"La manera de actuar de algunos obispos contra el colectivo LGBTIQ+ enmascara sus conflictos interiores" Jesús Donaire: "Si la iglesia católica acepta la homosexualidad, también ha de aceptar los actos homosexuales"
"Salir del armario para un sacerdote católico es una decisión compleja, difícil, dolorosa y muy estigmatizadora y estigmatizante. Te enfrentas a un rechazo institucional y social muy grande, y te encontrarás sin trabajo"
"En la actualidad, acompaño a un considerable número de sacerdotes y religiosos de todo el mundo que se están planteando dar este paso"
"Durante muchos años he estado convencido de que se trataba de una tendencia desordenada que superaría con el tiempo"
"Salir del armario es una liberación que transforma por completo la vida de un sacerdote, le permite amar con todo su ser y le hace más humano, espiritual y evangélico"
"Satisfacer tu necesidad sexual cuando no puedes sobrellevar el celibato, de manera reprimida y oculta, termina pasándoles factura a muchos, desajustando su mundo emocional y creándoles conflictos interiores difíciles de gestionar"
"Un número muy elevado de ministros ordenados de la iglesia católica somos gays. Yo diría que más de la mitad"
"Durante muchos años he estado convencido de que se trataba de una tendencia desordenada que superaría con el tiempo"
"Salir del armario es una liberación que transforma por completo la vida de un sacerdote, le permite amar con todo su ser y le hace más humano, espiritual y evangélico"
"Satisfacer tu necesidad sexual cuando no puedes sobrellevar el celibato, de manera reprimida y oculta, termina pasándoles factura a muchos, desajustando su mundo emocional y creándoles conflictos interiores difíciles de gestionar"
"Un número muy elevado de ministros ordenados de la iglesia católica somos gays. Yo diría que más de la mitad"
"Satisfacer tu necesidad sexual cuando no puedes sobrellevar el celibato, de manera reprimida y oculta, termina pasándoles factura a muchos, desajustando su mundo emocional y creándoles conflictos interiores difíciles de gestionar"
"Un número muy elevado de ministros ordenados de la iglesia católica somos gays. Yo diría que más de la mitad"
Jesús Donaire Domínguez (Ciudad Real, 1976), es sacerdote, licenciado y doctor en Teología Espiritual y colaborador de esta casa. En febrero de 2020 manifestó abiertamente su orientación homosexual al arzobispo de Sevilla y fue apartado del ejercicio del ministerio sacerdotal y de las diferentes responsabilidades que desempeñaba. Desde ese momento, tomó la decisión irrevocable de no volver jamás a ocultar su homosexualidad. Ha compartido con nosotros lo que significa para un sacerdote católico salir del armario. "Una decisión compleja, difícil, dolorosa y muy estigmatizadora y estigmatizante. te enfrentas a un rechazo institucional y social muy grande, y te encontrarás sin trabajo".
En la actualidad, acompaña a "un considerable número de sacerdotes y religiosos de todo el mundo que se están planteando dar este paso" y asegura que "hoy, tanto la vocación como la homosexualidad, son dos realidades que con el tiempo se han ido afianzando en mi vida, y de las que estoy firmemente convencido y orgulloso". De hecho "salir del armario es una liberación que transforma por completo la vida de un sacerdote, le permite amar con todo su ser y le hace más humano, espiritual y evangélico".
"El discurso que la iglesia católica tiene sobre la sexualidad humana, es un discurso obsoleto, irracional y represivo". Para muchos sacerdotes, de toda orientación sexual, satisfacer su necesidad sexual cuando no puede sobrellevar el celibato, de manera reprimida y oculta, termina pasándoles factura, desajustando su mundo emocional y creándoles conflictos interiores difíciles de gestionar.
Está convenciso de que un número muy elevado de ministros ordenados de la iglesia católica es gay. "Yo diría que más de la mitad".
"¿Algún obispo será capaz de explicarme, con argumentos bíblicos convincentes y una reflexión teológica comprensible, por qué la homosexualidad no está 'recogida' en la ley natural?", pregunta, y advierte del absurdo: "Si la iglesia católica acepta la homosexualidad, también ha de aceptar los actos homosexuales".
