"Muchos clérigos sólo saben vivir del rito, que fue para lo que los formatearon" 'Culto, sí, pero no así': misas como aspirinas y curas convertidos en expendedurías de bendiciones desde los tejados
"Parece que no sabemos hacer nada sin el agua bendita de la misa, rociada sobre todo y en cualquier momento"
"Ya habrá tiempo para funerales; ahora toca cumplir con el deber solidario de ciudadanos y fajarse contra la pandemia, no tanto con misas (es lo fácil, lo clerical y casi lo único que saben hacer los curas) cuanto con obras de misericordia en favor de 'la carne de Cristo', que son los más pobres y desheredados"
"Pero muchos clérigos sólo saben vivir del rito, que fue para lo que los formatearon. Por eso, pena tanto Francisco para resetear a un clero que no quiere (ni puede) abandonar el clericalismo de los funcionarios de lo sagrado"
"La gente seguirá buscando espiritualidad, pero no en una institución carcomida por el clericalismo y por el ritualismo. Con bellas formas externas, pero sin corazón y sin entrañas de misericordia"
"Pero muchos clérigos sólo saben vivir del rito, que fue para lo que los formatearon. Por eso, pena tanto Francisco para resetear a un clero que no quiere (ni puede) abandonar el clericalismo de los funcionarios de lo sagrado"
"La gente seguirá buscando espiritualidad, pero no en una institución carcomida por el clericalismo y por el ritualismo. Con bellas formas externas, pero sin corazón y sin entrañas de misericordia"
Creo que, una vez más, como Iglesia estamos metiendo la pata hasta el corbejón. Comenzó el obispo de Alcalá, sumándose a la convocatoria de los ultras, que lo utilizan a él y a la religión con fines cainitas y partidistas. No, monseñor Reig. Ése no es el culto en espíritu y en verdad que quiere el Señor. Ésta es una obscena utilización de la religión. O dicho de otra forma, 'culto, sí, pero no así'.
Pero lo peor es que no se trata sólo de un obispo excéntrico, que cada vez que abre la boca suscita el 'odium plebis' y que podría estar a punto de seguir el camino de su colega de El Callao (el despido). Otros obispos se siguen sumando a la iniciativa de las misas en sufragio de los fallecidos por el coronavirus, como el de Albacete, el de Toledo o el de Madrid, entre otros.
El cardenal Osoro celebró un funeral por las víctimas madrileñas de la pandemia en La Almudena, en el que estuvieron presentes el alcalde de la ciudad, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el delegado del Gobierno.
Parece que no sabemos hacer nada sin el agua bendita de la misa, rociada sobre todo y en cualquier momento. Ya habrá tiempo para funerales; ahora toca cumplir con el deber solidario de ciudadanos y fajarse contra la pandemia, no tanto con misas (es lo fácil, lo clerical y casi lo único que saben hacer los curas) cuanto con obras de misericordia en favor de 'la carne de Cristo', que son los más pobres y desheredados.
Sacramentalismo a trote y moche. Misas como aspirinas, para tranquilizar la conciencia propia y ajena. Curas y obispos convertidos en expendedurías de misas y bendiciones desde los tejados. Cuando lo que toca es una Iglesia hospital de campaña y profundamente samaritana.
Pero muchos clérigos sólo saben vivir del rito, que fue para lo que los formatearon. Por eso, pena tanto Francisco para resetear a un clero que no quiere (ni puede) abandonar el clericalismo de los funcionarios de lo sagrado. Sin él, no se encuentran, no viven, no se sitúan y pierden su única razón de ser.
Tras esta experiencia dolorosa que estamos atravesando o nos transformamos o nos hundimos definitivamente como institución.
Espero que de este tiempo de pandemia salga una Iglesia más virtual (Internet salvó el confinamiento eclesial), más laical (los laicos han comprobado que forman parte de un pueblo sacerdotal, aunque la clerecía les niegue el acceso al ministerio), más doméstica (la casa como corazón de la fe) y, por lo tanto, menos clerical, menos sacramentalista, menos ritualista y más centrada en la vida, más austera, más científica y menos milagrera, en definitiva más evangélica.
Si no fuese así, se la llevará el río de la historia. Porque la gente seguirá buscando espiritualidad, pero no en una institución carcomida por el clericalismo y por el ritualismo. Con bellas formas externas, pero sin corazón y sin entrañas de misericordia.