Judas no fue tan «judas»

JOSE MANUEL VIDAL.- Como en toda tragedia,

Judas

también en la Pasión hay buenos y malos.En torno a Jesús de Nazaret figuran toda una serie de actores secundarios que, a pesar de los pesares, están con él hasta el final, como su madre, María, o Juan, el discípulo amado. Pero no hay buena película sin los malos. Son los malditos de la Pasión, encabezados por Judas, el amigo íntimo que lo entrega, supuestamente, por 30 monedas de plata. Y casi todos ellos tienen un final trágico.

Las pinturas renacentistas lo muestran, tendenciosamente, con cara de judío taimado: ojos pequeños, pelo renegrido, nariz torva y barba afilada. Una tradición le hace ser pelirrojo, motivo por el que las personas con este color de pelo fueron miradas con suspicacia durante siglos. Su nombre es sinónimo de insulto: «¡Eres un Judas!» Pero... «las 30 monedas no existieron y Judas no fue tan malo como lo pinta la tradición posterior», explica el prestigioso biblista jesuita José Ramón Scheifler. De hecho, hace años que la Iglesia revisa la personalidad de Judas y las razones que le llevaron a la traición. «Judas es uno más entre los 12. Quizás sólo se distinguiese por ser el único de Judea y celota, también Pedro era celota. Tanto uno como el otro son idealistas e impetuosos. Pedro, más impulsivo; Judas, más introvertido.Pedro se desahoga. Judas deja que su rabia se encone», añade el padre Scheifler.

Judas no es, pues, según los exegetas, ni el réprobo ni el ladrón ni el avaro que pasó a la Historia como el hombre más odiado de la cristiandad, cuyo nombre ha sido y es símbolo de traición y de infamia. De hecho, gozó de la máxima confianza de Jesús.El que hubiera alcanzado la cartera de Hacienda en el gabinete del Hijo de Dios habla suficientemente de sus méritos. Y, según parece, fue un eficiente administrador. Lo confirma su brillante gestión económica que permitía al grupo de los doce viajar con evangélica frecuencia, pagarse dietas y hasta repartir dinero entre los pobres.

Los Evangelios apenas hablan de Judas, salvo para tacharle de traidor y recordar que era el encargado de la bolsa de la comunidad de Jesús. Un signo de confianza por parte del Maestro. Y de preparación para el cargo por parte del tesorero. Y es que Judas era el más instruido del grupo. Los demás apóstoles -salvo Mateo, recaudador de impuestos- eran pescadores y campesinos.

Era el único discípulo del galileo originario de Judea y su nombre, presente siempre en las listas en el último lugar, va indefectiblemente unido a una cláusula que le denuncia como un traidor. Según los Evangelios, su crimen consistió en conducir de noche a una patrulla de los príncipes de los sacerdotes hasta el huerto de Getsemaní, donde Jesús oraba junto a sus discípulos. Por su traición habría cobrado lo mismo que la ley judía fijaba por un esclavo: 30 siclos o monedas de plata.

Lo que no explica el Evangelio son sus motivaciones. ¿Por qué entrega a su Maestro? «Por la falta de decisión de Jesús para tomar una opción claramente política y levantarse en armas contra los romanos como pretendían los celotas. El Jesús pacífico es un estorbo para la causa superior de la lucha contra los romanos.Por eso, su entrega no es un acto de perversidad total, sino algo así como el asesinato de Yoyes a manos del mesianismo radical de los celotas», explica el catedrático de Lengua y Literatura del cristianismo primitivo de la Universidad Complutense Antonio Piñero.

Más allá va el biblista Niels Runeberg. «Sin su acción Jesús no hubiese cumplido la voluntad del Padre. La traición de Judas fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención». Y añade: «Si el cristianismo es una religión basada en el sacrificio, Judas fue el que llevó esta lógica hasta rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y ser huésped del fuego que no se apaga».


UNA ESPECIE DE ESPIA


Son muchas las hipótesis que circulan, tanto sobre la persona de Judas como sobre las razones que le llevaron a entregar a su Maestro. Unos dicen que era un agente del Templo, una especie de espía que seguía a Jesús desde que éste comenzó a darse a conocer. Un infiltrado que se ganó la confianza del jefe. Hipótesis atractiva, pero sin confirmar, y que, además, no explica por qué se ahorca, después de cumplir su misión y recibir de sus jefes, además de una prima, la correspondiente felicitación.