-Después del pionero Mantero, ¿eres el primer cura que sale del armario? ¿Es fácil salir del armario para un sacerdote?
-No, que va. Entre la salida del armario del sacerdote onubense José Mantero en 2002, y la mía recientemente, han habido muchas otras salidas del armario de sacerdotes católicos en todo el mundo. Por ejemplo, la del sacerdote polaco y miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Krzysztof Charamsa, que hizo pública su homosexualidad en octubre de 2015. O el numeroso grupo de sacerdotes y laicos de diferentes diócesis alemanas, un total de 125 entre trabajadores seglares, profesores y sacerdotes, que manifestaron pública y abiertamente su orientación sexual diversa en enero de este año. Una interesante noticia que se publicó en Religión Digital y que supuso un importante paso con el que dar visibilidad al colectivo LGBTIQ+ en la iglesia católica.
Algunas salidas del armario de sacerdotes son conocidas, como por ejemplo la mía, porque decidimos comunicarlas a través de las redes sociales, con la finalidad de denunciar la triste situación que vivimos los curas gays en la iglesia católica, y tender así nuestra mano a otros compañeros que no se atreven a dar el paso y que se encuentran sufriendo las consecuencias de la fuerte homofobia institucional. Pero la inmensa mayoría de las salidas del armario de los sacerdotes son desconocidas, porque estos compañeros prefieren distanciarse de su vida ministerial de forma anónima y reservada.
La decisión de salir del armario para un sacerdote es muy complicada. Por un lado, te enfrentas a un rechazo institucional y social muy grande, difícil de gestionar anímica y emocionalmente. De experimentar reconocimiento y sentirte acogido por la comunidad cristiana, te enfrentas a un rechazo institucional y social muy grande, en el que tu decisión es interpretada como una infidelidad a Dios y a tu vocación.
Por otro lado, te encontrarás sin trabajo, en la calle, sin ingresos económicos y sin apoyo institucional. E incluso, comprobarás la influencia social que tiene el obispo de tu diócesis en muchas instituciones y asociaciones seculares, en las que intentará vetarte para que no puedas acceder en ellas a un puesto de trabajo. Y, por supuesto, no faltará en tu vida la voz de quienes te aseguren que te has equivocado, que el demonio te ha tentado, que has sido infiel a Cristo y que tu decisión puede conducir al infierno a muchas almas. Algunos compañeros presbíteros y fieles laicos tradicionalistas intentarán convencerte de que no lo hagas, y si al final lo haces, te harán ver que los has defraudado y hasta engañado. Esta ha sido mi experiencia y la de muchos compañeros que han dejado el sacerdocio por diversos motivos, no sólo por la orientación sexual.
Con este panorama, ¿qué sacerdote católico va a salir del armario? Para ello, se necesita mucho valor, convencimiento, confianza en Dios y contar con la ayuda de tu familia y de las personas que realmente te quieren y respetan. Como puedes ver es una decisión compleja, difícil, dolorosa y muy estigmatizadora y estigmatizante.
"¡Vale la pena ser uno mismo y vivir libre y felizmente, conforme Dios nos ha creado!"
Por eso, estoy convencido de que la decisión de este grupo de sacerdotes católicos alemanes, la de Krzysztof Charamsa, la de un servidor y la de infinidad de colegas más que han salido y seguirán saliendo del armario, y lo hacemos público a través de las redes sociales, sirven de modelo a otros compañeros gays de todo el mundo que necesitan de nuestro testimonio y valentía. Soy consciente de que esto es una realidad, y de que el paso que ya hemos dado muchos sacerdotes está sirviendo de ejemplo y estímulo a otros.
Son abundantes los compañeros presbíteros de diversas diócesis y congregaciones religiosas del mundo, los que se ponen en contacto conmigo para hablar de sus situaciones y necesidades. Se sienten plenamente identificados con mi proceso personal y decisión, y me piden que les acompañe en este proceso suyo de salida del armario y consiguiente separación del ejercicio del ministerio sacerdotal. En la actualidad, acompaño a un considerable número de sacerdotes y religiosos de todo el mundo que se están planteando dar este paso y vivir libremente su orientación sexual diversa al margen del ministerio sacerdotal.
