el complejo anti-navideño Belén, tan cerca de los pobres y tan lejos del mercado, el palacio y el templo

Belén, tan cerca de los pobres y tan lejos del mercado, el palacio y el templo
Belén, tan cerca de los pobres y tan lejos del mercado, el palacio y el templo

Hoy, como entonces, la navidad está oculta, hay que encontrarla entre los pobres del mundo producidos por estructuras de pecado de las cuales somos cómplices por acción u omisión...pero que alcanzados por la Gracia de esta Noche encontramos la Esperanza de hacer un mundo mejor.

Hay una conspiración anti-navideña, para que este mundo injusto siga como está y la salvación entera que Jesús viene a traernos, parezca superflua y ñoña. Un sentimentalismo de calendario, nada más.

La Navidad es demasiada novedad que no puede ser encerrada en las viejas vasijas humanas del mercado, el palacio y el templo. Estas realidades, válidas dentro de ciertos límites, no pueden determinar por sí mismas un Acontecimiento que se encarna pero que las trasciende ... ellas también llevan el germen de la destrucción, no salvan de nada y necesitan ser redimidas como todo lo humano.

Hay una navidad desapercibida como la primera navidad. La que nadie se percató, otros negaron y otros mal interpretaron. Puede parecer que hay muchas navidades, para todos los gustos, pero uno solo es el Acontecimiento que golpea a la puerta de nuestras vidas en estos días.

El Amor de Dios ha irrumpido como nunca desde la Creación del mundo. Ésta fue desordenada ingratamente por la libertad del ser humano, su destinatario. Pero Dios prefirió no destruir su obra sino apostar aún más. Ha puesto amor, donde no hay amor, para sacar amor. Ha enviado a su Hijo para reparar todo con su Misericordia expansiva.

Hace falta nacer de nuevo con Jesús y aquellos con los que Jesús se identifica. Los pobres, los que sufren del modo que sea y los descartados de todas partes. Ellos son los nuevos ángeles que nos señalan dónde ha nacido el Salvador. La Navidad nos convoca para ser creativos con nuevas expresiones, que convoquen y no excluyan, sin superioridades morales, sin descartados ideológicos.

Dios se encarnó en ellos en la Navidad…y para siempre. Se encarnó por Amor y compasión hacia el mundo que quiere salvar sin que ni uno se pierda...comenzando por los últimos. Por eso se fué hasta Belén, que no es una anécdota casual, sino el símbolo de redención con y desde lo humilde. Podría haber nacido en el palacio o en el templo pero prefirió ir más allá, hacia el origen dañado del significado de las cosas.

las que sirven
las que sirven

Hoy, como entonces, la navidad está oculta, hay que encontrarla en los inmigrantes, entre los embarazos complicados, entre los pobres sin techo mientras crece a niveles altísimos el alquiler turístico, entre los jóvenes sin ideales, entre los que jamás podrán tener casa propia, entre las víctimas de las guerras -todas evitables- para las cuales siempre hay dinero, entre los millones que están solos y descartados por todos los sistemas inhumanos, etc. Pero la navidad es de ellos, los pobres, hemos de ir hacia ellos, compartir con ellos, hacernos como ellos, para comprender la novedad del Niño Dios recién nacido.

Los problemas mencionados no son aislados, son estructurales, acepciones del bíblico del "pecado del mundo", de los cuales todos somos cómplices, porque todos somos pecadores y contribuimos para que este mundo injusto sea así. Somos responsables, tenemos que hacernos cargo. Pero desde Navidad, no estamos solos, encontramos la Esperanza hecha carne para hacer un mundo más justo y humano.

La conspiración antinavideña

La Navidad es demasiada novedad para ser encerrada en las viejas vasijas humanas del mercado, el palacio y el templo. Estas realidades, válidas dentro de ciertos límites, no pueden determinar por sí mismas un Acontecimiento que se encarna pero que las trasciende para llevar al hombre a un

a instancia nueva. Estas realidades llevan el germen de la destrucción de lo humano, no salvan de nada y necesitan ser redimidas como todo lo humano.

La navidad no le conviene a los poderosos, anclados en la soberbia genesíaca, porque el Bien que trae es para todos y este sistema está basado en la competencia y la acumulación de unos pocos. Por eso tratan de ocultarla, mimetizarla, disfrazarla. Los poderosos del mercado la disfrazan de consumo de cosas inútiles, las de los palacios con ideologías que lo prometen todo para que todo siga igual y los de los templos con ritos y tradiciones culturalmente pasadas para evadirnos de la realidad y seguir controlando conciencias.

Es la conspiración anti-navideña, para que este mundo injusto siga como está y la salvación entera que Jesús viene a traernos, parezca superflua y ñoña. Un sentimentalismo de calendario, nada más.

El Belén mercantilizado

El exceso de protagonismo del mercado y comercio han desplazado al sentido de la Navidad. Vivimos en un sistema donde todo es mercancía, márketing y competencia.La Navidad se "vende", como las armas o las emociones turísticas. La presión social por consumir, genera estrés y ansiedad. Una pérdida del sentido original ya que el consumismo eclipsa el significado de la Navidad, que debería ser una especie de "black friday" de la solidaridad con los necesitados y renovación del compromiso por un mundo más justo y en paz.

