Cobo y Czerny, a la cabeza de una Iglesia que rema para todos Embarcados en salida en un bote salvavidas
Queremos. En plural. No solo plural mayestático. Remamos en la misma barca. Camino en común que la sinodalidad en salida empuja. El sínodo, creo modestamente, se juega mucho más en su ejercicio real y práctica constante – hoy y mañana también- que en los documentos posibles
Un cayuco o patera grande. Para diez personas con diez remos. Diez y diez. Lleno al máximo. Reman hacia tierra. Imposible volver al barco del que saltaron. Había sido tragado por las aguas. Pronto se encuentran con un superviviente braceando en el agua, luchando contra las olas. ¿Qué hacer? Se preguntan. ¿Nos apretamos un poco más para acogerlo y ponemos en peligro un barco diseñado para diez?
| Jose Luis Pinilla Martín s.j.
Arranca el Sínodo. Don José Cobo sigue embarcado, esta vez ya como reciente cardenal, en la nave de la Iglesia . Y me alegro mucho. Hace pocos días le ví “remando” en un mar figurado ( en una dramatización realizada por emigrantes ) dirigiendo la nave de los que estábamos en una vigilia de denuncia ante los Cies .: “Tantos ahogados que no tienen voz. Queremos ponerles voz a esos que se han quedado a mitad del camino. A esos a quienes se les ha quebrado la esperanza. A aquellos expulsados que atraviesan la historia”.
Parte la barca sinodal. Necesita no solo el soplo del Espíritu. También la fuerza de sus remeros. Ellos. Tu y yo. Aunque algunos, incluso dentro de la Iglesia, reman en sentido contrario para su desgracia y la de los demás. Han escogido el viento contrario de la Historia, de la esperanza del Papa y de los signos de nuestros tiempos. Si fueran estatuas de sal quedarían diluidos. Pero por desgracia quieren ser islotes de roca dura que estorban a los que tienen el horizonte delante y no quieren tenerlo detrás. “La muerte en Dios, el futuro cierto de la vida de los pobres, es la realidad que marca el camino de muchos migrantes. Pero algo nos dice que esa esperanza no será posible si el que la espera, aunque creyente, está «instalado» en el presente, en su bienestar, en su mundo, «en su tierra firme». Que también lo ha dicho Jose Cobo .
Queremos. En plural. No solo plural mayestático. Remamos en la misma barca. Camino en común que la sinodalidad en salida empuja. El sínodo, creo modestamente, se juega mucho más en su ejercicio real y práctica constante – hoy y mañana también- que en los documentos posibles
Hablando de cardenales, me viene a la memoria, aquella intervención de un “compañero” jesuita ( “cum panis”) Michael Czerny , que pudimos traer a Madrid hace añospara empujar el compromiso migratorio de tantos . Con la CEE y la Universidad de Comillas. En Iglesia. Buscando aliados contra «los discursos del miedo» . Participaron Obispos, delegados diocesanos de Migraciones, asociaciones de inmigrantes, ONG católicas y laicas…y entre ellos también el entonces obispo auxiliar D. José Cobo, mi último Presidente de Migraciones de la CEE.
Comentaba una parábola, muy significativa , a propósito de la ‘Fratelli Tutti’ con el que posteriormente sería el cardenal Michael Czerny , que lleva en su ADN la sangre migratoria, y quien “eligió” una cruz pectoral de madera de una barca hundida en el Mediterráneo. Está en la cúpula del Dicasterio que se ocupa de los migrantes.‘Estamos todos en el mismo barco’, decía para explicar la imagen, tomada de dos discursos del papa Francisco. Ypara no quedarse en las nubes, hizo lo mismo que el Papa con su encíclica. Este puso de ejemplo práctico al Buen samaritano. Y Michael Czerny recogió una imagen de su “cosecha”: el bote salvavidas.