Salir del armario es una liberación que transforma por completo la vida de un sacerdote, le permite amar con todo su ser y le hace más humano, espiritual y evangélico. Esta es mi experiencia personal. Y aunque parezca una curiosa contrariedad, realmente es así. Por eso, me gustaría animar a los sacerdotes, religiosos y obispos que se lo están pensando, para que sean valientes, decididos y den el paso. Es más, desde aquí les animo a que se pongan en contacto conmigo a través del formulario que hay en mi web (jesusdonaire.me), para ofrecerles mi ayuda, consejo, apoyo, cariño y todo lo que necesiten. ¡Vale la pena ser uno mismo y vivir libre y felizmente, conforme Dios nos ha creado!
-¿Cuando te ordenaste sabías que eras gay? ¿Lo sabían tus superiores o lo mantuviste oculto?
-Ni lo sabía yo, ni lo sabían mis superiores. Cuando di el paso para ser ordenado sacerdote yo no era consciente de que era gay, no me identificaba como homosexual. Por entonces, creía que la atracción que sentía hacia personas de mi mismo sexo, era una especie de sentimiento pasajero adquirido o una inclinación afectiva desordenada. Pensaba que se trataba de una tendencia que podía ser curada. Que era algo que había adquirido durante mi infancia y juventud, y que con dedicación y esfuerzo, vida espiritual y ascesis, terminaría corrigiendo. Esto era lo que se pensaba socialmente cuando yo era joven y lo que me enseñaron en el seminario. De ahí, que en ningún momento llegase a identificarme como gay, ni fuera consciente de que esa era mi orientación sexual.
Porque, una cosa es que sientas atracción hacia las personas de tu mismo sexo, y otra distinta, que llegues a identificarte como persona homosexual. Es decir, que te reconozcas y aceptes como tal. Para esto segundo, se necesita haber recorrido un proceso de identificación, aceptación y asimilación de tu realidad sexual diversa, que conlleva la superación de la homofobia interiorizada y social, y de los conflictos interiores que solemos acumular. Proceso que yo he atravesado después de muchos años de ministerio sacerdotal, gracias a la ayuda de las personas que me aman y de los profesionales de la salud mental que me han atendido.
Particularmente, quisiera mencionar a mi psiquiatra, Gabriela Parano, una gran y muy recomendable profesional y excelente persona, a la que le estoy muy agradecido por la labor que ha hecho y continúa haciendo conmigo. ¡Qué sería de las personas LGBTIQ+ sin la ayuda de los profesionales de la medicina, particularmente, de los psiquiatras, psicólogos, sexólogos y terapeutas! Desde aquí, mi más sincero y cariñoso agradecimiento a todos ellos.
"¡Qué sería de las personas LGBTIQ+ sin la ayuda de los profesionales de la medicina, particularmente, de los psiquiatras, psicólogos, sexólogos y terapeutas!"
Por una parte, reconozco que, desde que tengo uso de razón, siempre he sentido atracción hacia las personas de mi mismo sexo. Sin embargo, por otra, no me había identificado como persona homosexual, porque no me había permitido recorrer mi proceso personal de autoaceptación y salida del armario. Durante muchos años he estado convencido de que se trataba de una tendencia desordenada que superaría con el tiempo. En el seminario terminé auto-convenciéndome de que mi orientación era la de heterosexual, mejor dicho, de que sólo existía esta orientación sexual. Por eso seguí adelante en mi proceso de preparación al sacerdocio, y posteriormente, continué en el armario siendo sacerdote muchos años, porque pensaba que esto desaparecería de mi vida. Sin embargo, no ha sido así. Es más, tanto la vocación como la homosexualidad, son dos realidades que con el tiempo se han ido afianzando en mi vida, y de las que estoy firmemente convencido y orgulloso.
La verdad es que el auto-convencimiento al que personalmente me sometí durante mi proceso formativo en el seminario, y durante la primera década de sacerdote, estaba motivado por la educación que recibí en el seminario y los valores sociales en los que me eduqué. La iglesia educó mi conciencia y formó mi pensamiento para que creyera que la homosexualidad es una tendencia desordenada que había adquirido y contra la que debía trabajar. Me enseñó a mortificar la atracción que sentía hacia las personas de mi mismo sexo, con el único objetivo de curar mi homosexualidad. Me convenció de que Dios no me había creado con esa orientación sexual, sino que era fruto de mi limitación, miseria o pecado. Este trabajo ascético y espiritual terminó convirtiéndose para mí en un verdadero Calvario, hasta el punto de conducirme a varios intentos de suicidio, en la última etapa del ejercicio del ministerio sacerdotal.
-¿Qué hacías para sublimar tu afectividad y para reprimir tu sexualidad en los años de seminario y primera década de sacerdote?
-He hecho de todo: mucha oración personal, rezar abundantes rosarios y vía-crucis, infinidad de oraciones devocionales, retiros, ejercicios espirituales, peregrinaciones, dedicar largas horas al estudio de la teología bíblica, dogmática y moral, meditar pasajes de la biblia, utilizar instrumentos de penitencia como los cilicios y las disciplinas, hacer uso de horarios espirituales, practicar la mortificación, el sacrificio y la austeridad, conocer asociaciones sacerdotales para comprobar si vinculándome a ellas mi afectividad se transformaba, discernir si tenía vocación a la vida monástica, someterme a la obediencia de los directores espirituales, autoconvencerme de que el magisterio de la iglesia católica lleva razón cuando condena y rechaza la homosexualidad, etc. También estuve a punto de participar en una terapia de conversión, en una diócesis del norte de España, con un sacerdote que supuestamente curaba gays.
"He hecho de todo: mucha oración personal, rezar abundantes rosarios y vía-crucis, infinidad de oraciones devocionales, retiros, ejercicios espirituales, peregrinaciones, dedicar largas horas al estudio de la teología bíblica, dogmática y moral, meditar pasajes de la biblia, utilizar instrumentos de penitencia como los cilicios…"
Respecto a este último tema, el de las famosas y terribles terapias de conversión, animo a mis lectores a leer el libro que recientemente ha publicado mi amigo, el abogado Saúl Castro, titulado Ni enfermos ni pecadores. La violencia silenciada de las “terapias de conversión” en España. En él detalla, de manera pormenorizada, con infinidad de casos y gran cantidad de información, la forma de proceder de diferentes grupos y asociaciones vinculadas a la iglesia católica, así como a ciertos sectores conservadores de la misma. Unas terapias que, utilizando el nombre de Dios, están haciendo un daño irreversible a muchas personas gays que, con buena intención, se ponen en manos de fundamentalistas católicos para los que la homosexualidad continúa siendo una enfermedad, trastorno, vicio o pecado.
Pero, volvamos a tu presunta. Podría enumerar una lista interminable de medios y acciones con las que intenté sublimar mi afectividad y reorientar mi orientación sexual diversa durante mis años de seminarista y la primera década de ejercicio ministerial. He buscado infinidad de formas y maneras para dejar de ser homosexual, siguiendo las enseñanzas e indicaciones que me daban en la iglesia. Todo ello, para nada. Mejor dicho, para darme cuenta de que no es posible dominar mi sexualidad ni cambiar mi orientación sexual. Para descubrir que el discurso que la iglesia católica tiene sobre la sexualidad humana, es un discurso obsoleto, irracional y represivo. Para convencerme con el tiempo, y después de mucho sufrimiento, de que debía tomar la decisión de vivir libremente mi sexualidad.
-¿Algunos compañeros curas sabían (o sospechaban) de tu homosexualidad? ¿Hay sacerdotes homosexuales?
-Sí, algunos sabían de mi homosexualidad y otros sospechaban de ella. De hecho, he tenido relaciones íntimas con algunos hermanos sacerdotes. Estos compañeros y colegas, y no hablo sólo de los hermanos de la diócesis de Sevilla, sino también de otras diócesis de España, son también víctimas del sistema represivo eclesial. Estoy convencido de que si pudieran seguir siendo sacerdotes, desempeñando sus tareas pastorales y sosteniéndose económicamente de su vida sacerdotal, manifestarían abiertamente su homosexualidad sin ningún reparo. Ya que son personas maravillosas, sacerdotes muy entregados en sus parroquias y con un corazón muy grande. Pero no van a hacerlo por las consecuencias que dicha decisión les acarrearía, y de las que he hablado en la respuesta a la primera pregunta que me has hecho. En este sentido, quiero dirigirme a todos los sacerdotes del mundo que tengan la oportunidad de leer este artículo y decirles de corazón, que cuentan con mi apoyo y cariño. Que me tienen para lo que me necesiten y que, mejor que yo, pocas personas pueden entenderles, ayudarles y mostrarles amor.
