""El documento procede del archivo de Lucio Vallejo Balda, secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos" El secuestro de Emanuela: Gastos del Vaticano (y IV)
"El documento recoge los gastos del Vaticano con Emanuela (unos 250.000 euros actuales) que se producen entre enero de 1983 y julio de 1997. Lo publica el periodista Emiliano Fittipaldi en su libro Gli impostori (2017)"
"El documento no lleva membrete ni sello ni firma"
"El documento procede del archivo de Lucio Vallejo Balda, secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos y secretario de la Comisión de Economía (COSEA)"
"Sin duda, la misteriosa desaparición de Emanuela remite de cerca a los otros “misterios vaticanos” que marcan el pontificado de Juan Pablo II"
"La desaparición de Emanuela, uno de los grandes enigmas que Wojtyla se llevó a la tumba, lo manifiesta. Este caso es un secreto inconfesable. Es, a la vez, abominación y desolación"
"El documento procede del archivo de Lucio Vallejo Balda, secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos y secretario de la Comisión de Economía (COSEA)"
"Sin duda, la misteriosa desaparición de Emanuela remite de cerca a los otros “misterios vaticanos” que marcan el pontificado de Juan Pablo II"
"La desaparición de Emanuela, uno de los grandes enigmas que Wojtyla se llevó a la tumba, lo manifiesta. Este caso es un secreto inconfesable. Es, a la vez, abominación y desolación"
"La desaparición de Emanuela, uno de los grandes enigmas que Wojtyla se llevó a la tumba, lo manifiesta. Este caso es un secreto inconfesable. Es, a la vez, abominación y desolación"
| Jesús López Sáez, sacerdote
Septiembre de 2017. El documento es una carta de 5 páginas (ver fotos), con fecha 28-3-1998, (supuestamente) enviada por el cardenal Lorenzo Antonetti (+2013), entonces presidente de la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica), a los monseñores Giovanni Battista Re, Sustituto de la Secretaría de Estado, y Jean-Louis Tauran, responsable de Relaciones con los Estados. El documento recoge los gastos del Vaticano con Emanuela (unos 250.000 euros actuales) que se producen entre enero de 1983 y julio de 1997. Lo publica el periodista Emiliano Fittipaldi en su libro Gli impostori (2017).
* Documento-carta. El título: “Informe global de los gastos realizados por el Estado Ciudad del Vaticano en las actividades referidas a la ciudadana Emanuela Orlandi (Roma, enero 1968)”. Hay una errata en el año. Al final del documento figura el año 1998.
Es un mandato: “La prefectura de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica ha recibido mandato de redactar un documento de síntesis de las prestaciones económicas hechas necesarias para sostener las actividades desarrolladas a partir de alejamiento domiciliario y de las fases sucesivas del mismo de la ciudadana Emanuela Orlandi”. Mandato ¿de quién? En 1998 puede ser del Secretario de Estado, Ángelo Sodano. En consecuencia, “la sección referida, bajo mi supervisión, ha procedido a recoger el material a través de los agentes del Estado que han intervenido en el asunto”.
Muchas limitaciones: “Muchísimos límites en la reconstrucción han sido encontrados en la imposibilidad de rastrear documentación relativa a los agentes de apoyo utilizados en suelo italiano, teniendo en cuenta la prohibición a mi impuesta de interrogar a las fuentes, encargando exclusivamente al jefe de la Gendarmería Vaticana en este sentido”.
