La conversión del corazón
La visita del Papa a Chile dejó en muchos una huella imborrable. Todos los encuentros fueron muy significativos. Siempre con la luz del Evangelio nos dio nuevas claves de lectura para relacionarnos con Dios, entre nosotros y con nosotros mismos.
Sus variados encuentros, especialmente aquellos vinculados al mundo de las personas en dificultad, marcan un itinerario espiritual y pastoral para este año. Por lo demás, muy en la línea de lo que hemos venido trabajando en el Sínodo Arquidiocesano que estamos implementando en todas las áreas de la vida eclesial.
En este tiempo de cuaresma, en que nos preparamos para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo nuestro Señor, resultará muy relevante que cada uno de nosotros hagamos un profundo examen de consciencia respecto del modo cómo somos testimonios vivos del mensaje evangélico que Cristo nos dejó con sus palabras y sus obras.
La conversión del corazón, de la mente, de la vida personal es a lo que tenemos que llegar cada uno de nosotros, dado que, es allí donde se actualiza y se concreta la apertura que le hemos dado al Señor que, a través del Espíritu Santo, una y otra vez, nos golpea a la puerta, nos invita a que seamos morada suya y nos dejemos inundar por su amor y por su misericordia.
Hoy más que nunca, en el contexto cultural que estamos viviendo es una exigencia que nos impone la fe en Jesucristo y su amor derramado a que volviéndonos a Él, vivamos con mayor intensidad nuestra condición de discípulos, con mayor ardor nuestra condición de misionero. Ser testigos creíbles de la resurrección del Señor es la tarea que la Iglesia nos propone. Esa es tarea de todos.