Cada día que pasa, y basándome en mi experiencia y conocimiento, estoy más convencido de que un porcentaje muy alto de clérigos, tanto sacerdotes como obispos, son homosexuales. Hay presencia de ministros ordenados gays en todas las diócesis y congregaciones religiosas del mundo. En las más conservadoras y tradicionalistas, y en las más progresistas y liberales. En las parroquias, consejos diocesanos, órdenes religiosas, curia romana, etc.
Unos viven su vida de forma célibe y, por tanto, conforme a la norma disciplinar que la iglesia católica de rito latino impone a los sacerdotes. Y otros, que no han recibido la gracia del celibato, ni pueden sobrellevar esta carga de forma casta, buscan cauces, a través de los cuales, satisfacen su propia necesidad fisiológica sexual. Algo muy natural y necesario. Aunque, al hacerlo de manera reprimida y oculta, esta praxis termina pasándoles factura, desajustando su mundo emocional y creándoles conflictos interiores difíciles de gestionar. Lo cual, les lleva a refugiarse en la pornografía, en otras personas con las que compartir la vida afectiva, en el poder, buscando ansiadamente puestos de reconocimiento y privilegio en la iglesia, o en el dinero, llevando una vida muy acomodada y sin carecer de nada. También los hay que viven muy acomplejados y, consecuentemente, tienen un comportamiento muy autoritario y dictatorial en sus parroquias. Hay muchas maneras conflictivas de vivir el celibato impuesto. Esto vale tanto para los ministros ordenados homosexuales como para los heterosexuales. Y no hablo por boca de ganso, esta ha sido mi propia experiencia.
Y, respecto a la pregunta que me haces, sobre ¿si hay sacerdotes gays? Imagino que conocerás el interesante y documentado libro de Frédéric Martel, titulado Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, publicado en 2019, y en el que afirma que un 80% de los sacerdotes que trabajan en el Vaticano son gays. Personalmente, no sé si ese es el porcentaje acertado, lo que sí sé, es que un número muy elevado de ministros ordenados de la iglesia católica somos gays. Yo diría que más de la mitad.
-¿Hay lobbys gais en las curias diocesanas y en los presbiterios?
-Cuando se habla de lobbys, estamos refiriéndonos a grupos de presión. Esto es lo que significa este concepto. En todas las instituciones, con mayor o menor intensidad y número de miembros, encontramos grupos de presión. Es muy habitual encontrar lobbys en las empresas, sindicatos, partidos políticos, en las administraciones públicas, en los centros de formación, institutos, universidades, grupos cristianos, hermandades, etc. Diría que la presencia de grupos de presión en todos los colectivos humanos es connatural. De hecho, el ser humano es un ser social, y como tal, la rivalidad y la competitividad forman parte de toda institución social.
También en la iglesia católica hay grupos de presión que ejercen el poder de muchas maneras. Y los hay que utilizan la sexualidad para ejercer el poder. En su Historia de la sexualidad, Michel Foucault aborda esta realidad para poner en evidencia la relación que existe entre la sexualidad y las estructuras de poder, leyes, normativas, etc. O como dice Jose Antonio Marina en El Rompecabezas de la sexualidad, sexualidad y poder siempre han estado relacionados.
Parafraseando al escritor y filósofo español, a través de la sexualidad se ha ejercido sin piedad el poder. Se ha descrito la relación sexual en términos de poseer a una persona. Las culturas misóginas y patriarcales poseen y dominan a la mujer, devaluando su papel y sometiendo su dignidad. Las culturas heteronormativas y homófobas desprecian, manipulan y persiguen a las personas LGBTIQ+, ocultando su visibilidad y despreciando su labor. La iglesia católica es misógina, patriarcal, heteronormativa y homófoba, y como tal, desprecia a las mujeres y a las personas LGBTIQ+.
