"Pese a sus limitaciones y defectos, se echan de menos encuestas clericales" "¡Habla, pueblo, habla!"

Encuesta
Encuesta

"¿Cuál sería la reacción que definiera a la jerarquía, si las encuestas les 'cantaran' lo que creen y piensan ante Dios y sus conciencias, acerca de los respectivos obispos diocesanos?"

"Y es que el pueblo de Dios necesita hablar. “Dejar hablar a gente” es lema proclamado con solemnidad, urgencia y cordura recientemente por el papa Francisco"

El de las encuestas o “recogida de datos obtenidos mediante la formulación de preguntas a un cierto número de personas sobre un tema, generalmente para conocer el estado de opinión sobre él”, suele ser posiblemente la menos mala de las fórmulas hoy en uso para descubrir la veracidad y el grado de participación democrática del pueblo en relación con el comportamiento que ejercen quienes fueran elegidos . Tiene sus defectos, tanto en su redacción como en sus interpretaciones y “manejos”. Con ellos es imprescindible contar. Nadie ni nada es perfecto. Es lo que hay.

Pero además, en la Iglesia ni siquiera tal sistema se ejerce y menos a vista de todos, especialmente de los no inscritos en el colectivo de la clericalidad. Laicos y “laicas” tienen poco - nada- que ver con los que están, o aspiran a ser y estar, dentro de la Iglesia, compuesta por ellos y ellas y en proporciones mayores a las clericales.

Con encuestas, animadas además “por la gracia de Dios”, ¿a qué conclusiones se llegaría dentro y fuera de la Iglesia en relación con los problemas que le atañen en sus esferas principales y hasta esenciales? ¿Cuál sería la reacción que definiera a la jerarquía, si las encuestas les “cantaran” lo que creen y piensan ante Dios y sus conciencias, acerca de los respectivos obispos diocesanos? ¿A qué cambios -renovación y reforma, con sus organizaciones, métodos y catequesis, no habrían de someterse para detener en lo que cabe, la secularización del mundo en la actualidad, y la huida -sí, huida- del pueblo- respecto a la Iglesia y a todo lo que huela a incienso, posea el timbre de voz de las homilías y suene a canto que no sea el “gregoriano” de toda la vida?

Opinión pública

Precisamente porque los obispos- con los que el pueblo identifica la idea e imagen de la Iglesia, habrían de encabezar ser objetos-sujetos de tales encuestas a título de ejemplo, y solo por lo del “Primado”, la encuesta podría contribuir a desvelar aún más algunos de los datos eclesiásticos que precisan revisión en conformidad no solo con los cánones, sino con las exigencias de la pastoral, decencia y el “sensus fidelium”, latinajo que encobija el sentir y consentir del pueblo de Dios en determinadas cuestiones., como la siguiente:

Reseñan los medios de comunicación - e insistirán y aún se ensañarán, en ello en los próximos días- que, para un cura de la “Primada” –“Ciudad-convento y “Dives Toletana”- el fiscal solicita 17 años de cárcel “por agresión continuada a una menor” , en el periodo de tiempo comprendido entre el mes de enero del 2011 y junio del 2013. Por lo visto, y lo declarado por el clérigo protagonista, este también sometía a la menora “exorcismos para que echara de sí al demonio, no obstante confesarle ser y estar su comportamiento clerical ”en total conformidad con la voluntad de Dios”.

De similares hechos acaecidos en los últimos tiempos arzobispales y en los presentes, hay más referencias de las que se tendrán noticias cuando corresponda. Y que conste una y otra vez, que esta práctica de descubrimientos de la verdad y del comportamiento jerárquico por acción u omisión no es obra -ministerio de los “informadores religiosos oficiales”, sino de profesionales de otros ramos del periodismo, extraños a los de la propia archidiócesis y sin nómina ni estipendio.

Pese a sus limitaciones y defectos, se echan de menos encuestas clericales. Y es que el pueblo de Dios necesita hablar. “Dejar hablar a gente” es lema proclamado con solemnidad, urgencia y cordura recientemente por el papa Francisco, quien casi simultáneamente acababa de echarle un sonoro réspice- regañina y rapapolvo- a los directivos de los medios de comunicación vaticanos, como la radio y “L´Osservatore”. “¡Habla, pueblo, habla”, fue el himno de la Transición española, en tiempos ciertamente decisivos, también para la Iglesia.

El pueblo de Dios es palabra. Tanto o más como lo son las de los señores obispos, por “primados” que sean, con predilecta y reverencial inclusión de “La Trece “, convertida con frecuencia, y en exclusiva litúrgica, en pasarela de vanidades prelaticias que distraen y desedifican, y muy raramente catequizan.

Gracias sean dadas a Dios, el AMÉN y el “doctores tiene la Iglesia,” están dejando ya de ser respuesta obligada en algún que otro remedo de encuesta que se intente ensayar en ámbitos eclesiásticos.

Pueblo de Dios

Por una Iglesia mejor informada
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