Recibos y extractos de cuenta: “Los documentos anexos (197 páginas) al presente informe son presentados en original por lo que se refiere a los pagos de los cuales hay recibo, son presentados en forma de extracto de cuenta en las cantidades de dinero utilizadas y retiradas por gastos no facturados”. Veamos el desglose de gastos:
* Enero 1983 - Enero 1985. Fuente Investigadora en Taller de moda Hermanas Fontana (L. 450.000), Fuente Investigadora Informe SIP (L. 400.000), Preparación de la actividad investigadora exterior (L. 450.000), D.B. Prato della Signora - Roma (L. 1.000.000), Adquisición de Cintas Grabadas mediante Fuente (L. 1.000.000), T.P. Suore Ancelle dell’Immacolata de Parma (L. 400.000), Traslado (L. 4.000.000), Pensión, comida y alojamiento en Londres, 176 Chapman Road (L. 8.000.000), Gastos de investigación formal en colaboración con Roma (L. 23.000.000), Actividad de investigación reservada extra Comando 1 dirigida Cardenal Casaroli (L. 50.000.000), Segundo Traslado (L. 900.000).
* Febrero 1985 – Febrero 1988. Traslado y permanencia del jefe de la Vigilancia vaticana Camilo Cibin en Londres, 6 Ellerdale Road NW3 6NB (L. 18.000.000), Anticipo pago mensualidad global (L. 20.000.000), Actividad gestión Prensa coordinada por el doctor Teófilo Benotti (L. 5.000.000), Actividad investigadora sobre las pistas falsas con utilización de agencia de apoyo para el análisis en territorio italiano (L. 9.000.000), A.M. aportación (L. 12.000.000).
*Marzo 1988 – Marzo 1993. Análisis fonográfico agencia externa (L. 35.000.000), Traslado Comendador Camilo Cibin, y doctor Renato Buzzonetti a la sede l. 21 (L. 7.000.000), Gastos médicos en St. Mary Hospital (L. 3.000.000), Facturas de ginecología de la doctora Leasly Regan (en anexo 28), Actividad del cardenal Ugo Poletti (L. 80.000.000), Tercer Traslado (L. 9.000.000).
* Abril 1993 – Julio 1997. Gastos sumarios de pensión total periodo de referencia, detalle mensual y anual en anexo 22 (L. 70.000.000), Gastos sanitarios globales (L. 4.000.000), Actividad general y traslado al Estado Ciudad del Vaticano, con trabajo referido a prácticas finales (L. 21.000.000).
* Comentario. No se publica la documentación adjunta de 197 páginas, facturas y otros anexos, que deberían ser investigados. Los originales del documento no fueron devueltos tras el robo. El documento no lleva membrete ni sello ni firma. Sorprende el tratamiento dado a los destinatarios: “Sua Riverita Eccellenza”. Eso no lo escribe el cardenal Antonetti. En francés el nombre de Tauran es Jean Louis, no Jean Luis. Parece un borrador de documento que no se firmó, pero se archivó. Es sabido que Antonetti y Marcinkus “nunca tuvieron buena relación” (Fittipaldi, 30). Si se tratara de un documento falso, irrelevante, ¿por qué se guarda en la caja fuerte junto a otros asuntos “desagradables” (así los califica monseñor Abbondi ante los jueces vaticanos), como el dossier sobre el banquero Michele Sindona, los escándalos del IOR, los gastos de Juan Pablo II con la financiación de Solidaridad, la correspondencia entre Sindona y Umberto Ortolani?
En la página 2, al comienzo, parece haber un error: en vez de Enero 1983, Junio 1983. El primer gasto está relacionado con el supuesto trabajo de Emanuela (promoción de Avon) durante un desfile de las Hermanas Fontana. El segundo gasto, relativo al Informe SIP, parece buscar información sobre las llamadas del Americano. El tercer gasto, referido a actividad investigadora exterior, puede estar relacionado con el origen de la pista turca. En el cuarto gasto el acrónimo D.B. es desconocido, el “Prato della Signora” es un barrio residencial en la zona norte de Roma. ¿Pudo estar allí Emanuela? ¿Fue devuelta por los secuestradores o fue recuperada por un comando vaticano? Si fue devuelta o si fue recuperada, ¿por qué la oculta el Vaticano?
