"Jesús nos hace ver lo absurdo que es la acumulación de bienes materiales olvidándonos de poner el corazón en Dios y del prójimo"
"El atrapanieblas es un símbolo de las lomas del Paraiso y una esperanza de que puede brotar vida en medio de los cerros desérticos"
"El hombre necio es el que pone su corazón en las cosas materiales sin darse cuenta que nada dura para siempre, todo pasa"
Hoy voy a empezar explicando el título que les doy a estas reflexiones: el atrapanieblas, lectura y vivencia del evangelio. Los que me siguen desde hace unos años ya lo saben pero los que me siguen recientemente no y como últimamente alguno me ha preguntado la razón del título la voy a explicar.
Hace unos tres años que empecé a hacer semanalmente estas reflexiones sobre el evangelio del domingo. Antes escribía de forma esporádica alguna cosa sobre sobre todo de mi vida en la misión en Perú, en los pueblos jóvenes del cono sur de Lima, concretamente en la zona conocida como El Paraiso, en el distrito de Villa Maria del Triunfo. Pero algunos amigos de Perú y España me pedían que escribiera más a menudo, mas continuo y entonces se me ocurrió escribir un comentario al evangelio de cada domingo leído y aplicado desde la situación concreta que estaba viviendo en la misión en Perú, en concreto en los cerros del Paraiso donde en los últimos ocho años he ejercido mi ministerio sacerdotal en la diócesis de Lurín-Lima Sur.
Porque el nombre de Atrapanieblas. Lima es la segunda ciudad más grande del mundo (tiene ya más de diez millones de habitantes), después de El Cairo, construida sobre un desierto. En Lima apenas llueve unos meses al año y en poca cantidad. Durante el invierno en la costa peruana se forman en el océano pacífico densas nieblas que le dan un color gris nublado. Entonces la única forma de conseguir agua para cuando no llueve es retener esta agua de la niebla y así durante el tiempos seco poder regar árboles y también pequeños huertos en las Lomas que rodean Lima, como las Lomas del Paraiso, donde yo he vivido estos años, en el distrito de Villa Maria del triunfo, Cono Sur de Lima.
Para retener esta agua de las nieblas surgieron los capta nieblas o atrapanieblas, un sistema para atrapar las gotas de agua microscópicas que contiene la neblina. Son estructuras diseñadas con mallas para que las gotas de niebla con la gravedad desciendan sobre la superficie de la malla y por un canal se recojan en un depósito. En concreto, los atrapanieblas que yo he conocido en las Lomas del Paraiso fueron construidos por alemanes que funcionaron bien mientras ellos pagaban a la gente que los mantenía y sembraban árboles y los regaban. Cuando se fueron muchos de ellos al no mantenerse se han ido estropeando con el tiempo.
Le di a estas reflexiones sobre el evangelio dominical el título de “EL atrapanieblas, lectura y vivencia desde el Paraiso” que fue el título inicial (ahora he cambiado el Paraiso por El Cubo de Don Sancho, que es mi lugar de residencia durante este año sabático, donde vivo con mi padre la mayoría del tiempo aunque también me mueva por otros lugares). De alguna manera quería decir con el título que quería leer el evangelio y sobre todo vivirlo a la luz del lugar concreto donde vivía, la zona del Paraiso, donde la gente humilde que venía de la selva y la sierra de Perú a Lima, buscando un medio de vida mejor para sus hijos, fue construyendo sus humildes viviendas de madera y formando asentamientos humanos en los cerros de arena y piedras que en invierno reverdecían y donde florece la preciosa flor de amancaes.
El atrapanieblas es un símbolo de las lomas del Paraiso y una esperanza de que puede brotar vida en medio de los cerros desérticos, más allá del invierno reteniendo las gotas de la niebla. Yo quería con mis humildes reflexiones, retener algo de la palabra de Dios, leída desde esa situación concreta donde vivía y aplicarla a esa realidad concreta de tal manera que mis reflexiones produjeran el efecto del atrapanieblas, retener algunas gotas de la palabra de Dios y tratar de llevarlas a todo aquel que quisiera escucharlas y leerlas en el Paraiso y en otros lugares. Los medios de comunicación modernos: el correo electrónico, el Facebook y el Whatsap han facilitado que estas reflexiones lleguen a mucha gente en Perú y en España, tanto directamente como indirectamente, pues muchos que las reciben la comparten entre sus amistades. Son muchos los que me manifiestan semanalmente su agradecimiento por estas humildes reflexiones y las esperan todas las semanas por lo cual intento ser fiel a este compromiso semanal aunque hay semanas que se me hace bastante difícil.
