"Desde el Sodalicio se puede juzgar toda la Iglesia (...), todos están equivocados, no el Sodalicio" Salir de una secta católica
"La “Misión Especial Scicluna-Bertomeu” está siendo un revulsivo para nuestras vidas y puede serlo para muchas otras. Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu nos han devuelto la esperanza de que la Iglesia católica nos hará por fin justicia, después de 24 años"
"Has confiado y te han engañado de tal manera que cuando alguna vez logras ver desde fuera tu grupo, sea porque te alejaste por un tiempo, sea porque lo ves reflejado en el escepticismo a veces burlón de personas que no pertenecen a él, te llega a dar una profunda vergüenza recordar las tonterías que creíste y repetiste"
"Para el sodálite, el Sodalicio es la Iglesia entera o verdadera. Desde el Sodalicio se puede juzgar toda la Iglesia, el Papa y sus enviados, los Prefectos de la Curia. Todos ellos pueden estar equivocados, no el Sodalicio"
"Para el sodálite, el Sodalicio es la Iglesia entera o verdadera. Desde el Sodalicio se puede juzgar toda la Iglesia, el Papa y sus enviados, los Prefectos de la Curia. Todos ellos pueden estar equivocados, no el Sodalicio"
| Por un ex-sodálite
En primer lugar, siento tener que escribir bajo un pseudónimo. Recurro a este recurso literario usado por los cartujos por humildad, pero en mi caso, por miedo. La Redacción de este medio digital conoce mi identidad, pero mi temor a las represalias es aún más grande que la necesidad de explicar qué he vivido en el Sodalicio de Vida Cristiana y cómo me siento ahora. La “Misión Especial Scicluna-Bertomeu” está siendo un revulsivo para nuestras vidas y puede serlo para muchas otras. Mons. Scicluna y Mons. Bertomeu nos han devuelto la esperanza de que la Iglesia católica nos hará por fin justicia, después de 24 años.
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Atrapado en la red
Tenías 17 años, fuiste a una actividad que te cautivó. Nunca habías visto el cristianismo así. Nunca habías visto gente tan inteligente y capaz, tan acogedora y decidida, tan valiente y con ideales tan grandes. Entraste a un grupo todavía adolescente en el que se hablaba de los problemas de cada uno, también de los tuyos. Se ventilaba todo, se hablaba con franqueza y lenguaje juvenil, a veces tan fuerte que llegaba a ser brutal. El animador parecía saber todo, haber leído mucho, tener respuestas para todo. Parecía muy maduro para su edad. Al año de cumplir con reuniones semanales, haber participado en viajes de misiones después de una rápida preparación en catecismo básico y haber hecho dos retiros de dos días cada uno, decidiste que esta sería tu vida para siempre.
La luna de miel terminó en dos años aproximadamente, pero no porque descubrieras nada malo en la institución sino en ti. Tú eras el problema. Es decir, tus problemas, complejos, miedos, resentimientos, inconsistencias (y muchas otras palabras de la jerga común del grupo), eran la razón de ser de tu infelicidad. En una palabra: no eras feliz porque no eras radical ni fiel a la comunidad. Menos mal tenías la suerte de que en el grupo estaba la respuesta a todas estas debilidades tuyas que en él mismo habías descubierto.
Nunca se te ocurrió que ya estabas atrapado en un mecanismo casi perfecto de manipulación que operaba de una manera siempre igual, una especie de máquina que mediante un cuidadoso proceso ha ido reemplazando tu sentido común por un discurso ideológico que te hace dependiente de una comunidad. El mecanismo se inyecta en la persona poco a poco. Has confiado y te han engañado de tal manera que cuando alguna vez logras ver desde fuera tu grupo, sea porque te alejaste por un tiempo, sea porque lo ves reflejado en el escepticismo a veces burlón de personas que no pertenecen a él, te llega a dar una profunda vergüenza recordar las tonterías que creíste y repetiste.