El quinto gasto, adquisición de cintas grabadas, parece referirse al comienzo de la desaparición. En el sexto gasto se desconoce el acrónimo T.P., se cita a las Siervas de la Inmaculada Concepción de Parma. ¿Estuvo un tiempo Emanuela en Parma? Después, hay un traslado. La cifra del traslado es enorme, casi 7000 euros de hoy. A continuación, Emanuela parece residir en Londres en 176 Chapman Road. Esta dirección no existe, pero sí una semejante: “En el 176 Clapham Road, a comienzos de los años ochenta, había (y hay) una residencia femenina católica, propiedad de los padres scalabrinianos”. El responsable dice no saber nada del asunto Orlandi. Hay gastos de investigación formal en colaboración con Roma, es decir, con las autoridades italianas. Sorprende el gasto relacionado con la actividad del Comando 1, del que se dice en página 1 que no se ha podido incluir su actividad. Después se habla de un segundo traslado, se entiende, dentro de Londres.
En la página 3 el jefe de la Vigilancia vaticana, Camilo Cibin, aparece en Londres, en 6 Ellerdale Road. En esta dirección hay una residencia que dirigen las monjas de Santa Marcelina. Se anticipa el pago de la mensualidad global. Figura una actividad de Prensa coordinada por el doctor Teófilo Benotti. colaborador de L’Osservatore Romano, relacionado con el círculo estrecho de Wojtyla. También figura una investigación sobre pistas falsas con ayuda de agencia para el análisis en territorio italiano.
En la página 4 hay un análisis fonográfico encargado a una agencia externa. Hay gastos por traslado a Londres de Camilo Cibin, jefe de la Vigilancia vaticana, y del doctor Renato Buzzonetti. Hay también gastos médicos de Emanuela y facturas de ginecología. En el hospital no informan al respecto, pues violaría la privacidad de los pacientes. No se explica en qué consiste la actividad del cardenal Ugo Poletti. Se habla de un tercer traslado.
En la página 5 figuran gastos sumarios de pensión y gastos globales sanitarios. Es enigmático el último gasto que incluye “traslado al Estado Ciudad del Vaticano” y “trabajo referido a prácticas finales” (Fittipaldi, 60-71). Como dice Laura Sgros, abogada de la familia Orlandi, parece sugerir “la devolución de un cadáver”.
*Archivo del documento. El documento procede del archivo de Lucio Vallejo Balda, secretario de la Prefectura de Asuntos Económicos y secretario de la Comisión de Economía (COSEA). Según las fuentes consultadas, escribe Andrea Tornielli, “Balda conservaba el documento”. Tras el extraño robo que tuvo lugar en la Prefectura en la noche del 29 al 30 de marzo de 2014 “confió a otras personas que entre el material robado estaba también el dossier sobre Emanuela Orlandi”. Sin embargo, “el dossier no estaba en el paquete de documentos devueltos a la Prefectura tras el robo y puestos en su lugar por Vallejo Balda” (Vatican Insider, 18-9-2017).
Francesca Chaouqui, que fue miembro de la COSEA, escribe en su libro Nel nome di Pietro (2017) que en la mañana del 30 de marzo recibió un mensaje de Vallejo Balda. Con el mensaje iba la foto de la caja fuerte abierta. En la caja fuerte estaba el dossier sobre el banquero Michele Sindona, sobre los escándalos del IOR, sobre Emanuela Orlandi, “los informes de los gastos ‘políticos’ de Juan Pablo II en los tiempos de la Guerra Fría y de Solidaridad”, “la correspondencia entre el banquero Michele Sindona y el empresario Umberto Ortolani” (Chaouqui, 144-147).
