La denuncia de Julia Serrano, misionera en Ecuador, contra la jerarquía "Ni el arrastre de caudas, ni los ornamentos nuevos, ni los vasos dorados tienen que ver con la gloria de Dios ni con la vida de los pobres"

Arrastre de caudas
Arrastre de caudas

"¿El 'arrastre de caudas' qué tiene que ver con la realidad del pueblo ecuatoriano que agoniza entre la violencia, la corrupción y la negligencia y desidia de la jerarquía de la iglesia ecuatoriana?"

"Para la supuesta venida del Papa Francisco en septiembre para la clausura del congreso eucarístico, la arquidiócesis de Quito, ha mandado a elaborar los nuevos “ornamentos sagrados” a España. ¿Será que en Ecuador no hay buenas modistas o costureras?"

"Antes los avatares de la arquidiócesis de Quito sobre compra-venta de parroquias, agresiones sexuales por parte de algunos sacerdotes y tantos otros desatinos, toca levantar la voz para que la clausura del congreso eucarístico no se convierta en otro desfile de vanidades con sus vestidos nuevos, u ornamentos sagrados

"Da tristeza ver como la mayoría de esta jerarquía de la iglesia ecuatoriana se presenta como una iglesia opulenta, soberbia, orgullosa, al margen de la realidad y desentendida de la vida del pueblo"

“LA GLORA DE DIOS ES QUE EL HOMBRE VIVA”

(S. Ireneo)

“El ladrón no viene más que para robar, sacrificar y destruir.

Yo he venido para que tengan vida y les rebose” (Jn. 10,10)


La vida en la biblia es mucho más que una realidad puramente biológica, es también una realidad teológico/religiosa es decir, asume una relación directa con el ser supremo, de cercanía y confianza.

El año pasado tuve un encuentro muy desagradable cuando el miércoles santo (2023) vi en las noticias “el arrastre de caudas” cuyo origen se remite a un rito funerario, pagano, practicado por el ejército romano en honor de algún general caído en batalla y posteriormente adoptado por la iglesia católica en honor a la muerte de Jesús. (“Caudas” son unas capas negras, largas, sujetas por capuchas oscuras).

El viaje de tus sueños, con RD

Espinoza
Espinoza

En esa celebración, que al parecer se celebra sólo en Quito, el arzobispo de Quito pidió ver este ritual no sólo como una costumbre, sino como una representación de fe, en la que Jesús “carga nuestros miedos, nuestros problemas para luego bendecirlos”. Yo creo que Jesús no bendice nuestros miedos ni los problemas, él es nuestra fuerza para resolverlos.

Este año, volvieron a las andadas. Les gusta el oscurantismo, lo digo por la reiteración.

Enseguida me surgió la pregunta ¿y, esto, qué tiene que ver con la realidad del pueblo ecuatoriano que agoniza entre la violencia, la corrupción y la negligencia y desidia de la jerarquía de la iglesia ecuatoriana?

No sólo Ecuador, la humanidad entera está sometida a un sistema de poder cuyo fundamento es el dinero, que toma el puesto de Dios. Jesús crea una alternativa e invita a la humanidad a salir de este sistema opresor. Por eso, me nace otra pregunta para la jerarquía de la iglesia ecuatoriana: ¿y el evangelio, para cuándo?

Pero, todavía, tengo sorpresas mayores este año.

Para la supuesta venida del Papa Francisco en septiembre para la clausura del congreso eucarístico, la arquidiócesis de Quito, ha mandado a elaborar los nuevos “ornamentos sagrados” a España; será para que todos los curas vayan bien uniformados y de nuevo nace la inquietud: ¿Será que en Ecuador no hay buenas modistas o costureras? Yo conozco a algunas y son muy buenas. Pero, es necesario gastar en algo tan superfluo como en vestidos nuevos para una celebración que durará un par de horas, más o menos… La cosa tampoco acaba ahí, también han mandado a elaborar los “objetos sagrados” en metales preciosos.

Carrascosa y Espinoza
Carrascosa y Espinoza

 Hasta ahí las noticias. 

