Antonio Aradillas Los nietos de la píldora

(Antonio Ardillas).- Como "un servidor de ustedes" tiene ya más años que, por supuesto, la Carta Encíclica "Humanae Vitae", cuyos fastos -"Bodas de Oro"- (50 años), se celebran estos días, me resulta fácil redactar, entre otras, estas reflexiones:

. En la historia de la Iglesia se registra la existencia de Cartas Encíclicas, Cartas Pastorales, adoctrinamientos, "artículos de fe", interpretaciones "oficiales" de textos bíblicos y patrísticos, comportamientos eclesiásticos y motivaciones "religiosas" que no le beneficiaron a la Iglesia, sino, a veces, todo lo contrario, ni cuando se hicieron públicos, ni menos ahora, descubiertas las verdaderas razones que las motivaron. Y es que, entre otras cosas, el mundo cambia y, por tanto, y dentro de un orden, también ha de hacerlo la Iglesia, si pretende ser respuesta religiosa a sus principales problemas,

. Precisamente en relación con la temática que le sirve de justificación a la "Humanae Vitae" y al ejercicio de la sexualidad dentro y fuera del matrimonio, los cambios han sido, son y serán, impensables, aún teniendo rigurosamente en cuenta los dictados de la llamada "naturaleza", que se invocan como inamovibles y en rigurosa y exclusiva coincidencia con llamada "ley de Dios".

. Pablo VI, pronto santo canonizado, afrontó el tema, aunque siempre limitado por la natural condición de ser y ejercer como "el papa de las dudas", título al que le harán merecedor sus vacilaciones o indeterminaciones. Con innata inclinación hacia la renovación y la reforma de la Iglesia, la influencia curial se ejerció en su tiempo, de manera tal, que pese a la continuidad del Concilio Vaticano II, este, su espíritu y aún sus conclusiones, fueron constreñidas por el "aparato oficial" hasta que providencialmente se hizo presente Francisco, "el papa venido del fin del mundo, es decir, de "allende los mares"...

. "Con las debidas licencias" y nada menos que editado por "la librería editrice Vaticana", el profesor del Pontificio Instituto Juan Pablo II", Mons. Gilfredo Marengo, acaba de publicar un libro, con la correspondiente y requerida documentación, que demuestra que, para antes de la promulgación de la "Humanae Vitae" Pablo VI tenía preparada otra Carta Encíclica titulada "De nascentia prolis" ("Sobre el nacimiento de los hijos"), en la que la defensa de "la píldora" destacaba sobre otras fórmulas severamente restrictivas que canonizaría y santificaría posteriormente la "Humanae Vitae".

. Buena parte del libro que trata de la frustrada e inédita encíclica de Pablo VI responde a las aportaciones del estudio efectuado por siete de los diez grupos de expertos consultores, a los que había acudido el papa "obligado oficialmente a fiarse del texto de los tres grupos, acreditados por conservadurismos radicales e irredentos", que todavía, y de alguna manera, ejercen el ministerio de la palabra y de las decisiones en la Iglesia y en enemistad doctrinal con el papa Francisco.

. Diversas, ínclitas y aún providenciales circunstancias profesionales periodísticas, colocaron en las manos de José María Javierre, José Luis Martín Descalzo y quien esto subscribe -Antonio Aradillas-, los textos de los siete grupos oficialmente rechazados. Convencidos del gran interés de su publicación para los profesores españoles e hispanoamericanos de teología, y de los laicos preocupados especialmente por temas que suscitaban y suscitan serios problemas de conciencia, decidimos su publicación en la editorial "Alameda" (a. 1967), con el título de "Control de Natalidad", y el subtítulo de "Documentos de Roma - informe para expertos", destacados en la portada de las 271 páginas del texto.

. Me ahorro reseñar que nuestro pecado y "atrevimiento" bibliográfico, en tiempos tan señaladamente nacional- católicos y "a machamartillo", fue de antología, asumiendo nosotros "a cuerpo limpio" parte importante de la responsabilidad de la comunicación religiosa de los medios, en los que entonces éramos responsables. Se nos negó el "Nihil obstat" y el "Imprimatur", indelebles en las páginas destacadas de este tipo de libros, y las condenaciones y anatemas surgieron, y aún tal vez perduren...

Desde aquí, mi venerado y cálido recuerdo para mis amigos José María y José Luís, a quienes su profesionalidad "profética" y amor a la Iglesia, les seguirán instando a escribir, y describir, crónicas, ahora celestiales, y sin temor a censuras, por su instalación sempiterna en el Reino de la Transparencia, de la Luz y de la Verdad.

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