* Verificación en Madrid. A mediados de mayo de 2017, el periodista italiano trae los 5 folios a Madrid: “He de enseñárselos a alguno que pueda verificar el contenido”. Es, sin duda, Vallejo Balda, que ha vuelto a la diócesis de Astorga y ha compartido con el periodista el banquillo de los acusados en el juicio del Vatileaks 2 por la fuga de documentos. El periodista le muestra el documento. El sacerdote “lee los folios, levanta la cabeza y me dice: Sí, son aquellos que estaban en el armario blindado de la Prefectura de Asuntos Económicos del Vaticano. ¿Quién te los ha dado?”. El periodista no responde, pero -afirma- en los dos primeros encuentros la persona excluyó con firmeza tener los papeles que buscaba: “Los he leído sólo, si los tuviera te los daría, figúrate”. Al tercer encuentro, la persona admitió tener los documentos: “Te los doy solo porque creo que ha llegado el momento de hacer luz sobre la historia”. Al cuarto encuentro, “tenido en un bar del centro de Roma, me entregó una carpetilla verde” (Fittipaldi, 10-14 y 25-26). En su libro Francesca Chaouqui indica el lugar donde ella suele recibir en el centro de Roma: “en el bar donde he recibido a todos los otros, en la plaza San Lorenzo en Lucina” (Chaouqui, 147 y 62). Francesca parece haber entregado los folios al periodista.
Fuga de documentos. En el juicio vaticano, Vallejo Balda afirma haber filtrado los documentos del Vatileaks 2 bajo presión de Francesca: “Tras haberlo seducido en una noche de pasión el 27 de diciembre pasado en Florencia”. Por su parte, Francesca alega que la madre de Balda “dormía en su misma habitación” y recuerda las revelaciones que le hizo Balda aquella noche: “su amor”, “el hombre con el que ha convivido nueve meses en el Vaticano”. Francesca presenta “una denuncia por difamación” y afirma: “Sé muy bien que ha sido Balda quien ha pasado información a los periodistas”. En febrero de 2014 se crea la Secretaría para la Economía, presidida por el cardenal Pell. Balda queda decepcionado. Como secretario general, es nombrado Alfred Xuereb, secretario del papa (Chaouqui, 221, 238-242, 131-132).
Robo y aviso. La carta y la documentación adjunta están en relación con el robo que el 30 de marzo de 2014 se produce en el archivo secreto de la Comisión de Economía vaticana (COSEA). Según afirma el periodista Gianluigi Nuzzi en su libro Via crucis, “los ladrones estaban muy bien informados”, “abrieron algunas puertas con las llaves”, “sabían con precisión qué armario blindado forzar”.
Pero no es sólo el robo. El 10 de abril llega de Londres a la Prefectura de Asuntos Económicos una carta no firmada, que supone un aviso: “No perdonamos, no olvidamos.
¡Esperadnos!”, “los outsiders (los de fuera) están entrando por la parte externa”, “pasad esto al papa y a todos los interesados: el juego se ha terminado”. Al parecer, el robo se convierte en instrumento de presión. El 27 de abril de 2014, día de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, aparece en el buzón postal de la Prefectura “un paquete cerrado, sin destinatario ni remitente”: “Es una parte de los documentos robados”. El robo no se hace público: “La historia del paquete debe permanecer secreta” (Nuzzi, 181-188).
* Un enigma más. Ciertamente, no pensaba estar allí. Por diversos motivos, mi proyectado viaje a Roma, que en principio iba a ser en octubre de 1997, se había ido aplazando. El caso es que en junio de 1998 me encontraba allí, un mes después de la masacre, hablando con uno de los primeros testigos. El 4 de mayo, poco después de las nueve de la noche, en el apartamento del nuevo comandante de la Guardia suiza, aparecen tres muertos encharcados en sangre: el comandante Alois Estermann, su mujer Gladys Meza y el vicecabo Cédric Tornay. El macabro hallazgo lo hace una religiosa cuya identidad no se da a conocer (El día de la cuenta, 261-281).
