Antonio Aradillas El "cortijo" de don Braulio

(Antonio Aradillas).- Confieso con honestidad- "decencia y moderación en la conducta"-, y al dictado de mi conciencia como sacerdote y como periodista, que suelo leer las declaraciones que efectúa don Braulio, arzobispo de Toledo, es decir, de Guadalupe, primado de España y ex aspirante al cardenalato de la "Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana".

En una de sus más recientes s declaraciones, con énfasis, encuentro y subrayo que "el consumismo capitalista ha impuesto la fiesta de Halloween, como mofa a la muerte" y al concepto que de la misma tienen y mantienen los cristianos. El matiz adverbial de "a la fuerza", así como otras circunstancias de sus proclamas y silencios, justifica la dedicación de mi comentario, por supuesto, "guadalupano".

Recurro a mi archivo, y en el mismo destacan las peticiones, reclamaciones y gestiones que se han efectuado y efectúan, a favor de que el monasterio- santuario de Nuestra Señora de Guadalupe -Patrimonio de la Humanidad- "santo y seña" de la Comunidad Autónoma extremeña, su patrona canónica y "civil", se integre cuanto antes administrativamente en alguna de las diócesis que conforman su " Provincia Eclesiástica".

Es esta una reclamación tan elemental, y tan de "primer grado", que a la mayoría de los no extremeños -cristianos o no tanto- les da la impresión de que se trata de algo incomprensible, comercial y absurdo. ¿Pero sería posible en esferas puramente laicas y civiles que, la Virgen de Covadonga, patrona del Principado de Asturias, perteneciera, por ejemplo, a la diócesis de El Burgo de Osma-Soria; que la de Monserrat lo fuera de la diócesis de Huesca o que Nuestra Señora de Valvanera, de La Rioja, fuera "administrada" por el obispo de Tortosa?

¿Cómo explicaría don Braulio, silente por falta de argumentos, que precisamente "manu militari", es decir "por la fuerza, en este caso, de las armas", resulta ser la única y arzobispal explicación con que cuenta para seguir manteniendo tan oprobiosa situación jerárquica, prestándole "pastoral" atención a la estupidez, frivolidad y tontería del Halloween? ¿Acaso no pensó arzobispalmente que la situación que define a Guadalupe -caso único en el orbe católico-, es ofensiva para los sentimientos religiosos y los sanamente patrios, de los extremeños? ¿No le llegaron los ecos "castúos" de que su cerrazón, además de anti pastoral y escandalosa, es ya calificada dentro y fuera de Extremadura, como cerril, es decir,"grosera, tosca y descortés"?

 ¿No se siente co-responsable de que el último puesto que en los índices de desarrollo detenta Extremadura como Comunidad Autónoma, también a la Iglesia que él representa le corresponde una buena parte de relevancia, tanto o más singular que la falta de trenes, por poner un ejemplo, conocido y lamentado dentro y fuera de la España de la Constitución democrática y de las Autonomías, en pleno sigulo XXI?

¿No lee don Braulio, escucha y ve con sus propios ojos, y de primera mano, las quejas que les han dirigido, y les dirigen, sus colegas los obispos extremeños y otros "hermanos en el episcopado", miembros todos de la Conferencia Episcopal?. ¿Es posible que a estas alturas de tan incomprensible "película medieval y feudal, desconozca la voz de los dirigentes de "Guadalupex", ejemplar asociación de seglares dedicados, "gratis et amore", a tan santa reivindicación, negándoseles, hasta el presente, toda posibilidad de audiencia, y menos, de encuentro?

Resulta ciertamente sorprendente que idéntica actitud observe don Braulio con las supremas autoridades civiles de la Comunidad Autónoma, verdaderos representantes del pueblo- pueblo, democráticamente elegidos, y no como el mismo don Braulio -nombrado -que no elegido- gracias a mediaciones cardenalicias felizmente retiradas de la circulación eclesiástica por el papa Francisco. Las gestiones y declaraciones por parte de los presidentes de la Comunidad Autónoma de Extremadura son ciertamente respetuosas y ejemplares, cargadas de sensibilidad y sentido común, que demandan y explicarían la publicación de un libro.

¡Nos queda nada más y nada menos que la súplica e interpelación al Presidente de la Conferencia Episcopal, al Nuncio de SS. y a quienes tengan algo que ver en la solución de un problema de tanta gravedad y significación en la Iglesia extremeña y en la sinodalidad de la misma, para subsanar tamaña injusticia canónica y de la otra! A la Iglesia le sobran escándalos y este es uno de los de mayor relieve, estólidos y estúpidos pese a que algunos malpensados adviertan y señalen que los gazofilazios piadosos del santuario alcancen índices de rentabilidades altamente jugosas.

Con dignidad, derecho y derechos, emplazamos a don Braulio a que conteste a este y tantos otros alegatos. "Dar la callada por repuesta", entre cristianos y entre paganos, es la razón de la sinrazón menos razonable, con la que jamás se resolverán los problemas y menos "en el nombre de Dios". Sin tener que ponerles bridas a la imaginación jerárquica, ¿podría proceder la solución a Guadalupe con el nombramiento como sucesor del ya jubilable don Braulio, de alguno de los obispos- arzobispos actuales de las sedes extremeñas?

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