Antonio Aradillas Guadalupe como problema

(Antonio Aradillas).- Con indescriptible y emocionante fervor, tan cristiano y mariano, como patriótico y autonómico a la vez, los extremeños expresamos "desde nuestra más tierna infancia", y posiblemente a falta del reconocimiento de otros valores, el amor y devoción a la Virgen de Guadalupe, con ardorosos cánticos populares como este :" Somos los hijos del Gran Pizarro/, los hijos somos de Hernán Cortés/ y en nuestro pecho noble y bizarro/ un alma late que fuego es/...Bajo los pliegues de tu bandera/ luchar queremos cruzadas mil..."

Pro acontece, que, pese a lo del "fervor", "Gran Pizarro", "Hernán Cortés","pechos nobles y bizarros", "almas que laten", "banderas desplegadas al viento", y hasta referencias cautamente amenazantes a algunas de las "cruzadas mil", la Santísima Virgen, con su Puebla y su monasterio, este por más señas "Patrimonio de la Humanidad", siguen exiliados de la demarcación eclesiástico- administrativa, correspondiendo para todos los efectos a la archidiócesis de Toledo, "Primada" de España y otras lindezas feudales, impropias de la Iglesia y menos de la pastoreada por el Papa Francisco.

Con serias razones, humanas y divinales, no se puede seguir consintiendo un solo día más que su Patrona canónica, y a la vez fiesta civil, no pertenezca ya a alguna de las diócesis extremeñas. Para los extremeños/as, católicos o no, este hecho es una ofensa, como lo sería, por ejemplo, para los catalanes que la Virgen de Monserrat perteneciera a Aragón, la del Pilar a Cataluña, la riojana de Valvanera se hiciera andaluza o Santiago emigrara religiosamente a Donosti- San Sebastián.

¿Qué razones pueden esgrimirse hoy para justificar la tenaz persistencia de la continuidad de la posesión canónica de la Virgen de Guadalupe a Toledo, pese a las repetidas y argumentadas reclamaciones expuestas por las autoridades políticas autonómicas, diversos movimientos de laicos, con "Guadalupex" a la cabeza, y algunas tímidas sugerencias por parte del clero, y más tímidas, aún de de su episcopado?

¡Señor Nuncio de SS.: ¿Qué hace falta que ocurra en los entresijos "jerarcológicos", y cuantas gestiones y concentraciones populares hay que convocar para que se resuelva un problema meramente administrativo como este, pero que para el pueblo fiel extremeño -pueblo de Dios- es y significa tanto o más que el dogma de la Inmaculada Concepción o el de la Asunción de la Virgen a los cielos?

A pocos, por malintencionados que sean, se les ocurre creer que es precisamente la parte del óbolo santo de los devotos y devotas, con sus bodas, primeras comuniones, bautismos, limosnas, misas o promesas, que les puedan equitativamente corresponder a la curia archidiocesana de Toledo, la explicación de tan anómala y encorajinada situación aún sabiendo que el de Guadalupe es con seguridad, el gazofilacio, y el centro religioso, más rentable de la "Sede Primada", después de su catedral.

En tiempos "franciscanos" pontificios, pocos serán los que achaquen tan flagrante anomalía para-litúrgica a compromisos "primados de su actual arzobispo toledano don Braulio, por obra y gracia de su protector ex presidentes de la Conferencia Episcopal y ex arzobispo de Madrid, Eminentísimo Cardenal don Antonio Rouco Varela, siendo de público conocimiento que el título y condición de arzobispado de Santiago de Compostela procedió del extinto de Mérida, a consecuencia de las gestiones del entonces todopoderoso "obispo" Gelmírez.

Somos muchos los que alentamos la esperanza de que, por fin, y pese a todo, nos hallamos ya en vísperas santas de que a la Virgen de Guadalupe la dejen ser y ejercer de extremeña con todas sus consecuencia, también las canónicas, y de que esto acontezca en tiempos de cambios pastorales "franciscanos", curiosamente coincidentes en este caso con un presidente socialista al frente de la Comunidad Autónoma de Extremadura.

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