis y confusión de cómo salir del túnel. Algunos proponen una salida con más de lo mismo. Otros que quieren ir para atrás, relajando los esfuerzos de todas las naciones para generar empleos dignos y sustentables y una economía circular. Nosotros, en cambio, queremos que los líderes aprieten el botón de ‘resetear’. Para ello, estamos aprovechando este momento de confinamiento para elaborar alternativas que integren las áreas de ecología, salud, economía y seguridad, y por supuesto espiritualidad, con una visión del largo plazo. ¿Qué mundo queremos en diez años? Pues allí debemos ir entonces. Claro que, como toda crisis, ésta también afecta sobremanera a las comunidades y personas más vulnerables. Y esto es lo que queremos cambiar, porque si hay algo que nos distingue como “sapiens” es la capacidad de cuidar a los más débiles, y hoy en ese grupo también se encuentran los ecosistemas.
¿No es utópico pensar que después de la pandemia trataremos mejor a la naturaleza o se gastará menos dinero en armas?
Más que utópico creo que este cambio es necesario. La pandemia del coronavirus es un síntoma de la crisis ecológica; nosotros avanzamos sobre la naturaleza y ella reaccionó. Lo que sí me parece utópico es creer que podemos tener una vida y una sociedad más sana sin cuidar de nuestra Casa Común, o pensar que invirtiendo trillones de dólares de dinero público en armamentos vamos a combatir los virus. Como dijo la primer ministro de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, necesitamos más empatía y menos fuerza bruta. La lucha contra el virus, sea el corona u otro virus más de carácter social, se gana promoviendo una “ecología integral”, integrando lo social y lo ambiental, impulsando una cultura del cuidado y del respeto, no del atropello y del daño.
¿Hay temor en la iglesia de una profundización de los nacionalismos y autoritarismo?
Las crisis acentúan nuestras virtudes y defectos; de ellas salen lo mejor y lo peor de nosotros. Antes de la pandemia había una tendencia a la vuelta a los nacionalismos y un gran escepticismo al multilateralismo. No es una sorpresa, entonces, que quienes quieren fomentar los nacionalismos extremos -sea para aumentar su poder interno o externo, doblen su apuesta. Pero como una pandemia es un mal común, no se cura con el bien de algunos, sino con el bien común. Muchos, gracias a Dios, se están dando cuenta de que esto es aplicable no sólo al coronavirus, sino también a otros males sociales. Además, yo no puedo imponerle al Covid-19 que deje de operar; tengo que estudiarlo, invertir en ciencia, en diálogo y en cooperación internacional. Y esto requiere de multilateralismo y solidaridad global, algo claro para el tratamiento, la producción de una vacuna y la prevención futura del virus.
¿La crisis que disparó la pandemia está jaqueando al capitalismo?
La crisis ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las personas y de los sistemas que hemos creado, poniendo en jaque todo, y forzándonos a ir a las fuentes, a los valores más esenciales del ser humano. Las finanzas, en las últimas décadas, han fomentado una economía basada en valores de mercado que responden a modelos financieros-matemáticos, con la sola idea de un retorno rápido y a cualquier costo. Esta “financialización” económica ha tomado distancia de los verdaderos valores de la sociedad, como lo admitió la semana pasada el ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. La pandemia puede ser una oportunidad para revertir esto, para que las finanzas sirvan a la verdadera economía, y a una economía al servicio de las personas y de las sociedades, ayudando a lograr los principales objetivos que ellas se proponen.
Hay quienes creen que esta pandemia es un castigo de Dios. ¿Qué opina?
Es válido preguntarse: “¿qué quiere decir Dios con esta crisis sanitaria?” Pero cuando vemos cómo hemos tratado la naturaleza, los animales y a nosotros mismos, nos damos cuenta de que la pandemia no es un castigo de Dios, sino más bien una auto-punición. Hay un viejo dicho en la Iglesia que dice: Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza nunca. Nuestro destino está atado a la naturaleza, a lo que nosotros llamamos creación de Dios. Para prevenir crisis similares y aún peores, es preciso que dejemos de destruirla y comencemos a amarla.