Iglesia Viva cumple 50 años: memoria y esperanza de una revista.
Para este número se ha recuperado el color oro del primer número de la revista, como homenaje del aniversario, y se han realizado cinco estudios por parte de miembros del Consejo para hacer un balance y establecer las perspectivas de trabajo para el futuro. El primero de todos corre a cargo Antonio Duato y nos da una visión de conjunto de la historia de la revista. Se trata de una historia muy larga donde ha habido lugar hasta para el secuestro de la misma en época franquista y donde se han tenido muy acalorados debates sobre el rumbo de la Iglesia española en cada momento histórico. Joaquín García Roca presenta las propuesta de Francisco como una apertura de itinerarios culturales para el cambio de época. La propuesta es hacer una teología encarnada en la vida, no de escritorio, por eso Francisco arremete contra todo lo que se cree autosuficiente, ya sea la Iglesia auto-referencial, ya sea el imperialismo económico, que ha trasformado la naturaleza en mero depósito de materiales. Joaquín Perea, director de Iglesia Viva, se centra en la reflexión eclesial de la revista. Esta reflexión ha estado alejada de la que se hacía en la academia teológica, su método no era partir de marcos teóricos elaborados abstractamente y sistematizados de forma globalizadora, sino de una lectura de la realidad social y cultural, dentro de la cual se da (o no se da) la praxis de fe de la comunidad. A partir de tal lectura y de la praxis detectada, captando las interpelaciones a la conciencia cristiana, hemos buscado realizar la posterior reflexión eclesiológica. Bernardo Pérez Andreo hace una propuesta de línea teológica para el futuro de Iglesia Viva a partir de la tradición teológica constatada en la revista. En consonancia con su origen, quiere ser fiel a las intuiciones de Francisco, que están en la línea del Concilio Vaticano II. Estas intuiciones tienen que ver con lo esencial del compromiso cristiano con el mundo y abren la posibilidad de una teología como Intellectus teneritatis, es decir, una teología que piensa la presencia de Dios en medio del mundo como gratuidad del mundo y compromiso con lo humano. Esto lleva a proseguir con la línea teológica de los últimos tiempos y pensar el compromiso con el diálogo con las religiones y la cultura, el ámbito del pensamiento feminista, contracultural y de género, las nuevas transformaciones económicas, sociales y políticas y el compromiso más cercano con el sufrimiento de la Tierra y de los pobres.Por último, Demetrio Velasco se enfrenta con la propuesta crítica de la revista con la sociedad. Iglesia viva ha sido fiel al principio de Encarnación que obliga a la Iglesia a llevar el evangelio al mundo y hacerlo carne. El principio Encarnación es, pues, la clave hermenéutica de la praxis cristiana y desde ella hay que interpretar la dimensión socioeconómica, política y cultural, de la misma. El cristiano que pretendiera vivir su compromiso social, al margen de este principio, estaría siendo víctima de una “mundanidad espiritual” que lo único que busca es la gloria humana y el bienestar personal.
Tras los estudios que son la parte del león de la revista, están otras secciones que son muy del gusto de los lectores, como el análisis sociorreligioso, con una intervención de Jon Sobrino sobre el Pacto de las catacumbas; o la propuesta de Debate de Ramón Rosal, quien apuesta por la no independencia de Cataluña. Las secciones Signos de los tiempos y Página abierta cierran este número especial. Especial para todos los que colaboramos con la revista y, seguro, especial para todos los suscriptores de tantos años. Hemos realizado una encuesta entre nuestros suscriptores y la inmensa mayoría se declaran fieles a la misma desde hace mucho por motivos muy distintos, pero todos cercanos a una propuesta necesaria de pensar la Iglesia de otra manera en nuestro país. Somos conscientes de representar un espacio necesario de reflexión y debate, no solo para los que están de acuerdo, también para los que postulan contrario, pues sin el debate la Iglesia dejaría de ser lo que fue en el origen, un lugar de encuentro, comunión y compromiso.