La clase de religión en la escuela
Al llegar como arzobispo de Tarragona hace ahora ya más de trece años, me propuse escribir todas las semanas una glosa, un escrito para difundir el evangelio y me parece que no he fallado ninguna semana, y con ésta suman setecientos escritos. Se publican en la Hoja dominical, en algunos periódicos, se emiten por radios y televisiones, se pueden encontrar en la página web del Arzobispado… Transmitir las enseñanzas de Jesús no es sólo misión del obispo: todos los cristianos tienen esta obligación, y de modo especial los sacerdotes y diáconos, colaboradores indispensables de los obispos. Pero la educación cristiana se realiza en primer lugar en la familia y también en la parroquia y en la escuela.
Esta semana quiero dedicar esta glosa a hablar de la clase de religión en la escuela, ya que próximamente empezará la época de preinscripción y será el momento en que los padres –o los alumnos cuando son mayores— la pueden elegir, pues esta asignatura es optativa. Nadie puede decir que se impone a los alumnos la clase de religión en la escuela.
La enseñanza de la religión no es contraria a la escuela ni a las finalidades y objetivos que ella persigue, pues cuando falta esa enseñanza, la formación de los alumnos queda empobrecida e incompleta; y si se elimina de la escuela, se produce un grave daño a aquellos alumnos que desean conocer de forma crítica y sistemática su religión, un conocimiento que sólo la enseñanza escolar puede dar.
Además, la enseñanza de la religión tiene un gran poder humanizador, porque educa los valores profundos y es un factor importante de identidad personal. También da respuestas a las principales preguntas que se hace el alumno en sus distintas edades. No podemos olvidar que la enseñanza religiosa escolar se presenta como un saber científico, igual que los demás saberes que se enseñan en la escuela; sus contenidos se traducen en expresiones de valor universal. Por último, podemos decir que esta enseñanza tiene una dimensión pedagógica, como las demás asignaturas, es decir, educa a las personas.
Además, dada la escasa cultura religiosa que se observa en bastantes ambientes, permite entender buena parte de la cultura, del arte y de las tradiciones en las que vivimos.
Muchas razones para que los padres –o los alumnos en su caso- se apunten a la clase de religión en su escuela.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado