Masiá: Funerales por los que se suicidan
Cuando los obispos japoneses escribieron su carta del milenio, Mirada sobre la vida, hablaron así del suicidio: 1) Evitaron expresarse en términos de pecado. 2) Recomendaron no juzgar ni condenar a la persona que se quitó la vida, sino encomendarla a la misericordia divina. 3) Insistieron en acompañar a la familia. 4) Recomendaron plegarias, misa y exequias religiosas, acediendo a la petición de la familia.
De esa carta es la cita siguiente (nn. 59-62):
“El suicidio de un familiar o amigo es doloroso. Levantemos el corazón a Dios que todo lo sabe y dejémoslo en sus manos. La vida de todas las personas, acabado su paso por este mundo, liberadas ya de sus cargas y pesares, está envuelta por la vida eterna de Dios. Al ver lo complicado de la vida y la debilidad humana, creemos que la misericordia de Dios se derramará sobre quienes se han quitado la vida. Lamentablemente la iglesia ha adoptado hasta hace poco una postura fría y discriminadora, juzgando el suicidio como una ofensa a Dios, dador de vida. Reconociendo esta frialdad de la Iglesia, queremos arrepentirnos. Exhortamos a la comunidad a celebrar exequias y ofrecer plegarias, tanto para consuelo de los familiares, como para solicitar la misericordia de Dios para la persona difunta. A quienes han perdido por suicidio una persona querida les recomendamos comunicar con la persona fallecida desde la perspectiva de Dios. La distancia entre el más allá y esta vida abre la posibilidad de un nuevo modo de relacionarse. Donde hay oración, hay tranquilidad, paz y esperanza.”
Estas palabras del episcopado japonés pueden tener también una relevancia significativa en otras latitudes, en que necesitamos liberarnos de tradiciones rigoristas. Quede insinuado y... quien pueda entender, entienda...
Juan Masiá, S.I.