Otros exegetas aseguran que Judas obró por avaricia. Treinta siclos de plata no eran una suma pequeña. Equivalía a 120 denarios, el precio normal de un esclavo. De todas formas, representaba tan sólo cuatro meses de salario de un trabajador agrícola. Una prima que no justifica, pues, la traición a un personaje de la importancia de Jesús. Además, si Judas metía la mano en la bolsa, como sugiere el Evangelio de Juan, que llega a tildarle de ladrón, sin duda habría tenido ocasión de lucrarse mucho más con ella.Otra hipótesis que ha tenido mucho más crédito es la que se basa en el nombre que el Evangelio da a este personaje: «Judas Iscariote».Iscariote equivaldría, según esta interpretación, a sicario.Los romanos llamaban sicarios a bandidos y rebeldes, entre los que no hacían distinciones. Así, Judas, el rebelde, el independentista, se siente defraudado por Jesús al que esperaba ver encabezar una insurrección liberadora, y quiere inducirle a la acción, obligarle a pasar el Rubicón.

Como sostiene el biblista Xavier Léon Dufour, «Judas pudo pensar, como los otros discípulos, que el Reino iba a establecerse por un acontecimiento fulminante. Con una lógica radical, en vista de que Jesús se obstina en abstenerse de toda intervención espectacular, Judas pasa a la acción, a fin de acelerar los acontecimientos.Al entregar a su Maestro a las autoridades del Templo, ¿no lo introducía en la fortaleza de sus adversarios, cual Sansón en el templo de los filisteos? Y Yavé, con su poder, daría un golpe de efecto para liberar e imponer su Mesías. Pero la estratagema fracasa: no se produce nada de eso y Jesús es condenado a muerte».

Otra teoría exegética le convierte en chivo expiatorio de los doce. Según el biblista Danillo Nunes, «Judas era el brazo derecho de Jesús, aunque representara una tendencia nacionalista. Las diferencias se fueron agudizando conforme el Nazareno le imprimía un contenido celestial a su ministerio, mientras que Judas abogaba por la acción directa». Pero, a juicio de este autor, el traidor no es Judas sino los demás discípulos.

La deslealtad comienza durante su agonía en el huerto de Getsemaní, cuando no son capaces de mantener la vigilancia (Mt 26, 40-41) y se acentúa con las negaciones de Pedro (Mt. 26, 34-35). De hecho, todos los discípulos huyen cuando Jesús es aprehendido.Sólo las mujeres de la secta, las Marías, asisten a la crucifixión.«Es perdonable que los apóstoles quisieran salvar sus vidas, pero hay que reconocer que su actitud no fue un parangón de fidelidad», dice Nunes. De ahí que, para salvarse todos, eligiesen a Judas como chivo expiatorio de su traición colectiva.

En cambio, el biblista Daniel Rops se pregunta: «¿No sería el amor el verdadero móvil, no un amor radiante y desinteresado como el de Pedro y los otros 10, sino una pasión absorbente que genera celos y arrastra a las peores aberraciones, un amor que raya en el odio, que bruscamente puede convertirse en odio y que, una vez cometido lo irremediable, se recupera con dolor y desesperación?».


EL PRIMERO EN SABERLO


El caso es que Judas traiciona a Jesús y éste, en vez de proclamar su poder con gloria y majestad, como él mismo se lo había visto hacer en otras circunstancias, se entrega. Entonces Judas se derrumba. Es el primero en comprender que «el Reino no es de este mundo». Al saber que ha entregado sangre inocente inútilmente, echa a correr hasta las afueras de Jerusalén. Llega jadeando al huerto de Getsemaní, donde unas horas antes le había entregado con un beso. Agarrado a un olivo, nadie oye su llanto desconsolado, ni nadie está con él cuando se arranca de la cintura la cuerda con que se ceñía la túnica, trepa al olivo, la amarra en una de sus ramas retorcidas y, haciendo un nudo, se lo pasa por el cuello. «Dios mío, si eres Padre, como decía Jesús, tú sabrás perdonarme». No dijo más. Saltó y se ahorcó.

El suicidio de Judas es el único que se relata en el Nuevo Testamento y prácticamente en toda la Biblia. Vergüenza ante sus compañeros, dolor por Jesús, rabia contra sí, desesperación ante Dios...Un suicidio que tiene mucho de deseo de expiación y de huida.Por todo ello, inspira comprensión y respeto.

