(Antonio Aradillas).- Cuanto se relaciona con Dios, de por sí, y en todas las culturas y religiones, es y se escribe con "h" de "HUMOR", es decir, de "AMOR". Así como no hay Dios sin Amor, tampoco Dios es Dios sin "humor".
Es definición claramente teológica, por la sencilla, evangélica y evangelizadora razón de que Dios es el "Otro", y su convivencia e identificación exigirán la existencia y la práctica de este estado convivencial de ánimo, suscitado y mantenido en virtud de la Común-Unión.
Decidí regalar a la Casa de Cultura de mi pueblo mi colección de dibujos originales de los humoristas con quienes había compartido mi vida profesional del periodismo y "Forges" fue uno de los primeros en acudir a la cita de amistad y cultura. Cálido el recuerdo de su fallecimiento hago aquí y ahora público mi agradecimiento con la publicación de su colaboración tan cordial y tan presta.
Gracias, Antonio. El cielo es y será más cielo desde que tu nombre se avecindó en las letanías de sus santos. El cielo está falto de humor. Los santos, canonizados en vísperas y en trámites de sus respectivos procesos, jamás alcanzarán puestos de mediación y ejemplaridad, si fueron, o son, tristes. Santa Teresa de Ávila dogmatizó con rotundidad de retruécano castellano que "un santo triste es un triste santo".
En la tierra -sociedad, vida, política, religión...- , sin el asperges de tus dibujos diarios y penitenciales, te echaremos mucho de menos y seremos más tristes y hasta más pecadores.