Vitalidad y pujanza de la HOAC
Pero la HOAC, con la fuerza de sus militantes, supo mantener el rumbo y el equilibrio entre Dios y el mundo, entre la sociedad y la Iglesia. Recibiendo 'palos' de todos y por todas partes. Pero siempre consciente de que su carisma es fundamental en la Iglesia. Entre otras cosas, porque sus militantes están encarnados en lo más profundo del mundo trabajador y obrero. Allí donde no llegan ni los eclesiásticos ni los nuevos movimientos.
Por ser fieles a su carisma, les acusaron de todo. Incluso de comunistas. Y, en la anterior etapa eclesial, se vieron marginados, como los teólogos y las realidades eclesiales que nunca dejaron de defender y vivir el espíritu del Vaticano II. Tanto es así que, en la mesa de la Conferencia Episcopal, llegó a plantearse el proyecto de suprimir a los movimientos especializados de Acción Católica (Hoac, JOC y JEC), para subsumirlos en la Acción Católica General.
Con eso se pretendía un mayor control clerical sobre estos movimientos profundamente laicales, asi como la creación de una gran Acción Católica, para que volviese a ser la "mano larga" del episcopado en la escena política patria. Es decir, el modelo que el cardenal Ruini y los obispos ialianos habían instaurado en Italia y que, aquí, quiso copar el cardenal Rouco Varela. Era la época de querer conquistar el mundo y la cultura por medio del poder y de la influencia.
Pero llegó Francisco y las cosas cambiaron en Roma y en la propia Italia. El Papa quiere conquistar el mundo para Dios, pero por medio de la ternura y la misericordia. Y los obispos españoles han depositado el proyecto de control de la HOAC en el baúl de los recuerdos. De donde espero no vuelva a salir.
Y la HOAC sigue su caminar encarnado y entregado. En las periferias de la vida y de la Iglesia, donde siempre estuvo y estará. Con ternura y con abrazos de esperanza y de misericordia. Unos 900 militantes acaban de reunirse en Segovia, en su XIII Asamblea general. No estuvieron todos los que son, pero sí una parte significativa del movimiento. Pocas realidades eclesiales pueden presumir de tanto en fondo y forma. En número y en entrega. Militantes de todas las clases, edades y condiciones, bien formados (su proceso de formación es permanente) y que viven a fondo su fe en la vida. Militantes-militantes. Militantes de verdad y de los que no se cansan de militar. Una bicoca. Un regalo de Dios a la Iglesia española.
Saben que, de nuevo, ha llegado su hora en la Iglesia española. Saben que están llamados a ser, de nuevo, la avanzadilla generosa de una Iglesia con entrañas de madre. Han sido las "parteras" de la primavera de Francisco y a ella van a seguir dedicando todas sus fuerzas. Porque saben mejor que nadie que, como dijo el Papa en Bolivia, "este sistema económico atenta contra el proyecto de Jesús y mata".
En las periferias del mundo obrero, los militantes de la HOAC seguirán siendo buenos samaritanos. Para curar las heridas de los descartados y ofrecer cariño, acogida y esperanza a los que el sistema deshecha y tira en las cunetas de la vida. Buena labor, hermanos y "hasta mañana en el altar".
José Manuel Vidal