El papa de la Amazonía Antonio Aradillas: "Ante el 'timorato documento adoctrinador'... es cuestión de seguir esperando"
Siento tener que reconocer, y a la vez hacer pública, la desafección que me ha supuesto la tan esperada lectura del documento del papa Francisco, con referencias a la Amazonía
"Como primera impresión, hay que esforzarse en buscar y encontrar las causas, razones o sinrazones, que al “Siervo de los siervos de Dios” le han valido para redactar el documento de nuestra referencia"
"Sé que la reducción del planteamiento doctrinal sobre la Amazonía, al tema de los “viri probati”, celibato opcional y plena integración de la mujer en las responsabilidades de la Iglesia, es de por sí accidental y episódica"
"De todas formas, con o sin “viri probati” y sin el sacerdocio femenino, la Iglesia-Iglesia está falta de Eucaristía…"
"Sé que la reducción del planteamiento doctrinal sobre la Amazonía, al tema de los “viri probati”, celibato opcional y plena integración de la mujer en las responsabilidades de la Iglesia, es de por sí accidental y episódica"
"De todas formas, con o sin “viri probati” y sin el sacerdocio femenino, la Iglesia-Iglesia está falta de Eucaristía…"
Siento tener que reconocer, y a la vez hacer pública, la desafección que me ha supuesto la tan esperada lectura del documento del papa Francisco, con referencias a la Amazonía. Y lo siento más por la difusa alusión que en la redacción del timorato documento adoctrinador hayan podido ejercer sobre determinados temas, algunas personas –sin dejar de citar al ex papa Benedicto XVI-, instituciones o movimientos religiosos, que no se han ahorrado esfuerzos , medios económicos y hasta forzadas interpretaciones bíblicas y dogmáticas, a favor de la continuidad de algunas disciplinas meramente canónicas que perduran en la Iglesia, pero con absoluta necesidad de renovación y reforma.
Sé que la reducción del planteamiento doctrinal sobre la Amazonía, al tema de los “viri probati”, celibato opcional y plena integración de la mujer en las responsabilidades de la Iglesia, es de por sí accidental y episódica, debiendo prevalecer el adoctrinamiento acerca de otros de singular relevancia como el de la pobreza, la ecología, la solidaridad, la disponibilidad y la imprescindible y energética capacidad de anticipación de respuesta que la Iglesia, por Iglesia, contiene y, por definición, está siempre dispuesta a convertirse en vino y en pan eucarísticos, que sacie el hambre de verdad y de vida que caracteriza el sentir religioso de católicos y no tan católicos.
Pero como primera impresión veraz y comprometida, conociendo y admirando la trayectoria que el papa Francisco ha desarrollado en el puñado de años, de padre, hermano, hombre de su tiempo y obispo de Roma, más o menos misteriosamente hay que esforzarse en buscar y encontrar las causas, razones o sinrazones, que al “Siervo de los siervos de Dios” le han valido para redactar el documento de nuestra referencia.
Al margen de justificadas desilusiones para muchos, de reticencias para otros y de cantos y epinicios pascuales de alegrías y triunfos de los que algunos alardearán y harán patentes en sus peregrinajes de continuismos y conservadurismos “religiosos” por los sempiternos y ortodoxos parajes de las ceremonias y del rito, recorridos con los ojos vendados, con votos o sin ellos, se corre el riesgo de que el mismo papa llegue a pensar que el ritmo de la reforma, y esta misma, no es el que él ha pretendido encarnar…
Pedirle a Dios -“¡rezad por mí!”- que no se desanime y que rechace cualquier tentación de engrosar el cenáculo de los jubilados, es obligación universal y fundamentalmente cristiana, en estos difíciles momentos episcopales que está viviendo.
“Vencedores” y “vencidos” no entran en la terminología religiosa, en la cristiana y muchos menos en la “franciscana”. El tiempo es palabra de Dios y es el Espíritu Santo quien fija el ritmo. El tiempo de por sí no hay fuerza humana que lo detenga, por lo que esta condición proclama a las claras que el camino eclesial marcado por el papa Francisco es el verdadero y responde a las necesidades del pueblo y al mandato y consignas de los santos evangelios.
Es cuestión de seguir esperando, pero siempre sin vanagloriarse de engrosar y pertenecer al gremio de los “vencedores” o de los “vencidos. De todas formas, con o sin “viri probati” y sin el sacerdocio femenino, la Iglesia-Iglesia está falta de Eucaristía…
Etiquetas