El transexual extremeño, amigo del Papa, crítico con la normativa que prepara el Gobierno Diego Neria: "La ley 'Trans', un embudo para la razón"
"Me indigna observar que esta “Ley” sea la excusa perfecta para librar guerras absurdas entre colectivos que se posicionan sin arte ni parte, respondiendo a intereses políticos y a aires “vanguardistas”, a todas luces, complicados de digerir"
"Esta “Ley”, que más parece una competición para dejar claro quién es más “moderno”, quién logrará más “medallas” o más votos, me plantea cientos de dudas cuando trata de regular lo relacionado con Menores que, sin estar formados aún, pueden, erróneamente o no, “decidir su futuro” sin contar con nadie"
"Fui Transexual el tiempo que duró mi transición. Quien pueda entenderlo, bien, quien no, lo mismo. Mi camino no fue sencillo, pero he llegado hasta aquí y nadie logrará poner en duda quién soy y cómo siento. Mi vida es absolutamente normal, no necesito siglas, banderas o colores para ser lo que siempre fui"
"Fui Transexual el tiempo que duró mi transición. Quien pueda entenderlo, bien, quien no, lo mismo. Mi camino no fue sencillo, pero he llegado hasta aquí y nadie logrará poner en duda quién soy y cómo siento. Mi vida es absolutamente normal, no necesito siglas, banderas o colores para ser lo que siempre fui"
| Diego Neria
Mi nombre es Diego, soy varón y tengo 54 años.
Para comenzar, quiero poner especial énfasis en mi absoluto respeto a quien no opina como yo y, sobre todo, a las decisiones que cada quien toma en cuanto a su propia vida. Y este mismo respeto es el que exijo para mí.
Llevo días leyendo y escuchando todo tipo de opiniones, unas en consonancia con las mías propias y otras no tanto, sobre la tan traída y llevada “Ley Trans”, afirmaciones que, en muchos de los casos, vierte quien carece de la más mínima experiencia vital y que contribuyen, en gran medida, a la confusión general de una sociedad ya mal informada de por sí.
Me indigna observar que esta “Ley” sea la excusa perfecta para librar guerras absurdas entre colectivos que se posicionan sin arte ni parte, respondiendo a intereses políticos y a aires “vanguardistas”, a todas luces, complicados de digerir. Cuidado, porque el arma arrojadiza de esta batalla, que lejos de responder al bien común del colectivo sino más bien a antiguas luchas dialécticas y objetivos nada generosos, son quienes llevan una vida entera tratando de desterrar el apellido aclaratorio a su género: hombres y mujeres que siguen teniendo que añadir la etiqueta “Trans”, como si de una denominación de origen se tratara.
Si de verdad todo esto versa sobre evitar calvarios personales y garantizar el acceso a los distintos estamentos sociales en igualdad de oportunidades, mejor inviertan en educar, en informar con rigor sobre una realidad para la que, aunque parezca mentira en estos tiempos, pocos están preparados. ¿Por qué no orientan sus esfuerzos en tratar de enseñar a la gente que la vida de un Transexual no es otra cosa que familia, trabajo, proyectos y sueños como los de cualquier persona? ¿Por qué hablan de “normalidad” cuando lo que están haciendo es volver a tirar a la arena del Circo al mismo colectivo de siempre? ¿Por qué se empeñan en que una sociedad que aún no logra comprender algo tan básico como la homosexualidad, entienda términos y formas que resultan en muchas ocasiones bufonadas? ¿Por qué no dejan de utilizar vidas y más vidas para sus intereses económicos y políticos? Ya basta, de verdad.
¿Por qué hablan de “normalidad” cuando lo que están haciendo es volver a tirar a la arena del Circo al mismo colectivo de siempre? ¿Por qué se empeñan en que una sociedad que aún no logra comprender algo tan básico como la homosexualidad, entienda términos y formas que resultan en muchas ocasiones bufonadas?
Esta “Ley”, que más parece una competición para dejar claro quién es más “moderno”, quién logrará más “medallas” o más votos, me plantea cientos de dudas cuando trata de regular lo relacionado con Menores que, sin estar formados aún, pueden, erróneamente o no, “decidir su futuro” sin contar con nadie. ¿Cómo afectarán estas decisiones, a corto, medio y largo plazo a un niño o adolescente que salió el viernes del Colegio siendo Pedro y regresa el lunes siendo Irene? ¿Qué pasará a efectos de comunidad educativa, amigos y familiares? ¿Quién les arropará, quizá el tutor asignado por vía judicial en caso de desavenencia? Por favor, protejamos a los niños Trans, a ellos sí: acompañemos, pongamos todos los recursos materiales, humanos y sociales para que puedan ser quienes son, pero dejemos que los profesionales trabajen con ellos y sus familias, antes de que una decisión no suficientemente madurada les arruine el resto de sus vidas.
En cuanto a las bonificaciones anunciadas a empresas por contratar a un trabajador Trans, seré muy breve: somos personas “normales”, debemos tener los mismos derechos y obligaciones que todo el mundo. Aborrezco la discriminación positiva que aún señala más las diferencias y pone en tela de juicio la capacidad de obtener resultados por la valía personal, con las honrosas excepciones de quienes desgraciadamente por su condición física o intelectual sí lo necesitan.
Otro capítulo que me parece gravísimo y preocupante es cómo afectará, a quienes nada tenemos que ver con esto, el que empecemos a ver a hombres (porque eso decidieron ser y para eso se reasignaron) con barbas pobladas y vientres gestantes… Sí, sé cómo suena y lo que chirría. Invito a la reflexión sobre este punto y si no se estaría cargando, literalmente, el principio en el que se sustenta la disforia de género.
Es cierto que hay que apoyar, acompañar y proteger a cualquier persona que lo necesite en todos los sentidos, aún más si se trata de un menor, pero no utilicen las vidas ajenas para saciar ambiciones propias.
Dije, al empezar, mi nombre y mi edad. A pesar del hartazgo de tener que explicarme durante toda mi vida, añadiré, para que no se me pueda tachar de hablar sin conocimiento de causa, que fui Transexual el tiempo que duró mi transición. Quien pueda entenderlo, bien, quien no, lo mismo. Mi camino no fue sencillo, pero he llegado hasta aquí y nadie logrará poner en duda quién soy y cómo siento. Mi vida es absolutamente normal, no necesito siglas, banderas o colores para ser lo que siempre fui.
Mi nombre sigue siendo Diego y soy un varón heterosexual.
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