El sacerdote ecuatoriano replica a monseñor Luis Cabrera, presidente del episcopado Padre Barrionuevo: "Llevo 6 años botado en la calle y en indefensión total y usted, monseñor Cabrera, ni menciona mi caso"

Primero, le felicito por saber dar la cara y hablar en Religion Digital, muy distinto y diferente al arzobispo Espinoza, que se esconde, se achica y demuestra terror a pronunciarse públicamente, mientras en su despacho de Quito (como antes en el de Loja), no solo habla, sino que grita y manda callar a los curas, haciéndoles sentir que son sus súbditos. ¡Qué gran diferencia entre los dos obispos!

Segundo: Me sorprende que no diga nada sobre mi caso, sabiendo que llevo 6 años botado en la calle e indefenso, por negarme a entregar 60 mil dólares a su cohermano religioso franciscano y ahora arzobispo emérito de Quito, Fausto Gabriel Trávez,  para que me asignase la parroquia de Capelo en el valle de los Chillos. ¡Qué pena que no se haga eco de eso y trate de desviar la atención!

Fui personalmente a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana a entregar la denuncia en mano a monseñor Eugenio Orellana, que entonces era presidente de la CEE, y a monseñor René Coba, que en ese tiempo era Secretario General y hoy es Obispo de la Diócesis de Ibarra. Los dos me ofrecieron hablar del caso en alguna Asamblea, pero parece que no lo hicieron.

Tercero: Duele de ver que todo ha quedado en el olvido. Se echa de menos a monseñor Guido Ottonelo, cuando cumplía la misión Pastoral de Nuncio Apostólico en Ecuador, porque cumplía con eficacia y eficiencia su misión de Gran Inspector. En cambio, al actual nuncio, el español Andrés Carrascosa,  parece que le han quedado rezagos de conquistador y, con sus aires de Príncipe Sagrado, divino y eterno, manda al infierno (como hizo conmigo) al sacerdote que se atreve a hacer pública cualquier denuncia contra un obispo.

Les pido compañeros sacerdotes que acojamos las hermosas palabras que, por la década de los ochenta, proclamó de viva voz, en el Estadio Olímpico Atahualpa, el Papa Juan Pablo II, hoy santo de la Iglesia católica: "Jóvenes, No tengáis miedo". Recuerdo esas palabras, porque entonces tenía 19 años y, como consecuencia del impacto que en mí ocasionaron, hoy soy sacerdote.

Por último, recordar que seguro que hoy hay hermanos sacerdotes víctimas del mismo atropello que yo sufrí. Y mañana los seguirá habiendo, si no pedimos al Papa Francisco que mandé un Legado o Visitador apostólico, para poner fin a estas malas prácticas pastorales que denigran a nuestra Santa Madre Iglesia.

Monseñor Cabrera, no trate de tapar al sol con un dedo. Es mejor curarse en sano por amor A Dios, a Jesucristo, a la Santísima Virgen, a la Iglesia y al Pueblo Fiel de Dios. Ustedes, como Obispos, son padres, maestros, pastores y jueces. Por eso, están obligados a proporcionar armonía, equilibrio y paz a los sacerdotes, que son sus más cercanos colaboradores.

En cambio, algunos obispos ecuatorianos solicitan que se mande a la cárcel a sacerdotes a la cárcel tras juicio por calumnias. ¡Y Dios no quiera que hasta nos manden un motorizado a matar! Cumplan su papel de padres, maestros, pastores y jueces.

Llevo 6 años botado en la calle y en indefensión total y usted, monseñor Cabrera, ni menciona mi caso. ¿Dónde está su misericordia y su práctica de buen gobierno pastoral?