Antonio Aradillas 'Corralito' episcopal
(Antonio Aradillas).- En su día, un editor me sugirió la redacción de un libro en el que explicara lo más detalladamente posible cómo se "cocinaban" (sic) los nombramientos de los obispos en España. Después de sensata y documentada reflexión, opté por rechazar tal encomienda, basado sobre todo en mi menguada capacidad de digerir ciertas coincidencias y particularidades exigidas en quienes habrían de ser miembros de la Conferencia Episcopal. Los procedimientos para aderezar de la "vida y milagros" oficiales de algunos de ellos, me resultó desde el principio definitivamente empachosa.
Con ocasión de la "nota" suscrita por los "Obispos del Sur", solidarizándose con uno de sus miembros más cualificados, protagonista de noticias propias y específicas de las secciones judiciales y de las "sexualerías y finanzas", y en contra, por supuesto, de los medios y profesionales de la comunicación , digital o no, pero "religiosa", no puedo rehuir apuntar al menos, estas sugerencias:
. El episcopado actual español, como colectivo, precisa urgente y profunda reforma. En tan sagrada tarea está ya empeñado el Papa Francisco, y los nombramientos recientes, promociones y remociones, así lo profesan de manera audaz y valiente, sin otra intención que la del servicio pastoral al pueblo de Dios y al margen de politiquerías eclesiásticas domésticas, que pervierten el orden sagrado, con preferente inclusión del episcopal.
. La política eclesiástica reciente, ya, " y por la gracia de Dios", sin interferencias civiles pretéritas, resultó ser aproximadamente tan nefasta como la de en otros tiempos "Glorioso Movimiento Nacional". Los criterios seguidos en la selección de los "episcopables", así lo reclaman y lo testifican, al habérseles exigido siempre tan notables dosis de docilidad, y aforo infinito del "Amén", con el reconocido certificado y pedigrí de pertenencia- compromiso con movimientos espirituales conservadores a ultranza, voto de obediencia implícito, y concepción de la religiosidad, en exclusiva o fundamentalmente, relacionada con el culto, con la consiguiente asepsia a los gérmenes "patógenos" del laboreo social, en cualquiera de sus expresiones, con "discreta y prudente" administración de denuncias de corrupciones sociales o políticas de las clases dirigentes, y menos de las tradicionalmente llamadas "católicas, apostólicas y romanas".
. Teniendo exactamente en cuenta el Grupo de Obispos del Sur, firmantes de la noticia-denuncia que me ocupa, extraña y escandaliza dentro y fuera de la Iglesia, que cinco de los "hermanos en el episcopado", procedan del tronco común de "Caja-Sur", habiendo sido todos ellos reeducados pastoral y financieramente en el "corralito" cordobés, generador de informaciones tan desastrosas para la economía española de los últimos tiempos, y más para la propia Iglesia. Los Papas anteriores, el Nuncio, sus asesores y quienes de alguna manera y "cardenaliciamente" representaban, y estaban al frente, de la Conferencia Episcopal Española, son responsables de la mediocridad de nuestros obispos, entre los que destaca en mayor proporción el carrerismo personal, y el de los suyos, denostado por el Papa Francisco con evangelio y sentido común.
. Pero como quienes de verdad expertos en "episcopología" son los sacerdotes diocesanos, y no pocos laicos, el Nuncio y el resto de quienes "cocinen" sus nombramientos, han de seguir escuchando su voz en relación con sus comportamientos como pastores, como "patronos" y como cristianos. Multitud de quejas fueron, y siguen siendo, archivadas, en hipócrita evitación de convertirse en otros tantas "noticias escandalosas", lo que desalienta a quienes, vencidos tantos escrúpulos, decidieron actuar como miembros responsables del pueblo de Dios, en libertad, y sin aherrojar sus palabras proféticas. Todo "corralito", y más el bancario, afea y vilipendia a la Iglesia hasta su estigmatización y consiguiente rechazo, fomentando, sobre todo entre "impositores" y clientes frustrados, explicables susceptibilidades nada constructivas para la causa del Reino de Dios.