LA GUERRA, UNA TRAGEDIA PARA LA HUMANIDAD
SOLO POR LA VÍA DEL DIALOGO Y EL DESARME TOTAL SE LOGRA LA PAZ.
El mundo grita: ¡No a la guerra! ¡No a la carrera armamentista!
| Fernando Bermúdez
La historia está llena de intervenciones militares, invasiones y guerras. Ahora es la Rusia de Putin y su poder macroeconómico la que se impone invadiendo Ucrania bajo el pretexto de que el gobierno de Zelenski violó los acuerdos de Minsk de 2014 por los que se comprometió a respetar la autonomía de Donetsk y Lugansk, lo cual no justifica la invasión, que es absolutamente condenable.
Estados Unidos y los gobiernos de la Unión Europea han condenado enérgicamente esta invasión. Sin embargo, algunos de estos países que hoy condenan a Rusia son los que más intervenciones militares han propiciado en los últimos tiempos. Crearon la OTAN, la maquinaria de guerra más potente hoy día. Existe una desenfrenada carrera armamentista, sobre todo en los países que conforman el consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La expansión de la OTAN es un indicador de ello. Por otra parte está Rusia y China, dos grandes países que buscan una expansión política y económica en el mundo
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La guerra nunca es la solución de los conflictos entre naciones. Solo el diálogo es el camino para la paz. Pero la triste realidad es que ni Rusia ni Estados Unidos ni Europa con la OTAN muestran interés por una paz mundial firme y duradera. En esta guerra de Ucrania nadie es limpio. Todos tienen intereses, sin importarles el sufrimiento que el conflicto genera.
Se dice que el árbol que tenemos delante puede impedir ver la inmensidad del bosque. La guerra de Ucrania no debe ser un obstáculo ver la realidad histórica. Ahí tenemos el Sahara Occidental invadido por Marruecos. Los saharauis sufriendo represión y asesinatos, con más de 200.000 refugiados malviviendo en el desierto argelino. ¿Acaso Estados Unidos y la Unión Europea han condenado a Marruecos? Ahí tenemos también al pueblo palestino, ocupado, invadido, por Israel, sufriendo desalojos de tierras y viviendas, con asesinatos incluso de niños y niñas. ¿Por qué Estados Unidos y la Unión Europea no condenan con la misma fuerza esta agresión?
El gobierno norteamericano habla de “democracia” y “libertad”. Sin embargo, ha apoyado regímenes tiranos y genocidas como el de Fulgencio Batista en Cuba, Balaguer en República Dominicana, Pinochet en Chile, Mobutu en el Congo, Somoza en Nicaragua, el régimen del Apartheit en Sudáfrica, gobiernos genocidas en Guatemala, El Salvador, Bolivia… y, sobre todo, apoya al régimen sionista de Israel.
Jesús de Nazaret dijo que el que esté sin pecado tire la primera piedra. ¿Qué autoridad moral tiene el gobierno de Estados Unidos para condenar invasiones cuando su historia más reciente está plagada de intervenciones militares? En 1989 bombardeó Panamá matando a más de 10.000 personas civiles. En el año 2001 invadió Afganistán, dejando un reguero de sangre en todo el país. En 2003 invadió Irak, dejando un país en ruinas y con más de 200.000 muertos civiles. Estados Unidos y la OTAN intervinieron en Libia, que era el país más desarrollado de África, dejándolo totalmente destrozado, dividido, lleno de sangre y de grupos armados yihadista. Hoy Libia es un estado fallido. ¿Y qué decir de Siria? Fue un campo de batalla donde, desde el año 2011, intervinieron Rusia, Estados Unidos, Turquía, Israel, Arabia Saudita y el DAES.
En la actualidad Estados Unidos tiene más de 800 bases e instalaciones militares en todo el mundo. ¿Quién le ha dado a este país el poder de erigirse en juez supremo del planeta y en policía de la humanidad?
Mientras Estados Unidos, Rusia, China y países de la Unión Europea están empeñados en la carrera armamentista y la guerra, dos terceras partes de la humanidad sucumben en la pobreza, carecen de hospitales, escuelas y viviendas dignas. Es verdaderamente indignante y repudiable que cuando 60.000 personas, sobre todo niños y niñas, mueren diariamente de hambre en el mundo, las naciones poderosas inviertan sumas astronómicas en armamento. La invasión de Ucrania por la fuerza militar rusa ha generado un rechazo generalizado a la guerra. El mundo quiere paz. No guerra. Quiere un alto a la carrera armamentista, quiere desarrollo socio-económico, trabajo digno, sanidad y educación pública, respeto a la diversidad. En una palabra, quiere democracia auténtica, que no la hay. Solo por la vía del diálogo y el desarme total de las naciones se logra este sueño.