Como cristianos: ¿qué pensamos, qué decimos, protestamos? O seguimos con la acostumbrada posición de encogernos de hombros. ¿No hacemos nada? Algo hay que hacer.

En el arrastre de caudas se representa toda una parafernalia que nace de un rito pagano, una evasión lúdica de la realidad, de una iglesia oscurantista, de un fanatismo enfermizo que desfigura el asesinato de Jesús en la cruz, desde la tortura romana, y con la complicidad del poder religioso de ese tiempo. Esta expresión del arrastre de caudas se presenta como una hipocresía y una vileza porque nos desvía del verdadero sentido de la cruz y el resucitado.

Esta representación me trae a la memoria el texto de Is. 1,11-15:

“¿de qué me sirven

todos sus sacrificios?

-dice el Señor-

Estoy harto de holocaustos de carneros

y de grasa de becerros;

detesto la sangre de novillos, 

corderos y chivos.

Cuando vienen ante mí,

¿quién les pide que pisoteen mis atrios?

No vuelvan a traer ofrendas vacías,

cuya humareda me resulta insoportable….

…cuando extienden las manos para orar,

aparto mi vista;

aunque hagan muchas oraciones,

no las escucho,

porque tienen las manos

manchadas de sangre”

Estos ritos vacíos, oscuros, que no generan esperanza ni proclaman la gloria de Dios en la vida de los seres humanos, sobre todo los más pobres, me parecen, por lo menos, absurdos e hipócritas. ¿Acaso nos acercan a la cruz de Jesús, a los crucificados de la historia? ¡Qué iglesia tan triste y desubicada del evangelio!

Espinoza en el arrastre de caudas

Ese otro culto, el arrastre de caudas, las opulentas celebraciones donde invierten tanta plata, intenta ser un sustituto de la justicia y una tapadera de la pobreza, atonta al pueblo sensible y sencillo, necesitado de mucha esperanza, y Dios no aguanta solemnidades vacías y llenas de soberbia. 

No olvidemos que la Palabra de Dios cumple su cometido: Is. 55,10-11

“Como la lluvia y la nieve caen del cielo,

y sólo regresan allí

después de empapar la tierra,

de fecundarla y hacerla germinar,

para que de semilla al que siembra

y pan al que come,

así será la palabra que sale de mi boca:

no regresará a mí vacía,

sino que cumplirá mi voluntad

y llevará a cabo mi encargo”

Recordemos también la actitud de Jesús frente a estos cultos vacíos: Mt. 15,8-9

“este pueblo me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí;

 el culto que me dan es inútil,

pues las doctrinas que enseñan 

son preceptos humanos”

La Palabra de Dios es semejante a un mensajero que no vuelve hasta cumplir con su misión.

La palabra, empeña no sólo a la persona sino a toda su familia, su historia y sus ancestros.

La Palabra de Dios es viva, dinámica, capaz de fecundar, engendrar, producir y generar vida y la fidelidad del cristiano, del misionero, debe medirse desde este parámetro. El misionero es el servidor de la Palabra

Arrastre de caudas

En este caso, del arrastre de caudas, el arzobispo de Quito, pone la tradición, cosa de hombres, por encima del mandato principal de Jesús que es el amor y la preocupación por los más pobres. La piedad hacia los ritos autorizada por la tradición se opone al mandamiento divino del amor porque el bien del ser humano es lo primero. Seguir manteniendo a la gente sencilla en la ignorancia, a través de los ritos o las devociones, ofenden a Dios porque es doctrina humana y olvidan que “la gloria de Dios es que el hombre viva” (S. Ireneo). El amor está por encima del culto y la observancia, nos lo recuerda Mt. 9,13: “…misericordia quiero y no sacrificios…” Primero la vida y luego, no tanto el templo, cuanto el culto verdadero que es “en Espíritu y en verdad” (Jn. 4,23).

Por eso, la relación con Dios no es cultual. No se dará culto a un Dios lejano, sino al Padre, unido al ser humano por una relación personal. Se honra a Dios siendo como él colaborando en su obra creadora, actuando siempre en favor del ser humano, los antiguos cultos y templos deberán ser sustituido por el amor a los demás.  

