"Manos Unidas nos ayuda mirar hacia afuera de nuestras fronteras" Monseñor Escribano: "La diócesis de Zaragoza tiene un gran potencial evangelizador, con mucha gente comprometida"
"Zaragoza es una diócesis con mucha gente implicada en la evangelización y trabajando con muchas ganas. Estoy convencido de que encontraremos caminos para iluminar e intentar solucionar cualquier dificultad"
"Manos Unidas nos ayuda a mirar hacia afuera de nuestras fronteras. Es bueno caer en la cuenta de que todos somos responsables de todos:'tu sufrimiento no puede dejarme indiferente"
"Las naciones más potentes deben asumir que la ayuda al desarrollo no es optativa, sino indispensable"
"De esta pandemia saldremos distintos. Yo creo que estamos tomando ya conciencia de ello"
"Personalmente creo que una de las tareas de la Iglesia en estos momentos es el intentar destilar la sabiduría que contiene una situación tan dolorosa como la que ha generado la pandemia"
"Las naciones más potentes deben asumir que la ayuda al desarrollo no es optativa, sino indispensable"
"De esta pandemia saldremos distintos. Yo creo que estamos tomando ya conciencia de ello"
"Personalmente creo que una de las tareas de la Iglesia en estos momentos es el intentar destilar la sabiduría que contiene una situación tan dolorosa como la que ha generado la pandemia"
"Personalmente creo que una de las tareas de la Iglesia en estos momentos es el intentar destilar la sabiduría que contiene una situación tan dolorosa como la que ha generado la pandemia"
Casi dos meses después de su llegada a Zaragoza, don Carlos Escribano (Carballo, La Coruña, 1964) arzobispo de Zaragoza y consiliario de Manos Unidas, confirma su sintonía con la ciudad a la que ha retonardo y donde ejerció su sacerdocio: "Es una diócesis con mucha gente implicada en la evangelización y trabajando con muchas ganas". De ahí que ya esté pensando en utilizar toda esa fuerza para "comenzar a preparar nuestra propuesta misionera ‘poscovid’"
Como consiliario de Manos Unidas ve la metodología de esta organización inspiradora para Zaragoza y el mundo: 'concienciar aquí, para ayudar allí'. "Creo que ese es el reto que nos puede ayudar a trasformar las cosas". Esperanzado, nos dice que esta pandemia saldremos distintos; "una buena oportunidad para comprender que todos somos responsables de todos: personalmente creo que una de las tareas de la Iglesia en estos momentos es el intentar destilar la sabiduría que contiene una situación tan dolorosa como la que ha generado la pandemia".
- Apenas dos meses después de su llegada a Zaragoza, ¿ya le ha tomado el pulso a la archidiócesis?
Es la tarea a la que estoy dedicando la mayor parte del tiempo. Los encuentros con los sacerdotes por arciprestazgos, las vistitas a las parroquias, a las delegaciones e instituciones diocesanas, el diálogo con los religiosos, laicos, etc. me están permitiendo aproximarme de nuevo a la realidad de la archidiócesis de Zaragoza. Es una diócesis con mucha gente implicada en la evangelización y trabajando con muchas ganas. Como en todos los sitios hay dificultades, pero estoy convencido de que encontraremos caminos para iluminarlas e intentar solucionarlas.
- ¿Cómo se ha sentido acogido?
En general con afecto. En estas semanas he tenido la oportunidad de reencontrarme con viejos amigos y compañeros de esta diócesis, con los que tuve la oportunidad de trabajar intensamente en mis años de sacerdote en Zaragoza. Aquellos años fueron de trabajo pastoral muy intenso en las parroquias y movimientos en los que serví y en los que aprendí mucho. Ahora la Providencia me da la oportunidad de volver a encontrarme con ellos, desde el ministerio episcopal.
- ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de su nueva diócesis en esta primera toma de contacto?
Yo creo que todos somos conscientes de que estamos viviendo una situación que nos condiciona enormemente en todos los órdenes de la vida, también en el pastoral. Y eso se nota cuando mantienes encuentros con la gente y tienes la oportunidad de conocer la realidad que están viviendo. A pesar de ello, la diócesis de Zaragoza tiene un gran potencial evangelizador, con mucha gente comprometida y dispuesta a asumir el reto de seguir siendo auténticos discípulos misioneros. Creo que debemos hacer un gran esfuerzo en comenzar a preparar nuestra propuesta misionera ‘poscovid’.