La Navidad, en vez de ser una fiesta de la austeridad, la humildad y la comunión, ha sido mercantilizada, aumentando la desigualdad, ya que no todas las personas tienen los mismos recursos para adquirir regalos y celebrar. El exceso consumista y ostentoso no solo nos alejan del sentido verdadero de la navidad, sino que son su antítesis.

La Navidad encerrada por el clericalismo en el templo

El clericalismo es uno de los males de la Iglesia que con tanto énfasis los últimos Papas han denunciado. Una incorrecta acaparación del Misterio que es para todos. Con su control monopólico de la narrativa y la rigidez ritual que lo tiene como único protagonista “sagrado”, el clericalismo ha contribuido a asfixiar el Acontecimiento navideño restándole importancia en sus consecuencias de esperanza y amor para toda la sociedad.

Cardenales de la dubia
Cardenales de la dubia

El problema del clericalismo no es solo que no incluye, sino que no “se” incluye en la humanidad en la cual Jesús se encarnó. En vez de buscar “encarnarse” en lo humano, busca un distanciamiento mediante sacralizaciones no evangélicas. Como ejemplo paradigmático está el celibato obligatorio de la jerarquía, que lo separa de la experiencia común de la gente, asignándole una falsa “superioridad” espiritual que hoy produce, en la mayoría de los casos, patologías irreparables.

Por eso, en vez de salir fortalecida por una experiencia humilde de conversión integral y cambio de estilo vida, el clericalismo ha acentuado la crisis de credibilidad. Los escándalos sexuales y los casos de corrupción dentro de la Iglesia han erosionado la confianza de las instituciones eclesiásticas y han afectado la percepción que la sociedad tiene de la Navidad. Los pedidos de perdón no bastan, hacen falta un cambio profundo en una institución que tiene recursos milenarios para transformarse en un faro de esperanza para toda la humanidad. La Iglesia es herramienta del Reino de Dios y lleva en su seno la plenitud de los medios de salvación pero el clericalismo se cree dueño de ellos y ejerce de aduana en beneficio propio.

En vez de promover la renovación y la conversión hacia formas más participativas y de compromiso con el mundo, el clericalismo huye hacia un pasado idílico, la cristiandad, cuando era árbitro de la vida social. En vez de promover la participación activa de los laicos y su involucramiento dentro y fuera de la institución, los infantiliza para ser meros observadores del rito y místicos ausentes del compromiso político y social.

La Navidad y el Palacio. Los Herodes de Hoy

La historia de Herodes y el nacimiento de Jesús nos presenta un contraste claro entre el poder y la humildad, entre la violencia y el amor. Esta historia bíblica rebosa de actualidad. Los "Herodes" modernos siguen buscando ejercer su poder autocráticamente y sacrificando santos inocentes.

Herodes simboliza a los poderosos, los que tienen en sus manos las decisiones de la sociedad, que en vez de servirla, se sirven de ella y oprimen. Este poder opresivo siempre termina marginando a los más vulnerables y concentrando la riqueza en pocas manos. Fomentan la división para reinar mediante discursos de odio y la polarización política para generar divisiones en la sociedad que les den votos, impidiendo la construcción de un mundo más justo y equitativo.

Herodes y el Poder
Herodes y el Poder

Si bien tratan de justificarse en ideologías que "garantizarían" la felicidad social, en realidad, las actuales elites políticas dan la sensación que sólo les interesa el poder por el poder. Aburren con su politiquería de acusaciones moralistas, mientras la sociedad produce y mantiene su multiplicación burocrático-clientelista y  alto nivel de vida.

Esto lamentablemente ha traído un desencanto con la democracia, una ardua forma participativa de gobierno que requiere la virtud de las personas y la pasión desinteresada por el Bien Común. Las soluciones mágicas, extremas y populistas que están apareciendo no solo no solucionarán nada, sino que son un peligro para la convivencia si no llegan a encauzarse. 1933 es un pasado a las puertas. 

Un Acontecimiento que cambia la Historia

La Navidad es el Antídoto al veneno del mundo que Dios quiere salvar. Jesús, con su mensaje de paz, amor y esperanza, es la alternativa que la evolución, por sí sola, no contemplaba. La evolución del Universo sin su Origen repensado en Jesucristo solo conduce a su autoaniquilamiento. Celebrar la Navidad implica ser transformados por su impacto y comenzar a rechazar la violencia y las nuevas opresiones, comprometernos a construir un mundo más justo y equitativo, para todos.

Significa fomentar la solidaridad, ayudando  a los más necesitados, teniendo una vida más austera y trabajar por el bien común más allá de los seres queridos. Más allá, porque un amor que no se expande e incluye cada día más, es una secta, una mafia para delinquir. Implica promover el diálogo y el encuentro entre personas de diferentes orígenes y creencias. Si nuestra espiritualidad no nos conecta con esto, es que no es navideña sino narcisista y misticismo desencarnado.

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Hacen falta Navidades proféticas que pongan de relieve la crueldad y el fracaso de este mundo y sus instituciones, incluidas las religiosas, y anuncien a Jesús, que salva misericordeando cada realidad humana y nos incluye en un Pueblo de Bienaventurados.

poliedroyperiferia@gmail.com 

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