También pudiera ser un cayuco o patera grande. Para diez personas con diez remos. Diez y diez. Lleno al máximo. Reman hacia tierra. Imposible volver al barco del que saltaron. Había sido tragado por las aguas. Pronto se encuentran con un superviviente braceando en el agua, luchando contra las olas. ¿Qué hacer? Se preguntan. ¿Nos apretamos un poco más para acogerlo y ponemos en peligro un barco diseñado para diez? A cambio utilizaron la estrategia arriesgada del diálogo y alguien tuvo una idea inusual: “Hagamos turnos. Si cada uno de nosotros puede nadar unos minutos, uno tras otro, el barco nunca quedará abarrotado, y los once tendrán una buena oportunidad de sobrevivir”. Aquí, la lucha no era por la nostalgia de llegar a un barco más grande que no había, ni defender violentamente (como muros y vallas en tierra) la aparente seguridad de los que estaban en la barquita; era necesario avanzar hacia una nueva forma de lograr la supervivencia e ir a más. Es la imaginación que la caridad produce.
En nuestro contexto actual que rompe los diálogos y puentes, las pobrezas concretas apenas salen ( abundan los exabruptos, eufemismos, incoherencias etc - ) . Y descubrir , y poner en primer plano, mucho más lashistorias concretas , cada vez muchísimo más numerosas, ( ¡ y ya masivas ¡ ) de emigrantes que quieren subir al barco . Y que nadie puede cubrir sin vergüenza Muchos náufragos en el mar y en la historia.
Descubro ahora mucho más vidas precarias que cuando hace años avisábamos de que la llegada de migrantes que venían del “Este” del Mediterráneo entraría por nuestro “Sur”. Y no solo de tránsito. Incluso navegando también desde aquella Centroeuropa ajena a lo que pasaba en el Estrecho . Me cuesta creer que seamos más fuertes como se aseguraba en las ilusiones pandémicas. ¿Los emigrantes también? Por eso siguen y siguen errantes por los caminos y mares del mundo llevados por las olas de la vida y la muerte. Cada vez más.
Y si acaso, preguntémonos , por seguir con la imagen de la barca con remos , si embarcados en ella , no nos cruzaríamos con ese Barco insultantemente enorme , llevando contenedores a modo de viviendas o camarotesindignos para alojar y transportar a unos cuantos emigrantes. ¿Camino de Ruanda, o sin ningún destino ?
No estamos todos en el mismo barco. Sí estamos en el mismo mar. Sin embargo, unos en “yates” otros en “lanchas rápidas”, otros con chalecos salvavidas de papel y otros nadando desnudos. Sin nada, como los verdaderos “hijos de la mar” que esta recoge sin que conozcamos su nombre. ¿ Achico mi puesto y nado ( cada uno como pueda y donde pueda ) en el lugar del que se cansa de bracear agarrado al borde?
Pero al menos se trata de que no nos roben la esperanza. Se trata de imaginar – también desde las pateras- con lacaridad también política. Y seguir remando todos a una, dando relevos a los cansados y haciendo hueco para subir a nuestro lado al que se hunde . Para erradicar las desigualdades sociales crecientes. Es preciso seguir apostando y soñando por que todos seamos hermanos. La encíclica fuente de la parábola citada , invitaba a recomponer muchos sueños porque, como se dice, prácticamente en el frontispicio de la encíclica (nº10) hay “sueños que se rompen en pedazos”. Sueños y horizontes que negamos a los migrantes y refugiados , por ejemplo, pero que no nos negamos a nosotros. Y no podemos seguir así.
Quiero soñar con la practica efectiva de sinodalidad. Con ellos .
“Imaginad”, decía aquella canción de los Beatles que concluye con estos versos: “Puedes decir que soy un soñador/ pero no soy el único/ Espero que algún día te unas a nosotros/ y el mundo será uno solo”.
Los remeros del bote salvavidas tuvieron la imaginación suficiente para incluir a los otros que se hunden.
Y ver juntos, remando, a Michael Czerny y a José Cobo me anima mucho