- 'Contagia solidaridad para acabar con el hambre' es el lema de la campaña de este año de Manos Unidas. Un lema que dice mucho y, además, en tiempos de pandemia, ¿verdad?
Si. Creo que es un lema muy evocador. Nos ayuda a tomar conciencia de que vivimos en un mundo globalizado, donde, como nos recuerda Francisco, “no podemos salvarnos solos”.
Manos Unidas nos ayuda a mirar hacia afuera de nuestras fronteras. Es cierto que en España la crisis sanitaria ha generado una crisis social y económica sin precedentes. Pero también es cierto que esa crisis, está golpeando muchas regiones del mundo mucho más vulnerables que España. Y a pesar de que eso nos condiciona, es bueno caer en la cuenta de que todos somos responsables de todos y de que, en esos lugares más empobrecidos, necesitan de nuestra ayuda, en definitiva, de nuestra “solidaridad que debe ser contagiosa”.
- Las cifras del hambre en el mundo siguen siendo escandalosas y el papa Francisco reitera que este sistema 'mata'. ¿Qué podemos hacer para cambiarlo y conseguir un capitalismo de rostro humano?
La tarea/metodología que utiliza Manos Unidas me parece muy sugerente: concienciar aquí, para ayudar allí. Creo que ese es el reto que nos puede ayudar a trasformar las cosas. Concienciar a nuestro entorno más cercano para que crezca la virtud de la solidaridad en el corazón de muchos, creyentes y no creyentes: tu sufrimiento no puede dejarme indiferente; lo que te pasa me importa y debo actuar en consecuencia. Esa acción, en el caso de Manos Unidas, es eficaz y generosa, pero a la vez, lógicamente, limitada. Manos Unidas puede aportar gotas de agua en el inmenso océano de la pobreza que golpea al mundo. Y esa aportación es necesaria y cambia la vida de muchos. Pero hay que aspirar a más. Y ahí es donde entran las naciones más potentes que deben asumir que la ayuda al desarrollo no es optativa, sino indispensable y hay que intentar articularla de modo eficaz, para que se convierta en un motor real de trasformación de la realidad y que lleve a un desarrollo integral de toda la humanidad.
- ¿Cómo contagiar entre los creyentes una mayor solidaridad?
En el fondo se trata de recuperar las enseñanzas de Jesús. Desde ellas intentar ser consecuentes. El amor hacia los necesitados y el compromiso con los mismos no es optativo para los creyentes en Jesús. Francisco, en el Año de la Misericordia, nos hablaba de la capacidad de recrear, de actualizar las obras de misericordia. Y ese es un reto que puede dinamizar la solidaridad entre los creyentes: ser creativos a la hora de ver como me puedo aproximar a tus necesidades, no ser nunca indiferente a las mismas e intentar arrimar el hombro para solucionarlas.
- ¿Ser consiliario de Manos Unidas es un motivo de orgullo y de responsabilidad para usted?
Me siento muy privilegiado de pertenecer a esta asociación. El poder ver el compromiso generoso solidario de tantas mujeres y hombres (voluntarios, trabajadores, colaboradores o benefactores) que trabajan y colaboran en Manos Unidas, reconozco que me ha resultado muy edificante y he tenido la oportunidad de aprender mucho de todos ellos.
- ¿Saldremos mejores de la pandemia?
Saldremos distintos. Yo creo que estamos tomando ya conciencia de ello. Personalmente creo que una de las tareas de la Iglesia en estos momentos, además de nuestro compromiso con los más necesitados, es el intentar destilar la sabiduría que contiene una situación tan dolorosa como la que ha generado la pandemia. Francisco con sus acertadas reflexiones nos está ayudando a ello. Entiendo que este discernimiento, si somos capaces de hacerlo bien, nos puede enriquecer como Iglesia y, a la vez, enriquecer al resto de la sociedad, quedándonos con las enseñanzas que nos hacen crecer y desechando aquello que nos lastra.
- ¿Tras el largo paréntesis litúrgico, espera que los creyentes vuelvan de nuevo a la Iglesia en la misma proporción o, incluso, que aumente su presencia?
Llevamos casi un año con restricciones en los aforos de las celebraciones y también han fallecido muchos miembros de nuestras comunidades, sobre todo gente mayor. Pero tengo la confianza de que poco a poco, la gente irá retornando y volverá a participar en las celebraciones de la eucaristía y en las reuniones y encuentros que se puedan celebrar. También en algunos lugares han constatado que esta situación tan dolorosa que hemos pasado ha llevado a muchas personas a plantearse en serio el sentido de su vida; seguro que eso dará su fruto.