(José Antonio Pagola).- De todos los gestos realizados por Jesús durante su actividad profética, el más recordado por las primeras comunidades cristianas fue seguramente una comida multitudinaria organizada por él en medio del campo, en las cercanías del lago de Galilea. Es el único episodio recogido en todos los evangelios. El contenido del relato es de una gran riqueza. Siguiendo su costumbre, el evangelio de Juan no lo llama "milagro" sino "signo". Con ello nos invita a no quedarnos en los hechos que se narran, sino a descubrir desde la fe un sentido más profundo.
Jesús ocupa el lugar central. Nadie le pide que intervenga. Es él mismo quien intuye el hambre de aquella gente y plantea la necesidad de alimentarla. Es conmovedor saber que Jesús no solo alimentaba a la gente con la Buena Noticia de Dios, sino que le preocupaba también el hambre de sus hijos e hijas.
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