Lo que hace la iglesia católica es una manera de ejercer el poder a través de la sexualidad. Lo que yo me pregunto es: ¿qué haría la iglesia católica sin las mujeres y sin las personas con diversidad sexual y de género? ¿Sería la iglesia que conocemos?
"¿Qué haría la iglesia católica sin las mujeres y sin las personas con diversidad sexual y de género? ¿Sería la iglesia que conocemos"
Por lo tanto, respondiendo a tu pregunta: claro que existen lobbys gays en la iglesia católica. Sencillamente, porque existen sacerdotes gays en las curias diocesanas y presbiterios, y porque estos sacerdotes gays ejercen presión en sus diócesis, con la intención de imponer su criterio y voluntad, aunque sea a costa del sufrimiento de los demás.
Hay obispos y sacerdotes que, al no vivir su propia sexualidad de manera integrada, sana y equilibrada (asumiéndola como algo estable y natural, que forma parte de su propia personalidad), sino que la viven de forma represiva, enfermiza y oculta, orientan su lívido, afectos, sentimientos, emociones, comportamientos y decisiones hacía el ejercicio déspota y violento del poder que ostentan. Hacen uso del poder eclesial y de la autoridad espiritual que poseen de manera impositiva, autócrata, dictatorial y dañina.
Encontramos grupos de sacerdotes con autoridad y poder que se forman en las diócesis al amparo de los obispos o, en ocasiones, a sus espaldas, y que intentan influir en sus decisiones e imponer sus criterios. Hay obispos a los que les gusta rodearse de curas gays, aunque entre ellos no tengan relaciones afectivas ni sexuales. Todo esto forma parte de esos lobbys gays de los que me preguntas.
-¿Te consta que haya obispos españoles homosexuales?
-De primera mano no lo sé. Es decir, personalmente nunca lo he comprobado, ya que ninguno me lo ha comunicado, ni he tenido relaciones sexuales con ellos. Si supiera de primera mano que hay obispos homosexuales lo diría sin ningún tapujo. Obviamente, sin identificarlo, ni sacarle del armario. En eso, soy muy respetuoso. Nadie es quién para sacar del armario a otra persona. Por mucha confianza, cercanía o amistad que se tenga con ella. Este es un paso que debe dar la propia persona si lo estima necesario y cuando ella misma lo crea oportuno. Además, estoy convencido de que muchos obispos son víctimas del sistema homófobo eclesial, que ellos mismos sostienen y del que prefieren no hablar. Un sistema enfermizo y dañino, que cambiaría si hubiese obispos valientes y sensatos, más evangélicos y cristianos, y menos pendientes de los intereses mundanos.
Ahora bien, aunque personalmente no sé si hay obispos españoles gays, sí sé que hay otras maneras de conocer la existencia de obispos homosexuales. Y, teniendo en cuenta tales recursos y fuentes, que son de diversa índole y procedencia, me atrevería a decir que sí hay obispos homosexuales en España. En España y en todos los países del mundo. También en el Vaticano y entre los diplomáticos de la Santa Sede. Las estadísticas demuestran que en el ámbito diplomático el porcentaje de personas homosexuales es más elevado que en otros contextos sociales. Lo cual me parece extraordinario, ya que es una forma de visibilizar internacionalmente una realidad presente en todas las naciones del mundo. ¿Por qué tener miedo a reconocerlo? Lo ideal sería aceptarlo, como lo que realmente es, una orientación sexual natural y legítima.
A mi modo de ver, la manera de actuar, iracunda e impulsiva, de algunos obispos y su posicionamiento claro, explícito y violento contra las personas LGBTIQ+, ponen en evidencia lo que vengo diciendo. Con esa forma de actuar, enmascaran sus conflictos interiores. En la mayoría de estos casos, los comportamientos homófobos de estos obispos, suelen proceder de la homofobia interiorizada que albergan y que no son capaces de gestionar de manera inteligente y sana. Algunos obispos son conscientes de ello y, consecuentemente, se callan y no arremeten contra las personas LGBTIQ+. Pero otros, o no son conscientes de que son gays, o no se aceptan y viven en un conflicto interior tan violento y desagradable, que sólo expresando su odio y aversión hacia quienes compartimos su misma condición homosexual, creen estar luchando contra esa supuesta inclinación desordenada que poseen y ser fieles a su vocación. Esta misma idea se puede aplicar en el caso de los sacerdotes gays que viven reprimidamente su homosexualidad.
