Correo comentado (VIII) : Un examen sin calificar 4/4 ©
Nota.- Pueden hacer comentarios para toda la serie. Si no es muy incómodo, acudan a cada post respecto a la proposición interesada.
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Proposición XXV.-«Y esto no vale solamente para el Magisterio Extraordinario. Porque el Magisterio Ordinario también es Magisterio, aunque no sea infalible. No cambia de especie, no pasa a ser “consejo” o “sugerencia”. Sigue siendo Magisterio dotado de autoridad. Sigue valiendo en ese caso aquello de que creo que esto es verdad porque el Magisterio lo dice, y no que creo en el Magisterio porque dice la verdad.»
Respuesta.- Muchas gracias por su sincera definición de la nueva obediencia, que viene a significar: "Debo creer lo que los prelados me obliguen aunque contradiga otra enseñanza anterior, o aunque no sea verdad revelada o ni tan siquiera asumible para la razón." Algo que no sólo no concuerda con la Verdad, en su propiedad de invariable, sino que presupone «la herética evolución de los dogmas», (es decir, lo ya enseñado infaliblemente), «pretendiendo reinterpretar el Magisterio» - por su novedad de "vivo" y mutante - «de un sentido a otro diverso del que primero mantuvo la Iglesia.» ("El Magisterio de la Iglesia", E. Denzinger, Ed. Herder, Barcelona, 1959; núms. 2145, 2146 y 2147)
Esta doctrina sigue la advertencia de San Pablo:
«(...) hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel que bajara del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.» (Gal 1,6-8).
Impresionante. ¡Inclusive un ángel del cielo....! Pongámonos la mano en el corazón y reconozcamos que la autoridad que se adjudica el cuerpo eclesial está muy por encima del sentido común.
Es obvio que el Magisterio no puede contradecir al Magisterio. No obstante, por el 'humildísimo' ardid de que el CV2 quiso apartarse de condenar, resultó que las verdades antes enseñadas por la tradición quedaron amenazadas de muerte. ¿Por qué? Porque al no condenar ni definir respecto a los nuevos errores enemigos de las verdades en ellos contrariadas, éstas se desautorizaban solas. Es la falsa teoría de que el Magisterio "vivo", lo que es decir el actual, puede imponerse al transmitido por los católicos de antes del Concilio.
«Tocamos ahora otra causa ubérrima de males (...) a saber: el indiferentismo, es decir, aquella perversa opinión que, por engaño de hombres malvados, se ha propagado por todas partes, de que la eterna salvación del alma puede conseguirse con cualquier profesión de fe, con tal que las costumbres se ajusten a la norma de lo recto y de lo honesto... Y de esta de todo punto pestífera fuente del indiferentismo, mana aquella sentencia absurda y errónea, o más bien, aquel delirio de que la libertad de conciencia ha de ser afirmada y reivindicada para cada uno.» (Gregorio XVI, enc. Mirari vos.)
Porque lo diga un mal maestro, y por muy autorizado que se presente, nunca será verdad que el Mississippi pasa por Ekaterinburgo. Y sí lo será que abusar del Magisterio es cavarse la propia condenación, pues que la autoridad delegada no faculta para quebrantar su fin y objeto: Dios, la Verdad. "¿Qué muerte peor para el alma que la libertad del error?" (S. Agustín, Epíst. 166)
Así que, ya sea por ocupantes, ya por infiltrados en el aprisco del Buen Pastor, parece que no más nos quede dejar hacer a los posconciliares que sigan con la 'ortodoxa' mentira de emparentar todos los dioses. Hay que "obedecer en todo". Así, que, dispongámonos a seguir a los "nuevos paladines" de esa nueva humildad abanderada en Asís. Desfilemos, un-dos, un-dos, en pos de la paz universal; acostumbrémonos a que todo nuevo papa pase bajo las horcas caudinas de humillar a Cristo al lado de un Buda, una gallina y el Manitú de los pieles rojas. Que besen el Corán, abracen a los animistas, honren a la diosa Siva, planchen sus mandiles, los que los tengan. Y, lo mejor, canonicen la Sinagoga y que nuestros cardenales aprendan de los rabinos a leer la Biblia. Reduzcamos a mínimos la Misa para reunirnos como ramos de olivo "en torno a su mesa".