Sectas “católicas”
En tres párrafos esta es la historia de muchos miembros y ex-miembros del Sodalicio y de su entorno como la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, las Siervas del Plan de Dios o el Movimiento de Vida Cristiana y de los miembros y ex-miembros de otras instituciones o agrupaciones católicas de espíritu militante, gregario y sectario que, en algunos casos notorios, han logrado acumular mucho poder y dinero en la Iglesia Católica.
Funcionan todas de la misma manera: sus miembros usan el mismo lenguaje, repiten los mismos clichés, se visten de manera parecida, tienen un modo común de pensar fácilmente reconocible cuando se conversa con ellos, su iconografía se repite en todos los lugares como si fuera una marca comercial; si hacen música, toda ella está sometida a la ideología común; si pretenden algo en artes plásticas, lo mismo. Y ese es un dato especialmente notorio: son estériles para producir arte de calidad o, sencillamente, con algo de novedad. Cualquiera que haya estudiado mínimamente el fenómeno psicosocial de las sectas en cualquier parte del mundo, reconocerá los rasgos típicos sin dificultad. Los miembros de ellas jamás lo harán, mientras no salgan de ella.
Cualquiera que haya estudiado mínimamente el fenómeno psicosocial de las sectas en cualquier parte del mundo, reconocerá los rasgos típicos sin dificultad. Los miembros de ellas jamás lo harán, mientras no salgan de ella
En ese sentido, los mecanismos de las sectas católicas no son muy diferentes de las agrupaciones más estrafalarias que se han visto en la historia, desde la espectacular secta Moonie y su imperio de sushi, hasta cualquiera de esas célebres comunidades que esperaban extraterrestres, alucinaban con energías extrañas o se suicidaron en masa. El caso más horrible es el del pastor Jim Jones en Guyana. Se podría decir que exagero, pero no, porque no comparo resultados finales sino mecanismos y síntomas que son siempre iguales.
Mecanismos sectarios compartidos
Sin pretender ser exhaustivo, me refiero básicamente a:
- Uniformidad de pensamiento inducida con técnicas de control mental.
- Culpabilización individual constante unida a la canonización de la comunidad.
- Dependencia emocional de la comunidad.
- Imposibilidad de ser crítico con acciones objetivamente erradas.
- Miedo, a veces invencible, a cuestionar el accionar de las autoridades de la comunidad.
- En caso de salir de la comunidad, constatar que, en circunstancias normales de la vida, el adepto tiene serias carencias para desenvolverse.
- En caso de destapes sobre abusos de todo tipo cometidos por los líderes de la comunidad, la reacción es cerrar filas hacia dentro y hacer control de daños hacia afuera. El adepto sentirá que es su deber defenderla.
- Los argumentos serán siempre los mismos: “el enemigo nos ataca, tenemos que permanecer unidos”; “no comprenden el valor inmenso de nuestra experiencia”; “nos persiguen porque así lo había prometido Jesucristo”. Es tan férrea la manipulación que ni siquiera tienen que crear este relato, brota espontáneamente como una reacción que parece personal e individual, pero en realidad, está sembrada, inyectada y alimentada por el propio mundo emocional y la falsa cortesía de los miembros.
- La amistad se circunscribe a la afirmación del mismo discurso. Si uno discrepa deja de ser confiable y es desterrado, sea de forma inmediata como gradual.
Originalidad de las sectas católicas
En el caso de las sectas católicas, surge en la conciencia del adepto una total identificación de la fe cristiana con su experiencia de pertenecer a la comunidad. Para el sodálite, el Sodalicio es la Iglesia entera o verdadera. Desde el Sodalicio se puede juzgar toda la Iglesia, el Papa y sus enviados, los Prefectos de la Curia. Todos ellos pueden estar equivocados, no el Sodalicio. Con mayor o menor claridad, a pesar del discurso contrario sobre la humildad que se repite constantemente como una prevención a cualquier crítica, el adepto está convencido de que su experiencia y conocimiento de la fe es superior al de los demás cristianos. Con esta convicción, si él personalmente falla, atribuirá su error a sí mismo; si logra algo, lo atribuirá a la comunidad que considera un don de Dios mismo.