Domingo XVIII del tiempo ordinario, Jesús sigue camino hacia Jerusalén y el evangelista Lucas nos va narrando las instrucciones que Jesús da a sus discípulos, muchas de ellas tienen su origen en los encuentros con diferentes personas por el camino. Hoy una persona sale al encuentro de Jesús y le pide que intervenga en la disputa por una herencia con su hermano. Jesús aprovecha para dar una lección sobre los bienes materiales y la prevención contra la codicia que lleva al alejamiento de Dios y de los demás.
El evangelio tiene tres partes bien diferenciadas. La primera el punto de partida: Una persona que se encuentra con Jesús por el camino le pide que intervenga en un pleito por una herencia con su hermano. La segunda parte es la respuesta de Jesús con la parábola del rico insensato. La tercera parte es la conclusión, la aplicación de la parábola: lo absurdo de acumular riquezas materiales para sí mismo pues la vida humana tiene su caducidad y no nos las podemos llevar.
La persona que se acerca a Jesús le pide que intervenga en el conflicto que tiene con su hermano por motivo de una herencia. Una realidad que era muy común entonces y también hoy día y que en ocasiones lleva a dejarse de hablar entre hermanos durante toda la vida. Jesús no entra en el asunto, no quiere convertirse en juez entre los hermanos como le piden. Pero eso le da pie para hablar del valor relativo de la riqueza y los bienes materiales y lo absurdo que es poner el corazón en ello pensando que van a dar la felicidad. Lo que suele suceder es todo lo contrario, que lleva a la avaricia, a la obsesión por tener y acumular, olvidándose de Dios y de los demás, cerrándose sobre uno mismo y ese no es un camino para conseguir la felicidad.
Para que entiendan bien su mensaje sobre la riqueza y los bienes materiales Jesús les cuenta una parábola: la del rico insensato. Se trata de un labrador que tiene una gran cosecha y no le cabe en sus graneros. Entonces decide derribar sus graneros y construir unos más grandes que puedan acoger toda la cosecha. Cuando lo hace se siente orgulloso porque tiene bienes acumulados para toda la vida y ya no necesita trabajar más sino vivir la vida disfrutando de lo que tiene. Pero en ese momento Dios le dice que esa noche va a morir y que todo lo que ha acumulado no le sirve para nada.
La última parte del evangelio es la conclusión, la enseñanza que Jesús quiere dar con la parábola: Es absurdo pensar egoístamente en acumular riquezas para uno mismo, que no van a servir de nada cuando termine nuestra vida cuando las riquezas que nos valdrán son las que hayamos acumulado para Dios, solo esas nos valen para la otra vida. El hombre necio es el que pone su corazón en las cosas materiales sin darse cuenta que nada dura para siempre, todo pasa, todo es vanidad de vanidades como dice también la primera lectura que leemos hoy del libro del Eclesiastés. Como dice San Pablo en la segunda lectura de la carta a los Colosenses, tenemos que buscar los bienes de arriba, no los de la tierra, despojándonos del hombre viejo y revistiéndonos del hombre nuevo.
Todos somos insensatos cuando nos olvidamos de Dios y de compartir con los demás, cada vez que pensamos en acaparar para nosotros y no ser ricos ante Dios que quiere la fraternidad, la justicia, la solidaridad entre los hombres. El ser humano no es un animal hambriento de placer y bienestar sino que está hecho para cultivar el espíritu, buscar la amistad y vivir la solidaridad. El dinero puede dar poder, fama, prestigio seguridad, bienestar, pero en la medida en que esclaviza a la persona, la cierra a Dios y se olvida de su condición de hermano llevándolo a romper la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de quien está dominado por el dinero y las cosas materiales.
La próxima semana voy a hacer el camino de Santiago con unos amigos, el camino portugués desde Tui, en la frontera de Portugal. Voy a intentar hacer alguna reflexión durante el camino pero no aseguro cuantas pues no se al final de cada jornada (serán seis días de camino) el cansancio me dejara ganas de escribir y si dispondré de Internet. Si no es así, las compartiré después. Así será también con el evangelio del domingo próximo.