Eutanasia significa buena muerte. Pero “buen morir” es una expresión más amplia: se refiere al “proceso de morir” más que el “momento de la muerte”. Es un malentendido llamar eutanasia o cooperación al suicidio a la práctica de la moderación terapéutica o rechazo de recursos médicos desproporcionados, es decir, al
elegir responsablemente cómo vivir hasta el momento de morir y cómo recorrer autónomamente el camino del morir.
Retirar la alimentación artifical a Terry Chiavo, desconectar el respirador de Jorge León o de Piergiorgio Welby son
comportamientos perfectamente admisibles en la más tradicional ética católica. El P. Javier Gafo escribió así sobre Ramón Sampedro: “Seguro que el Dios en quien creo acogería a Ramón como a un hombre bueno, que sufrió mucho y que asumió unas convicciones éticas que para él eran correctas”.
Si es razonable respetar la opción de quienes, en situaciones difíciles de sufrimiento, piden ayuda para seguir viviendo, es también responsable respetar la postura de quienes piden que no se prolongue su agonía en situaciones excepcionales.
No es extraño que haya escandalizado a muchos creyentes la actitud incomprensible de la vicaría de Roma al oponerse a la celebración religiosa de las exequias de Piergiorgio Welby.
Juan Masiá SJ.