Antonio Aradillas La cruz del Valle
(Antonio Aradillas).- "Si Dios no lo remedia," -y Dios no es generalmente pródigo en realizar esta clase de milagros-, los "bandazos" en el entorno a la tumba de la que es referencia y "santo y seña" la conocida "Cruz del Valle de los Caídos",-obra colosal del ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, don Carlos Fernández Casado-, podría llegar un día en el que cualquier terremoto político hasta la hiciera desaparecer físicamente desde sus cimientos. Por el momento, son de apreciar unas palabras- promesas del actual Presidente del Gobierno con las que avala la condición "crucífera" de "perenne" e "indestructible".
En este contexto, cualquier reflexión acerca de la Cruz - de esta y de todas- será bienvenida, si sus inspiradoras son la razón y la intención de contribuir a la paz, a la convivencia y a la concordia.
. Se asegura que la cruz es posiblemente el más universal de los símbolos, compartido por pueblos y culturas, que se pierde en el ancho y plural horizonte del espacio y del tiempo, y de ningún modo limitado al ámbito cristiano. Reproduce la orientación en el espacio y encarna el punto de intersección del arriba/abajo y de la derecha/ izquierda de la totalidad, que se corresponde con la figura humana con los brazos extendidos y abiertos.
. El cosmos y los cuatro ríos del Paraíso bíblico que nacen de él, las cruces de las hojas que aparecen en la ciudad maya de Palenque en el Yucatán, que representan un árbol cósmico, y que por supuesto no tiene relación alguna con hipotéticos misioneros allí llegados antes del Descubrimiento, los signos que en la cultura inca aparecen con frecuencia, al igual que aparecieron en la isla mediterránea de Chipre, unos 2,500 años antes de Cristo, son pruebas, hoy incuestionadas, de la profunda universalidad de la cruz como eje y fundamento del mundo, así como punto de encuentro de quienes lo habitaron y habitan.
. Este significado concreto destacaría -re cristianizado-, en el apócrifo "Libro de Adán", en el que Noé, Sem y Melchisedech, conducidos por un ángel, trasladaron a un nuevo lugar -"centro de la tierra"- los huesos de Adán, precisamente coincidente con el "Gólgota", o "lugar de la calavera", la que aparecería después en imágenes y pinturas de Cristo Crucificado.
. La cruz fechada con mayor antigüedad en la historia cristiana procede de la ciudad de Palmira, en el año 134 (p.C.), destacándose en ella, y en la mayoría de las representaciones siguientes, su carácter y condición de "triunfo sobre la muerte". La cruz cristiana ni es, ni termina "en" y "con" la muerte. Es y conlleva resurrección y vida. El triunfo sobre la muerte permanece patente y activo en las cruces, de modo eminentemente evangélico y expresivo, sobre todo en los tiempos medievales, y de esta manera es por antonomasia referencia incuestionablemente cristiana.
Palmira
. Del abuso y la profanación que, tanto cultural como religiosamente, se hizo, se hace y se hará de la cruz y de su auténtico significado, diríase que no tiene límites. Es prácticamente infinito. Por supuesto, superior al que se define y sustenta en el reconocimiento y adoración de Dios que entrañan los valores de transcendencia que recuerdan, y hacen presentes y activos.
. La heráldica -"arte de explicar y describir los escudos de armas"- es mayoritariamente piélago de abusos y profanaciones en relación con la cruz. Ni en humano ni en cristiano tienen cabida muchas cruces en los escudos de armas. Tampoco la tienen en los programas y aspiraciones de vida de multitud de personas aún representativamente cristianas.
. La cruz alhajada, y como premio en su pluralidad de categorías y aún rentabilidades, humanas, es tratada de modo irreverente y desacralizador. Como objeto de ostentación, de poder y de lujo -también la procesional y la pectoral- , la cruz carece radicalmente de contenido y sentido humano y divino.
. Convertida la cruz en "cruzada", y con el convencimiento de que la mayoría de las guerras, por crueles que sean, tuvieron y tienen parte importante de motivaciones que se dicen "religiosas", es una monstruosidad impropia de ser protagonizada por seres humanos...
. La recristianización de la cruz, como camino de resurrección y de vida, es tarea-ministerio esencial y urgente en la vida religiosa. Su humanización como principio, eje y fundamento de convivencia, justificación, causa y consecuencia de confraternidad y ciudadanía, con irrevocable vocación de progreso integral e integrador, es -será- el pan nuestro de cada día que nos asegure el afán de vivir y de que vivan y convivan también los demás , con los mismos derechos e idénticos deberes.
. Cruz, resurrección y vida nueva, para sí y para los demás, por los montes y valles de la humana existencia, es esperanza, meta y legado de concordia, de evangelio y de humanidad.