Sor Lucía: las mañanas en la Cope y las tardes, en 13tv

Por una vez que la Iglesia española cuenta con una monja que comunica y comunica bien y con verdad, algunos quieren lapidarla. Hace tiempo que, mediáticamente hablando, nuestra Iglesia sólo pesca en pecera. Y, cuando sale alguien, como Sor Lucía Caram, capaz de predicar el Evangelio puro y duro desde los más grandes y los mejores y más potentes púlpitos mediáticos, va el Nuncio y le llama la atención. No así, el Vaticano. Aquí, viejas inercias. En Roma, se hila más fino, al socaire de la primavera de Francisco.

Sor Lucía es monja, presume de monja, va de monja y conquista las corazones. Habla claro, directo y sencillo. Expresa verdad, porque vive lo que dice. Huela a Evangelio y lo transmite con frescura. Es, salavadas las distancias, la 'Francisco' de España.

Cuando aquí, los curas y sobre todos los obispos, presos de una prudencia enfermiza y mal entendida, tardan una eternidad en subirse al carro papal, Sor Lucía lo hizo desde el primer momento. Porque vivía y decía ya antes de la llegada de Francisco lo que ahora proclama el Papa Bergoglio. Y ya entonces, los ultras (que son cuatro, pero hacen mucho ruido y, hasta ahora tenían mucho poder en las alturas y se lo creían) la convirtieron en uno de sus blancos preferidos. Junto a otros muchos obispos, curas, frailes y monjas.

En Roma cambiaron las tornas, pero algunos de ésos no se enteran. O no se quieren enterar. Y siguen con sus viejas inercias y sus antiguas estrategias de tirar piedras a sus dianas preferidas en sus terminales digitales y mandar cartas a Roma. Cuantas más, mejor. Como si la virtud estuviese en el número. La misma técnica que siguen los 'trolls' en los comentarios de las noticias de Internet. Todo para hacer creer que son muchos y muy poderosos, cuando, en realidad, son cuatro gatos y están de retirada. Eso sí, a regañadientes, jurando y perjurando contra el Papa Francisco.

Y lo más sorprendente es que el propio Nuncio de Su Santidad en España, Renzo Fratini, les baile el agua y, en este caso concreto, haya llamado la atención a la monja dominica. ¿No sabe el legado pontificio que, en Roma, ya no se admiten las acusaciones ni las delaciones anónimas? ¿Por qué llamarle la atención a Sor Lucía? ¿Porque dice las mismas cosas o cosas muy parecidas a las que proclama el Papa?

Ma perece, señor Nuncio, que, aparte de jugar al golf y de escudriñar atentamente los digitales de Internet (incluidos los comentarios), debería pararse a cambiar de chip eclesial, para no dejarse llevar por las viejas inercias inquisitoriales.

Mas aún, a mi juicio, debería llamar a Sor Lucía por teléfono (como hace el Papa), pero para felicitarla, para darle la enhorabuena. Porque, con una sola aparición televisiva suya (en Chester, en la Cuatro o en la Sexta) hace más por la evangelización que usted y que muchas de las pastorales de los obispos juntas. Llámela, señor Nuncio, para felicitarle y dígale a los medios que no quiere silenciarla, ni taparle la boca ni recluirla en su convento. Al contrario, que quiere darle toda la cancha posible.

Y lo mismo deberían hacer los obispos españoles. En grupo (desde la Conferencia episcopal) o por separado. Por ejemplo, su obispo, el titular de Vic, monseñor Casanova, que debería estar orgulloso de ella. Y los demás obispos deberían darle toda la cancha del mundo en sus propios medios: un programa por la mañana en la Cope y otro por la tarde en 13tv. Y en horarios de máxiam audiencia.

Sólo así (si se atreviesen, que no se atreverán, pusilánimes como son), podría ir cambiando poco a poco la nefasta imagen que de la Iglesia española sigue teniendo la mayoría de nuestros compatriotas. Hasta ahora, la imagen de la Iglesia española que perdura en el imaginario colectivo es, por ejemplificar, la del ático de Rouco. Para acabar con ella y acompasarla a la excelente imagen que transmite desde Roma Francisco, hacen falta muchas Sor Lucías. Y no las tienen. Aprovechen, al menos a la que tienen.

José Manuel Vidal
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