Joaquín Navarro Valls (portavoz vaticano), Giovanni Battista Re (sustituto de la Secretaría de Estado) y Pedro López Quintana (asesor para asuntos generales) aparecen en el lugar del suceso. Llegan también tres dirigentes del Cuerpo de Vigilancia: Camilo Cibin, Raúl Bonarelli, y otro. Antes de que se hiciera la autopsia, el portavoz lo tiene claro. El vicecabo Cédric Tornay “en un momento de locura” ha matado al matrimonio y después se ha suicidado, “el Vaticano tiene la certeza moral de que los hechos se han desarrollado así”: “Los datos de la autopsia no cambiarán esta explicación, que es mucho más que una hipótesis” (ABC, 6-6-1998). El portavoz habla también de una medalla que Estermann le habría negado al vicecabo y de una “carta de despedida” que hacia las 19’30 (hora y media antes del delito) Tornay habría entregado a un compañero.
La madre del guardia suizo, Muguette Baudat, comenta la carta:“La escritura parece la de Cédric, pero hay diferencias. Haré analizar esta carta por la policía científica suiza”, “quizá la carta había sido escrita para algo que debía suceder más tarde el 7 de junio, y la fecha del 4 de agosto ha sido puesta en un segundo momento” (Discepoli di verità, Bugie di sangue in Vaticano, 19-20 y 38-41).
Corrado Augias, en el diario italiano La Repubblica, afirma que la versión del portavoz es “demasiado perfecta”: “Demasiado esmeradas sus respuestas, demasiado rápidas, demasiado completas, demasiado unívoco el cuadro que dejan emerger. Cédric mata a los esposos Estermann y luego, víctima de su propio impulso, vuelve el arma contra sí mismo. Al caer esconde con el cuerpo la pistola; basta girar el cadáver para tener la prueba inatacable de que los hechos se han desarrollado exactamente de ese modo”. Sin embargo, “en tantos suicidios el arma es encontrada incluso a varios metros de distancia del cadáver” (La Repubblica, 6-5-1998).
El antiguo comandante de la Guardia Suiza, coronel Roland Buchs, es llamado urgentemente por el Vaticano y asume interinamente el mando del Cuerpo. El 8 de mayo, el coronel Buchs firma un comunicado (en tres lenguas) en el que expresa implícitas reservas sobre la versión oficial: “El hecho que ha provocado este gran horror sigue siendo misterioso. Sólo Dios conoce la respuesta a nuestras preguntas”. El portavoz vaticano rechaza difundir el comunicado del coronel, lo que es interpretado como una orden precisa de la Secretaría de Estado. En realidad, se libra una lucha de poder por el control de la Guardia pontificia. Estermann era el candidato del Opus para dirigir la Guardia Suiza. El nuevo comandante pretendía, a su vez, “liquidar el enorme poder acumulado en pocos años por el Cuerpo de Vigilancia y acabar con el control que éste ejerce sobre la Guardia Suiza, quitando así a la antigua Gendarmería toda competencia en materia de seguridad” (Discepoli, 34 y 47).
El 8 de febrero de 1999, el Vaticano da a conocer la sentencia del tribunal vaticano, según la cual “no se debe promover acción penal (contra nadie), habiendo llegado a la conclusión de que los cónyuges Estermann han sido asesinados por el vicecabo Cédric Tornay, el cual a continuación se quitó la vida”.
El mismo día, se hace oficial la promoción de Raúl Bonarelli como subinspector del Cuerpo de Vigilancia: en el fondo, sucesor del inspector Camilo Cibin, ya octogenario: “Un ascenso verdaderamente singular y una doble coincidencia. Bonarelli estuvo y sigue estando implicado en la investigación relativa al secuestro de Emanuela Orlandi: la magistratura italiana le investigó - y aún le investiga - por falso testimonio y desviación de las investigaciones", “en el Vaticano es de sobra conocida la profunda enemistad que existía entre Estermann y Bonarelli” (Discepoli, 100-101).
