"Reducir su mensaje a ofensas religiosas es caer en el victimismo del niño que quiere llamar la atención" La verdadera blasfemia: Prioridades equivocadas de la Iglesia española

Lalachus en el programa de Nochevieja
Lalachus en el programa de Nochevieja

"Resulta desconcertante cómo Argüello no es tan diligente a la hora de que la Iglesia se responsabilice civilmente de los casos de abusos sexuales eclesiales prescritos, e incluso llega a reírse cuando se le piden dimisiones de obispos implicados en estos escándalos. Más bien al contrario, se muestra perezoso cuando de reparar a las víctimas se trata"

"¿Por qué no se emplea a fondo para que curas como el expárroco de Tejina sea condenado públicamente y excomulgado por la Iglesia de tal manera que quede desautorizado todo acto que haga en nombre de la religión?"

"Esta obsesión por lo visual y el ritualismo, centrada más en la percepción externa que en la conexión con los problemas reales, hace que la Iglesia sea vista como una reliquia histórica, respetada por tradición pero irrelevante en el día a día"

Comenzamos 2025 con una noticia que pone al descubierto las contradicciones de ciertos sectores católicos españoles y sus excelsos doctores de la Ley. Mientras la Iglesia tolera que un expárroco de la localidad de Tejina (Tenerife), reconocido por la propia institución como un sacerdote pederasta, continúe utilizando un blog para predicar y escribir homilías en internet, organizaciones como Abogados Cristianos y Hazte Oír se enfocan en lo que consideran una "blasfemia" cometida por la humorista Lalachus. Su "pecado": mostrar una estampita humorística durante las Campanadas de La 1.

Este gesto ha llevado al presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Luis Argüello, al arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, y a sus agitadores ideológicos y mediáticos a pronunciarse. Argüello calificó el acto como una "ofensa intolerable", mientras que Saiz Meneses exclamó: "¿Hasta cuándo se aprovecharán de nuestra paciencia?"

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El blog de Carmelo Hernández
El blog de Carmelo Hernández

Sin embargo, resulta desconcertante cómo Argüello no es tan diligente a la hora de que la Iglesia se responsabilice civilmente de los casos de abusos sexuales eclesiales prescritos, e incluso llega a reírse cuando se le piden dimisiones de obispos implicados en estos escándalos. Más bien al contrario, se muestra perezoso cuando de reparar a las víctimas se trata. No obstante, encuentra tiempo para fijar posturas sobre temas triviales que no van más allá de la sátira. ¿Qué clase de proceso ocurre en el cerebro de alguien que minimiza cánticos pedófilos entonados por un alcalde, diciendo que "no hay que juzgar precipitadamente", pero se muestra implacable ante una broma o tontería realizada en la televisión pública?

Es difícil de justificar la severidad con la que la Conferencia Episcopal, con Argüello a la cabeza, critica a la humorista Lalachus mientras guarda silencio ante situaciones mucho más graves.

¿Por qué no emplea ese valioso tiempo para exhortar a las diócesis y que entreguen a las víctimas los expedientes de los juicios canónicos celebrados contra sus pederastas? ¿Por qué prioriza la condena de los actos humorísticos en vez de trabajar para que se resuelvan los problemas estructurales de la Iglesia? ¿Por qué no se emplea a fondo para que curas como el expárroco de Tejina sea condenado públicamente y excomulgado por la Iglesia de tal manera que quede desautorizado todo acto que haga en nombre de la religión?

La permisividad hacia este tipo de comportamientos no solo es una burla sino una verdadera blasfemia hacia las víctimas. Además, es fiel reflejo de la gran hipocresía de una parte del clero español que se pasa la vida vendiendo consejos que para sí no tiene o que ni siquiera cumple. Una incoherencia absoluta y una desconexión alarmante entre el discurso oficial de la Iglesia y las acciones por las que se le debería admirar y respetar.

Lalachús con la estampa del toro de Grand Prix
Lalachús con la estampa del toro de Grand Prix RRSS

La jerarquía eclesiástica parece estar más preocupada por preservar una religiosidad estética de lo aparente, vaciando las prácticas religiosas de sus significados espirituales y sin un compromiso cristiano auténtico y profundo. Esta obsesión por lo visual y el ritualismo, centrada más en la percepción externa que en la conexión con los problemas reales, hace que la Iglesia sea vista como una reliquia histórica, respetada por tradición pero irrelevante en el día a día. A no ser que haya elecciones. La jerarquía, al centrarse en defender cuestiones triviales, aleja a la Iglesia de su misión esencial y condena a la institución a convertirse en una pieza de museo, obsoleta y desconectada de las necesidades de la sociedad moderna.

A lo largo de la historia, santos de la talla de San Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila y Santo Tomás de Aquino enfrentaron el fanatismo con una fe profundamente arraigada en el Espíritu Santo y no en el fundamentalismo. San Francisco desafiaba las normas de su tiempo, predicando el amor y el desapego material, mientras que la Iglesia de su época priorizaba el poder y la riqueza. Santa Teresa, al reformar la vida carmelita, enfrentó la oposición de quienes consideraban peligrosas sus ideas sobre una fe más profunda e íntima.

Santo Tomás de Aquino, por su parte, defendió el pensamiento crítico y la razón como caminos hacia Dios, frente a quienes querían imponer una interpretación estricta, dogmática y pueril de la fe. Estos santos demostraron que la verdadera misión de la Iglesia no es difundir ideologías mundanas ni centrarse en cuestiones superficiales, sino seguir el ejemplo de Cristo. ¿Vamos a permitir que los fanáticos marquen las pautas de nuestras vidas?

La Iglesia no peregrina para extender en España las tesis de personajes como Trump, sino para proclamar el Evangelio, porque solo tiene un Señor, y ese es Jesús. Reducir su mensaje a ofensas religiosas es caer en el victimismo del niño que quiere llamar la atención. Más grave aún es dar soporte a organizaciones que buscan generar caos y socavar el Estado de Derecho para imponernos formas de vida y éticas arcaicas.

Pederastia en la Iglesia española
Pederastia en la Iglesia española

Harían bien el señor Argüello y compañía en replantear sus prioridades antes de hablar, en prestar más atención a su institución y centrarse en resolver los problemas estructurales que le afectan antes de criticar y condenar. Y sobre todo, en colocar en el sitio que corresponde a los pederastas de la Iglesia. Excomulgarlos y llevarlos ante la justicia ordinaria es un acto de misericordia para con las víctimas.

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