Da tristeza ver como la mayoría de esta jerarquía de la iglesia ecuatoriana se presenta como una iglesia opulenta, soberbia, orgullosa, al margen de la realidad y desentendida de la vida del pueblo.

En un país como Ecuador donde más de cinco millones de ecuatorianos viven con menos de tres ($3) dólares al día (Primicias.ec, junio 27-2023), es, por lo menos, vergonzoso, pensar en elaborar vasos sagrados con metales preciosos, esto ofende a los pobres y a Dios.

Tal vez los obispos estén pensando, como ya me dijo alguno, que es muy difícil gobernar una diócesis, peor toda la iglesia. Sigo pensando lo que ya le respondí a este obispo: “yo creí que Uds. eran pastores, no gobernadores”, o lo que es lo mismo, asalariados. La diferencia está en que el gobernador es un empleado, un funcionario; el pastor (Jesús buen pastor) conoce a sus ovejas, sale a buscar a la que se le pierde y las llama por su nombre.

Hay un solo modo legítimo de acercarse al pueblo, abiertamente y con sinceridad. Sólo asumiendo la actitud de Jesús se puede uno acercar legítimamente al pueblo. La característica del pastor en Jesús es dar su vida para que los demás tengamos vida y vida en abundancia, que rebose la vida, es decir: la salud, la educación, el buen vivir, la alegría, el amor, la esperanza operativa, etc.

Logotipo del 53° Congreso Eucarístico Internacional
Logotipo del 53° Congreso Eucarístico Internacional

Toca decirlo en voz alta: ni el arrastre de caudas, ni los ornamentos nuevos, ni los vasos dorados tienen que ver con la gloria de Dios ni con la vida de los pobres.

Pensando en los avatares y denuncias que se están dando en la iglesia ecuatoriana, en concreto en la arquidiócesis de Quito, sobre compra-venta de parroquias, agresiones sexuales por parte de algunos sacerdotes y tantos otros desatinos, toca levantar la voz para que la clausura del congreso eucarístico no se convierta en otro desfile de vanidades con sus vestidos nuevos, u ornamentos sagrados, vasos sagrados para las celebraciones porque parece que esta iglesia ha perdido de vista que desde la venida de Jesús se terminó la tradición de los objetos sagrados, los lugares sagrados y los tiempos sagrados (recordemos que las primeras comunidades cristianas cambiaron el sábado de culto y se pasó al domingo) y los mediadores entre Dios y el ser humano.

“Créeme mujer: se acerca la hora en que no darán culto al Padre ni en este monte ni en Jerusalén…… se acerca la hora, o, mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Jn. 4,21-23)

Al parecer algunos clérigos, obispos entre ellos, siguen pensando que la relación con Dios es cultual. No se trata de elegir entre templos ni entre figuras de vírgenes a ver cuál de ellas es la más milagrosa, ya ha terminado todo eso con Jesús, no hay lugares privilegiados, existe una nueva relación comunitaria y personal entre Dios y sus hijos que excluye todo particularismo. No se dará culto a un Dios lejano, sino al Padre-Madre. Se honra a ese Padre-Madre colaborando en su obra creadora, quitando el pecado del mundo: la violencia, la injusticia, la mentira, la muerte. Hay que sustituir los antiguos cultos y templos por el amor leal a los hermanos

Así, como lo están haciendo, no se construye la “fraternidad para sanar el mundo” que es el lema de del congreso.

Basta, hermanos obispos, sacerdotes, de seguir tratándonos como a menores de edad o ignorantes. Somos el fiel pueblo de Dios que camina, trabaja y lucha por los valores del Reinado de Dios, la iglesia es sólo un medio, volvamos al hermano evangelio, aprendan a servir al estilo de Jesús. No pierdan de vista a nuestro santos padres de la iglesia latinoamericana, nuestros patriarcas: “entregar por amor hasta la vida…. es solidaridad” Eso nos dice uno de ellos, Mons. Leonidas Proaño.

Leonidas Proaño
Leonidas Proaño

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