"A mi modo de ver, la manera de actuar, iracunda e impulsiva, de algunos obispos y su posicionamiento claro, explícito y violento contra las personas LGBTIQ+, ponen en evidencia lo que vengo diciendo. Con esa forma de actuar, enmascaran sus conflictos interiores"
A mi modo de ver, cuando algunos obispos defienden la teoría magisterial de que la iglesia católica no condena la homosexualidad, sino que condena los actos homosexuales, lo que realmente están haciendo (sea conscientemente o no), es protegerse a sí mismos y tranquilizar sus conciencias. Saben que son homosexuales, pero al no aceptarse como tales, defienden que los principios antropológicos del “ser” y del “hacer”, en el caso de la homosexualidad, no van unidos y que el actuar no es consecuencia del ser. Algo que, teológica y moralmente, no se sostiene por ningún lado, ya que el orden del ser configura el orden del actuar. Este es un principio filosófico proveniente de la antigüedad.
Concretamente de Aristóteles y que santo Tomás de Aquino hace suyo e introduce en la reflexión teológica cristiana. Con esto quiero decir que todo ser humano actúa conforme a lo que es, a su propia configuración natural. Y, por tanto, si la iglesia católica acepta la homosexualidad, también ha de aceptar los actos homosexuales, ya que las personas gays actuamos conforme a lo que somos, a nuestra propia constitución natural. Y esa forma de actuar de las personas homosexuales no puede ser mala o desordenada, porque procede de la propia constitución natural y ontológica. Al contrario, sencillamente, las personas gays actuamos conforme a lo que somos, en orden a nuestra propia naturaleza humana.
"La iglesia católica es misógina, patriarcal, heteronormativa y homófoba, y como tal, desprecia a las mujeres y a las personas LGBTIQ+. Pero, ¿qué haría la iglesia católica sin las mujeres y sin las personas con diversidad sexual y de género?
Estos obispos gays, al no aceptarse a sí mismos, tal y como Dios los ha creado, se han inventado la disyuntiva por la que condenan los actos homosexuales, pero no la constitución natural homosexual. Esto es un galimatías doctrinal que no se sostiene ni bíblica ni teológicamente, porque como ya he dicho, el orden del ser configura el orden del actuar, y es natural que uno actué en conformidad a su propia naturaleza humana.
En fin, que cada cual actúe como crea oportuno y considere apropiado, eso sí, respetando siempre la manera de proceder de los demás. Algo que la iglesia católica no hace con los creyentes LGBTIQ+, al afirmar que cuando tenemos relaciones sexuales, incurrimos en depravaciones graves que atentan contra la ley natural. Me pregunto: ¿algún obispo será capaz de explicarme, con argumentos bíblicos convincentes y una reflexión teológica comprensible, por qué la homosexualidad no está “recogida” en la ley natural? ¿Por qué son antinaturales los actos homosexuales? ¿Todavía, en pleno siglo XXI, la iglesia católica puede seguir pensando y defendiendo, que la sexualidad sólo tiene como finalidad la procreación humana? Es decir, ¿de que el sexo sólo lo ha creado Dios para reproducirnos y perpetuar la especie? Sería muy interesante un debate público y abierto al respecto. Eso sí, un debate entre personas sensatas, formadas, educadas, respetuosas y cuya identidad sea pública. Como hacemos quienes escribimos en Religión Digital, cuya identidad es conocida, educación no nos falta, formación está probada y nos caracteriza, lo que tan difícilmente encontramos en muchos católicos y en ciertos sectores fundamentalistas cristianos, la sensatez humana.
"Sería muy interesante un debate público y abierto al respecto. Eso sí, un debate entre personas sensatas, formadas, educadas, respetuosas y cuya identidad sea pública. Como hacemos quienes escribimos en Religión Digital"
Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME
Etiquetas