De traidor a héroe necesario. Los musulmanes creen que Jesús subió al cielo y Judas tomó su lugar en la cruz. Mientras el libro de los Hechos dice que «se despeñó, reventó por medio y se esparcieron sus entrañas», una antigua tradición cristiana asegura que, Jesucristo bajó a la tierra, le dio un beso y lo acompañó hasta las puertas del cielo.


LOS OTROS MALDITOS

LAS SAGRADAS ESCRITURAS también recopilaban listas de hombres malos. Pilatos, Barrabás, Herodes, Caifás...

Como víctimas de una maldición, todos ellos tuvieron un triste final. Son los secundarios de la Pasión, y a veces la Biblia no les hace justicia.



PONCIO PILATOS

La tradición cristiana suele pintarlo como un hombre abúlico, indeciso y vacilante, pero la Historia le retrata como un gobernante cruel, ambicioso, intransigente, antisemita y tozudo. Tanto es así que el filósofo judío Filón de Alejandría le acusa de «fraude, violencia, robo, torturas, ofensas, ejecuciones sumarísimas y crueldades constantes e intolerables». Estaba apadrinado en Roma por Sejano, el favorito del emperador Tiberio. Los dos odiaban a los judíos y amaban su dinero. Con malas artes obtuvo un préstamo del banco del Templo para financiar un acueducto que jamás llegó a construir. En otra ocasión, para herir los sentimientos religiosos de los judíos hizo desfilar por Jerusalén los estandartes imperiales con la imagen de César Tiberio. Fue procurador romano desde el año 26 al 36, cuando fue depuesto por Vitelio, enjuiciado y condenado por Calígula al exilio en las Galias. No pudo soportar la vergüenza del exilio y se suicidó, según el historiador Eusebio de Cesarea.Las Iglesias copta y etíope le consideran mártir y a su esposa, Claudia Prócula, que se convirtió al cristianismo, la tienen por santa. Otros dicen que su sombra aparece cada año sobre el Ródano, con la túnica que llevaba puesta cuando condenó a Jesús y que el que ve su espectro muere a lo largo de ese año.


BARRABAS

Es el preso que Poncio Pilatos libera, con ocasión de la Pascua, en lugar de Jesús. Los evangelistas lo llaman ladrón, sedicioso y homicida o simplemente «un preso afamado». Según Marcos, se trata de un judío que, habiendo participado en un motín en el que se cometió un homicidio, fue encarcelado por los romanos.Pilatos lo liberó a petición de la turba, instigada por los sumos sacerdotes. Algunos sostienen que pertenecía al partido de los zelotas, los patriotas judíos que luchaban contra la dominación extranjera. Cuenta la leyenda que, tras la muerte de Jesús, fue arrestado, destinado a las minas de azufre y reclutado como gladiador.Dicen que se convirtió al cristianismo antes de morir crucificado.


ANAS

Fue sumo sacerdote durante nueve años. Llegó a tener tanta influencia que, después de él, fueron sumos sacerdotes cinco de sus hijos y, tras ellos, su yerno, Caifás. Su ambición de poder, su codicia y sus fabulosas riquezas eran conocidas de todos. El enorme negocio de la venta de animales para los sacrificios del Templo dependía de él y de su familia. Como jefe de un poderoso linaje sacerdotal, era la personalidad judía de mayor poder en tiempos de Jesús y, aunque hubiese cesado en su cargo, conservaba su rango y todos los privilegios correspondientes. Jesús no era nada humilde ante Anás, no pidió excusas de ningún tipo y no se echó atrás. Cuentan que Anás murió carcomido por la enfermedad y atormentado por el silencio altivo y displicente que Jesús había guardado ante él.


CAIFAS

Sumo sacerdote del año 18 al 36. Posiblemente consiguiese esa posición al casarse con una hija de Anás. Caifás era un político que se enriquecía con el culto del Templo y que ocupaba su cargo apoyado por Roma, que nombraba y destituía a los sumos sacerdotes que no colaboraban con el procurador romano. Para defender el estatu quo sentencia: «Es mejor que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca». Y con esa frase, tras rasgarse las vestiduras, signo de la condena a muerte por blasfemia, sentencia al Nazareno. Después de crucificar a Jesús, Caifás siguió persiguiendo a sus discípulos, a los que prohibía que hablasen de él en público.Murió víctima de una dolorosa enfermedad. En 1990, los arqueólogos descubrieron el osario con los restos de Caifás.