¿A quién puede sorprender la creciente bancarrota del Vaticano? La prueba fehaciente del camino equivocado es la reducción de colectas y donaciones que antaño nos aseguraban la independencia... Duro contraste con las de este hogaño de mil millones de fieles que no dan dinero ni para el recibo de la luz.
XXVI.-«En estos casos, por tanto, no es cuestión de porcentajes. La autoridad del Magisterio no se puede reconocer “un poco”, o “bastante”, o “mucho”, o “la mayor parte de las veces”. Se la reconoce, o no, simplemente.»
R.-Los desgloses infinitos se apartan de un tema que parece suficientemente tocado.
XXVII.-«Es cierto que cuando se trata de Magisterio Ordinario, dado que no es infalible, el entendido en el tema puede hacer llegar al mismo Magisterio sus dificultades por las vías apropiadas. Por eso en este caso habría que ser por lo menos teólogo para poder sugerir nada menos que un error contra la fe en un Concilio Ecuménico.»
R.- ¿Ser por lo menos teólogo...? Hombre, lo de "por lo menos" no deja de ser una buena calificación. La teología, también nueva y posconciliar, se ha alejado tanto de los grandes nombres de ayer que hoy se la mira con mucho recelo; como arma disolvente de nuestra fe. El diccionario de la RAE la describe como '...el estudio de los atributos de Dios." Por eso, deduzco, Santo Tomás de Aquino dijo que debía estudiarse con el corazón "dentro del Sagrario".
¿Son fiables los teólogos que alimentaron el CV2? Recordemos que los preferidos se educaron al calor de Concilium y la supuestamente moderada Communio; del Movimiento PAX, nacido en las retortas soviéticas de Polonia, y el I-DOC que adoctrinaba a los padres conciliares desde su oficina apenas a cien metros de San Pedro. Todo ello adornado con gurús de la izquierda liberal y democristiana como el judeo-comunista Jacques Maritain o como el protestante Hermano Roger aupados con voz y voto en la Iglesia por voluntad de los papas Juan XXIII, que sorbió su sabiduría del modernista Ernesto Buonaiutti, tres veces condenado, o de Pablo VI, que estudió en su casa –no fue al seminario- educado por su madre, conversa de judíos austriacos.
Quien investigue nombres verá que los teólogos que el CV2 aportó a la Iglesia destacaron menos por la solvencia de su escuela, o sus postulados, que por la picardía de saber otear los vientos para desmarcarse de todo lo que ya no hinchaba velas. Por cierto, en la carrera eclesial un modo bastante seguro de medrar.
XXVIII.-«¿De qué sirve que yo diga que reconozco al Papa si luego en el tema de la interpretación del Concilio, nada menos, sigo mi propio juicio, en vez del juicio de todos los Papas posteriores al Vaticano II?»
R.- Eso es lo propio de los sofistas que argumentaban en favor de un principio o de su contrario con la misma aparente solvencia. Sólo dependía de quién pagara su trabajo. Lo que más desacredita a los sofistas del CV2 es que
"a día de hoy ningún papa ha sabido explicar el CV2 en la hermenéutica de la continuidad". (cf Card. Prefecto Joseph Ratzinger)
XXIX.- «Porque si por otra parte sostengo que el Vaticano II ha errado en la fe en algunos puntos ¿estaría dispuesto a sostener lo contrario si ello fuese definido “ex cathedra” por el Papa?»
R.- Déjeme contestarle cuando se produzca ese supuesto. Pero me extrañaría, aunque todo es posible, sabido que la singularidad de no presentarlo dogmático fue el gozne esencial de su convocatoria y de su función dinamitera del poso tradicional.