El Sodalicio de Vida Cristiana y todo su entorno han seguido en estos días manifestando su espíritu sectario con claridad: ante la intervención de la “Misión especial Scicluna Bertomeu” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, la reacción ha sido de manual: victimizarse, crear versiones, descalificar a las autoridades eclesiales, reforzar a sus adeptos, generar consensos en redes sociales, recurrir a defensores vinculados pero externos, repetir que sus procesos de atención a las víctimas ha sido justos cuando es evidente que no, mentir sin el más mínimo remordimiento, etc.
El desengaño
La comunidad te ha liberado de la responsabilidad sobre tu propia vida. A cambio de tu libertad y espíritu crítico, te ha dado una sensación de seguridad en todos los aspectos: no necesitas trabajar, no pagas impuestos, no te quedas sin trabajo, no sufres por los hijos, no tienes mayores preocupaciones económicas, comes, bebes y duermes seguro, no dudas de nada. En una palabra: no corres los riesgos normales de la vida, tienes el futuro asegurado y crees que esa seguridad mundana es la esperanza cristiana. Puedes dedicarse así enteramente a los fines de la comunidad que, podríamos decir, se condensan en uno solo: seguir creciendo y alcanzando más poder para seguir viviendo.
Con el tiempo, la misma realidad, la experiencia del día a día te da una cruel noticia que poco a poco va clarificándose: has sido engañado, todo el discurso cristiano estaba al servicio de un poder ciego y autorreferente que, si es que tienes el valor de abandonarlo, te perseguirá, cancelará o abandonará de acuerdo a lo que le convenga a la secta en la que estabas.
Hay que salir de la comunidad, no solo físicamente sino, sobre todo, expulsar su influencia del fuero interno, vomitar todas las seguridades falsas y asumir la propia vida
Recuperando la libertad perdida
En este punto, la única manera de sobrevivir es apartarse totalmente de la experiencia sectaria. Hay que salir de la comunidad, no solo físicamente sino, sobre todo, expulsar su influencia del fuero interno, vomitar todas las seguridades falsas y asumir la propia vida. En verdad, no queda nada cuando todo ha sido un engaño. Lo que tienes que redescubrir es que los buenos recuerdos, las cosas buenas que hiciste y viste hacer, no son patrimonio de la comunidad, sino la carnada que escondía el anzuelo. Se trataba de la parte buena de la honesta esperanza que fue traicionada. Todo amor fingido es dulce hasta que se descubre su falsedad.
Una clave de salud inicial puede ser esta: no te equivocaste, amigo, te engañaron. No te equivocaste porque buscabas honestamente la verdad y todo lo que la secta te ofrecía estaba diseñado para hacerte creer que en ella estaba. No te equivocaste tampoco en querer entregar tu vida a una causa noble y grande. Tu vida no es una equivocación. Mucho menos te has equivocado abandonando la secta, al contrario, ese es tu más grande acierto.
Nada ni nadie puede comprar tu libertad. Nada vale más porque ella es el don de Dios más grande. Te equivocarías y de manera desastrosa, si quisieras continuar en la secta contra toda la evidencia que ya tienes del engaño. Te equivocarías también si insistieras en pensar que algo hubo de bueno que no fuera tu buena intención al entrar en ella y el bien que personalmente hiciste. Y más grave error sería seguir sometido a su influencia porque no tienes adónde ir, eso te humillaría de mala forma, te convertiría en un juguete de la manipulación misma. Querer volver: eso sí sería un grave error vital. Como el de un alcohólico que vuelve al bar.