Antonio Aradillas En vísperas electorales
(Antonio Aradillas).- Aún convencido por experiencias propias y ajenas, y con los correspondientes estudios científicos y estadísticos, que el sistema electoral democrático es el mejor, para algunos, y el menos malo de entre todos los posibles, para otros, es imprescindible su reforma y adecuación, con urgencia y en profundidad. Conformarse con lo que se tiene y practica, no es congruente y se halla expuesto a cometer tropelías y barbaridades en todo orden de cosas y en perjuicio personal y de la colectividad.
Ya enfrascados en la orgía-desenfreno de los diversos procesos electorales que definen la convivencia española en los próximos meses, reflexionar sobre los fraudes, malos usos y apaños de tales elecciones, será de provecho para todos, con un plus de responsabilidad para los cristianos.
. La excesiva e intemperante presencia y actividad de "trompetas y eslóganes publicitarios político-partidistas" impiden o dificultan la reflexión a los potenciales votantes, convertidos estos en otros tantos sujetos pasivos, a quienes se les "venden" artículos de uso y consumo sin más fiabilidad que la que les confieren los técnicos comerciales en la materia.
. No siempre, ni mucho menos, a los candidatos a ser elegidos, es la vocación de servir al pueblo lo que les insta y determina su dedicación a la política. Servirse del pueblo, como sea, con leyes excepcionales, elaboradas, y administradas a veces, a la medida de sus propios intereses y a los de su grupo, resulta ser justificación suprema, y delincuente, de su dedicación o consagración al "servicio público".
. La razón concluyente de su actividad, convertida en profesión, a ser posible vitalicia, con emolumentos y privilegios que rebasan los límites fijados a los de otros colectivos de sus promociones estudiantiles, se halla en la raíz de su entrega al pueblo, por mucho que alardeen de ser y ejercer de legítimos representantes del mismo.
. Convertir en "carrera", o negocio, la dedicación a la política, es y será una aberración, cuyas consecuencias son sempiternamente nefastas para la colectividad.
. Con eso de que "el dinero público no es de nadie", y con lo de que las subvenciones a la gran fiesta de los partidos políticos en sus campañas -antes y después- apenas si el control de los gastos es real y efectivo, el derroche que se registra, con documentación o sin ella, es ciertamente repugnante y ofensivo.
. Como "las palabras se las lleva el viento", lo que han de contar aquellos a quienes se dirigen los candidatos en los mítines, programas y reuniones, las mentiras son de por sí, y sistemáticamente los fundamentos sobre los que se basen las promesas electorales. Mentiras y promesas electorales, y electoralistas, entrelazadas, tejen los más fervorosos alegatos...¡Pobre pueblo¡
. Educar con mentiras, convencidos desde el principio de las intervenciones mitineras, de que así es, y hasta tiene que ser, para comprometer a la mayor cantidad de posibles e ingenuos votantes, constituye una de las más graves ofensas que se le puede propinar a la colectividad y al mismo concepto sagrado de la democracia.
. Quienes mienten en la exposición de los programas de sus respectivos partidos, con conciencia de ello, y sin importarle la dignidad de aquellos a los que dirigen sus palabras, razonamientos, gritos, titulares, "tambores y trompeterías festivas", no pasan de ser y de comportarse como cómicos de la peor ralea, que más que hacer reír, lo que consiguen es hacer llorar de vergüenza o de rabia.
. No es decente jugar con los votos. Hay que conseguirlos y merecerlos con dignidad y respeto. El engaño está fuera de lugar en toda exposición y proposición democráticas. Y posteriormente, y con toda dignidad, hay que administrarlos, también a la hora de los pactos y acuerdos con otras opciones electorales, si fuera menester.
. No se nace siendo demócrata. Es una asignatura a cursar durante toda la vida. El seno materno, el ambiente familiar, la escuela en sus fases y grados distintos, el trabajo y las relaciones en general, son marco en el que la democracia se crea y re-crea, con ciencia, conciencia y sabiduría, en beneficio propio y ajeno.
. Por suerte o desgracia, es decir, por desgracia, la Iglesia, y en general, las religiones, no ha sido ni es, ejemplo feliz de enseñanza, de sabiduría y de práctica democrática. Para la Iglesia, la democracia sigue siendo asignatura pendiente. Conformarse con esto, y tener que limitarse a decir AMÉN, no hace Iglesia a la Iglesia.