XXX.-«No parece probable. Y es que no es coherente la imagen de un Papado que salvo en los casos en que se pronuncia “ex cathedra”, se presume culpable hasta que se demuestre su inocencia. La adhesión religiosa de inteligencia y voluntad que el fiel católico debe al Magisterio Ordinario no es compatible con la actitud que pone sistemáticamente en dicho Magisterio la carga de la prueba.»
«R.- Empecemos con un muy notable representante de la jerarquía, el Cardenal Brandmüller:
«Rechazar las enseñanzas referidas al diálogo interreligioso y a la Libertad Religiosa del Concilio Vaticano II carecen de contenido dogmático vinculante.»
Usted mezcla dos ámbitos cuyo rango a mí me gusta respetar: el Papado, en su dimensión sobrenatural, y el gobierno de la Iglesia. Es muy fácil deslizarse hacia las trampas saduceas que impiden la observación del gran desbarajuste que el CV2 trajo a la estructura eclesial. Algo que se subraya en actitudes que jamás antes se daban entre los fieles católicos. Lo cual, en cierto modo le da a usted toda la razón.
XXXI.- «¿Diremos que los supuestos errores o herejías del Concilio Vaticano II no son importantes al fin y al cabo? Basta ver la conflictividad que se ha levantado desde los tiempos de Mons. Lefebvre sobre estos temas para darse cuenta de que no es así. Lo que está en juego es muy importante, es vital para la fe católica.»
R.-Respecto a lo que está en juego: de acuerdo. De Mns. Lefebvre creo de sus gritos que hubo muchos motivos para darlos. ¡Por eso su rebeldía! ¿Usted recuerda la cantidad de rebeldes que han santificado la Iglesia? Y, según entiendo del obispo francés, rebeldía canónica, oiga; que en ella no se encontraron motivos de excomunión. Hubo que esperar a la consagración de obispos, o a la suerte de que se muriera antes.
XXXII.-«Porque lo que está en juego es la autoridad de la Iglesia docente, es, más profundamente, la indefectibilidad de la Iglesia, y por tanto, la misma fe católica.»
R.- "La Iglesia es indefectible en el cumplimiento de su misión". (P. Faynel: La Iglesia, Herder, Barcelona, 1974, pp. 414 y ss.
XXXIII.-«Y si al final no es importante ni el Concilio, ni el Papa, ni la Iglesia, por tanto, ¿es eso todavía la fe católica? No. La fe católica es que no puede tener a Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por Madre. Es que no se llega a Cristo sino pasando por la Iglesia y estando en la Iglesia.»
R.- No desbarremos. Cuando nace en las cúpulas, el problema se derrama y reparte por todos los estamentos de doctrina y de gobierno.
No sé qué idea de madre tendrán de la Iglesia quienes, en el CV2 y sus primaveras, destacaron poniéndola al nivel de otras religiones, copiando de sectarios y de apóstatas. Peor todavía, pidiéndoles perdón de que los papas antecesores defendieran a la Iglesia, y a su fe, de aquellos que estando con nosotros en verdad no eran de los nuestros, (1 Jn 2, 19) sino gente dolosa que tanto y tan constantemente prostituyeron y empobrecieron a nuestra Madre la Iglesia. No es lo mismo poner los ojos en blanco de amor pregonado que refrendarlo con hechos. Cuando estos hechos se prevean con riesgo, pues arriesgados; no con prudencias de funcionarios de cuchara o papagayos de cualquier novedad. Puede que el problema de la nueva Iglesia sea que el “Concilio de Juan y Pablo” se equivocó de pechos y mamó leches demasiado agrias para una buena crianza.
XXXIV.-«En cuanto a saber de qué lado se inclinan los votos de la Iglesia Triunfante, el asunto es que precisamente, el católico no sabe nada de esas cosas fuera o en contra del Magisterio de la Iglesia Militante.»
R.-Lo dije como vieja idea contra quienes buscan en las mayorías la fuente de toda verdad. Mas, en todo caso, recuperemos que la Iglesia no es de sólo los fieles que pueblan la tierra sino de todos los que viven ya fuera del tiempo. Es justo ese ámbito eterno la clave de nuestra fe para este presente, con nuestro pasado y para un futuro infinito.
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