Savater: "Lo que no es aconsejable es adoctrinar"

Me parece que enfrentar la instrucción y la educación, incluso llegando a valorar una como recomendable y la otra como manipuladora, resulta absurdo cuando se considera en su conjunto el sentido de la transmisión cultural. Ambas responden a la necesidad de proporcionar a los jóvenes los elementos que consideramos más útiles para que su vida y la armonía social tengan esperanza de prosperidad. Según este cri-terio, tan importante es que el neófito conozca el dato objetivo de que la carne humana es comestible como la pauta moral que recomienda enérgicamente otro tipo de dieta. Y así llegamos a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que parece destinada a nacer bajo el sol melancólico de Saturno, devorador de sus propios hijos.

Es preciso instruir y es preciso educar. Lo que no es aconsejable es el puro “adoctrinar”, o sea, presentar lo que es un resultado de debates y acontecimientos históricos como algo inamovible, llovido directamente de la eternidad. Dar a entender que todos los profesores de la nueva asignatura son dóciles marionetas al servicio de los intereses gubernamentales es una majadería calumniosa que no merece más comentario. Pero no es imposible que entre ellos aparezca algún iluminado de esos que bloquean el aprendizaje crítico de los alumnos a fuerza de consignas incendiarias y de empeñarse en subvertir lo que aún ni se ha molestado en enseñar (tal como explicó Hannah Arendt).

Y es de temer que aún más frecuentes sean los enseñantes que se refugien en la corrección perogrullesca y tímida, en vista del jaleo organizado en torno a este asunto. Es preciso no dejar solos a quienes creen en la oportunidad de la asignatura y están dispuestos a esforzarse entre lógicos tanteos por darle la mejor realidad posible, con prudencia pero también con cierta audacia. De modo que los demás no tendremos más remedio que seguir polemizando en defensa de lo obvio, con la pereza que da…

Fernando Savater, filósofo
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