HERODES ANTIPAS

Era el menor de los tres hijos de Herodes El Grande y de la samaritana Maltacia, una de sus 10 esposas. Gobernó Galilea y Perea durante más de 40 años con el título de tetrarca. Cuando su hermano Arquelao fue depuesto y desterrado, le sucedió en Judea. Mandó decapitar a Juan Bautista y heredó la astucia política de su padre, no en vano Jesús le llamaba el zorro. Fundó la ciudad de Tiberíades y se casó con la hija del rey nabateo Arelas IV, de la que se separó para casarse con Herodías, hija de su hermanastro Aristóbulo y esposa de su otro hermanastro, Filipo. Interrogó a Jesús, que se mostró absolutamente displicente con él. Al no conseguir un milagrito para él, se lo devolvió a Pilatos con una capa de loco sobre los hombros. Unos 10 años después, Antipas cayó en desgracia ante el emperador Calígula. Acusado de conspirar contra Roma, fue desterrado a las Galias, donde murió pobre y acompañado sólo por Herodías.


MALCO

Es el criado del sumo sacerdote al que Pedro corta una oreja durante el arresto de Jesús en Getsemaní. La noche del Jueves Santo se le ordena unirse a los soldados. Con ellos cruza el torrente Cedrón y entra en el huerto. Después del beso de Judas, se acerca a Jesús para prenderlo, pero Pedro saca la espada y le corta la oreja derecha de un tajo. Malco vuelve a aparecer en casa de Anás, como el criado que abofetea a Jesús. Y, un poco más tarde, reconoce a Pedro, que niega por tercera vez ser discípulo del Nazareno. Después, la Historia y la leyenda se olvidan de él y le condenan al ostracismo.


GESTAS

Con Jesús fueron crucificados dos revolucionarios zelotas: Dimas y Gestas. El primero, a su derecha y el segundo, a su izquierda.Mientras Gestas maldice a Jesús, Dimas pide su misericordia.Y Cristo le contesta: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Gestas en cambio le reprochaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti y a nosotros!». Los dos ladrones murieron, junto a Jesús, en medio de atroces dolores. Pero Dimas figura en el martirologio, mientras Gestas pasó a la Historia como «el mal ladrón», que tuvo el cielo al alcance de la mano y no quiso abrirla.


LONGINOS

Era el centurión que, al mando de un retén de soldados, vigilaba a los tres crucificados en el Gólgota. Fue también el que, para rematar a Jesús, «le traspasó el costado con una lanza, e inmediatamente brotó sangre y agua». El mismo que, al presenciar las portentosas convulsiones de la naturaleza que se produjeron a la muerte de Cristo, dijo: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios». Más aún, Longinos se estaba quedando ciego y, al asestar la lanzada en el costado de Cristo, una gota de su sangre cayó en sus ojos y recobró toda la visión. Abandonó el ejército, fue instruido por los apóstoles y llevó una vida monástica en la Capadocia.Los romanos le llevaron a juicio y el gobernador ordenó que se le quebrantaran a golpes todos los dientes y que le cortaran la lengua a pedazos, antes de decapitarlo. Dicen que Hitler estaba obsesionado por la lanza de Longinos hasta que consiguió apoderarse de ella y convertirla en su talismán.


PEDRO

No negó a Jesús de una manera fatal. Como si por los avisos que Jesús le había hecho durante la última cena estuviera ya predestinado a aquella traición, Pedro tiene miedo y flaquea. Y el gallo, representación del poder de las tinieblas para los orientales, canta como símbolo del drama que se está desarrollando en Jerusalén: el triunfo de las tinieblas. Un triunfo momentáneo. Porque Cristo resucita y vence a la muerte y al poder de las tinieblas. Y Pedro llora tanto y se arrepiente tan vivamente de su traición que las lágrimas labraron en sus mejillas dos profundos surcos. Natural de la ribera del lago de Galilea, casado y residente en Cafarnaúm, Pedro es, como su hermano Andrés, de oficio pescador. De carácter decidido, entusiasta, imaginativo y generoso. Herodes Agripa estuvo a punto de ejecutarlo. Orígenes sostiene que «fue crucificado en Roma con su cabeza hacia abajo, como él mismo había deseado sufrir» para no morir como su Maestro, al que había negado tres veces.
Volver arriba