Reflexiones de un teólogo africano ante una humanidad desconcertada por un bichito Moustapha Dahleb: "Hemos vaciado los estantes de las tiendas, pero los hospitales están repletos y el dinero no tiene ninguna importancia"
"De repente, observamos que en el mundo occidental el combustible ha bajado, la contaminación ha disminuido, la gente ha empezado a tener tiempo"
"Nos damos cuenta de que todos estamos en el mismo barco, ricos y pobres"
"Unos pocos días solamente han sido suficientes para que el universo sea capaz de establecer una igualdad social imposible de imaginar hasta ahora"
"Unos pocos días solamente han sido suficientes para que el universo sea capaz de establecer una igualdad social imposible de imaginar hasta ahora"
| Moustapha Dahleb, sacerdote y teólogo
Un bichito microscópico llamado coronavirus está poniendo el planeta patas arriba. Algo invisible ha llegado a controlar nuestro mundo. Está desafiando todo y alterando el orden establecido. Todo vuelve a su lugar, de forma diferente y distinta.
Lo que las grandes potencias occidentales no pudieron conseguir en Siria, Libia, Yemen... esta pequeña cosa lo ha conseguido (la posibilidad de un alto el fuego). Lo que el ejército argelino no pudo conseguir, este bichito lo ha conseguido (el Hirak se terminó).
Lo que los opositores políticos no han podido lograr, esta pequeña cosa lo ha obtenido (aplazamiento de los plazos electorales).
Lo que las empresas no han podido conseguir, lo consiguió esta pequeña cosa (rebajas de impuestos, exenciones, créditos con tasa cero, fondos de inversión, precios más bajos de las materias primas estratégicas).
Lo que los chalecos amarillos y los sindicatos no pudieron conseguir, este bichito lo ha conseguido (precios más bajos de la gasolina, protección social reforzada...).
De repente, observamos que en el mundo occidental el combustible ha bajado, la contaminación ha disminuido, la gente ha empezado a tener tiempo, tanto tiempo que ni siquiera saben qué hacer con él. Los padres están conociendo a sus hijos, los niños están aprendiendo a quedarse con sus familias, el trabajo ya no es una prioridad, los viajes y el ocio ya no son la norma de una vida próspera.
"El trabajo ya no es una prioridad, los viajes y el ocio ya no son la norma de una vida próspera"
De repente, en silencio, nos miramos a nosotros mismos y empezamos a comprender el valor de palabras como "solidaridad" y "vulnerabilidad".
De repente nos damos cuenta de que todos estamos en el mismo barco, ricos y pobres. Nos damos cuenta de que hemos vaciado juntos los estantes de las tiendas y juntos nos damos cuenta de que los hospitales están repletos y que el dinero no tiene ninguna importancia. Que todos tenemos la misma identidad humana frente al coronavirus.
Nos damos cuenta de que en los garajes, los coches de gama alta están parados sólo porque nadie puede salir. Unos pocos días solamente han sido suficientes para que el universo sea capaz de establecer una igualdad social imposible de imaginar hasta ahora.
El miedo ha invadido a todo el mundo. Ha cambiado de bando. Ha dejado el terreno de los pobres para ir a vivir con los ricos y poderosos, recordándoles su humanidad y revelándoles su humanismo.
Que esto sirva para darnos cuenta de la vulnerabilidad de los seres humanos que tratan de ir a habitar el planeta Marte y que creen que son lo suficientemente fuertes como para clonar seres humanos con la esperanza de vivir eternamente.
Que esto sirva para darnos cuenta del límite de la inteligencia humana frente a la fuerza del cielo. Han bastado sólo unos días para que la certeza se convierta en incertidumbre, para que la fuerza se convierta en debilidad, para que el poder se convierta en solidaridad y consenso.
Han sido suficientes solo unos pocos días para que África se convierta en un continente seguro. Para que el sueño se convierta en ensueño. Han bastado unos pocos días para que la humanidad se dé cuenta de que no es más que viento y polvo. ¿Quiénes somos? ¿Cuánto valemos? ¿Qué poder tenemos frente a este coronavirus?
Afrontemos la evidencia mientras creemos en la Providencia. Cuestionemos a nuestra "humanidad" en este "globalismo" sometido a la prueba del coronavirus. Quedémonos en casa y meditemos sobre esta pandemia. ¡Amémonos ahora que estamos vivos!