Un mes después de los hechos tuve la oportunidad de hablar en la farmacia vaticana con José Luis Martinez Gil, hermano de San Juan de Dios. El motivo de mi visita era preguntarle si efectivamente podía confirmar que en la farmacia vaticana no se despachó nada en todo el mes para Juan Pablo I. Me lo confirmó. Al hermano se le veía nervioso: “Aquí se oye todo”, me dio a entender poniendo su dedo índice en el oído. Quedamos para el día siguiente por la tarde en una cafetería cercana. Era el 7 de junio. Teniendo unos amigos comunes, la conversación se desarrolló en un clima cordial. Por supuesto, hablamos de lo que había sucedido un mes antes. Me dijo que había sido uno de los primeros testigos. Estaba todavía impresionado. Mantuvo la versión oficial.
La madre del vicecabo recurrió a un gabinete especializado en causas de resonancia internacional, el estudio Brossollet-Vergès, y encomendó un examen forense alternativo a un especialista de la Universidad de Lausana, Thomas Crompecher. Según el informe, no puede demostrarse que el guardia suizo hubiera utilizado la pistola de trabajo, una Sting 75, para quitarse la vida. El orificio de salida de la bala comprende únicamente 7 milímetros, es decir, 2’41 menos de cuantos requieren los proyectiles que se alojan en la cámara de una Sting 75. Dice el abogado Luc Brossollet: “No se trata de especulaciones, sino de pruebas”, “tenemos el derecho a confrontar nuestro informe con el del Vaticano. De otro modo, nos sentiremos obligados a pensar que detrás de este crimen se hallan otros misterios a los cuales no se le quiere dar respuesta” (El Mundo, 3-5-2002).
La abogada italiana Laura Sgrò lo recoge en su libro Sangue in Vaticano (2022). En 2018 el abogado francés Luc Brossolet contactó con ella “por el asunto de Emanuela Orlandi”, porque según él “había en cierto modo un recorrido común tras los grandes eventos funestos vaticanos”.
Desde entonces Laura, abogada de la familia Orlandi, asumió la defensa del guardia suizo Cédric Tornay. La abogada pidió al Secretario de Estado, Pietro Parolin, acceder al fascículo correspondiente al guardia suizo. Dieciocho meses después, el Secretario de Estado mostró empatía por el dolor de la madre y autorizó a ver el fascículo, “con todas las limitaciones impuestas por el Promotor de Justicia”.
Con fecha 20 de mayo de 2021, el dictamen del Promotor de Justicia, Gian Piero Milano, ponía estas limitaciones: “No me daba derecho de copia ni podía grabar, sólo podía tomar apuntes”, “se me prohibía sacar copia del fascículo porque la investigación, en 1998, había sido cerrada por falta de pruebas” Pero, ¿cómo? La abogada quedó atónita. La conclusión obligada era esta: “¡El asesino fue Cèdric por insuficiencia de pruebas!” (Sgrò, 11 y 186-194).
Sin duda, la misteriosa desaparición de Emanuela remite de cerca a los otros “misterios vaticanos” que marcan el pontificado de Juan Pablo II. Hechos graves que “se suceden unos a otros como las cuentas de un poco recomendable rosario. Hechos que han quedado oscuros también por voluntad de la Santa Sede” (Nicotri, 10).
En el libro del profeta Daniel aparece la “abominación de la desolación” como clave para denunciar una grave profanación del templo. En su tiempo Jesús anuncia la abominación que viene, “anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo” ¿Dónde vemos hoy una cosa así? Hay que decirlo claramente. La Iglesia es Comunidad, no Estado. El Estado Vaticano fue un regalo diabólico. El 11 de febrero de 1929, con los Pactos de Letrán, el dictador italiano Benito Mussolini concedió a la Iglesia la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se consideró como un triunfo de la Iglesia, “la gran obra de la reconciliación con Italia” (Hertling, 493). Sin embargo, el Vaticano se ha convertido (literalmente) en “cueva de bandidos”, como el viejo templo denunciado por Jesús. La desaparición de Emanuela, uno de los grandes enigmas que Wojtyla se llevó a la tumba, lo manifiesta. Este caso es un secreto inconfesable. Es, a la vez, abominación y desolación.